Fuente: BBC Mundo Europa, o mejor la Unión Europea, se asemeja cada vez más a un fortín asediado por multitudes que pretenden entrar en él. Valga el simil para referirse a los inmigrantes que pretenden arribar a los países del sur de la Unión; un flujo incesante de personas de toda condición -incluidos niños, mujeres y ancianos- que hacen de su llegada a nuestro continente el objetivo fundamental de su vida. Hasta el punto de perderla, a veces, en el intento. Empleando una referencia histórica, que no tiene más valor que la imagen que produce, podríamos comparar el fenónemo con el proceso de inclusión primero y de invasión después que llevaron a cabo los pueblos bárbaros en el Imperio romano. Los muros, como el de Adriano en Gran Bretaña, las fronteras fortificadas, como la del Rin, y la presencia de las legiones, como en el Danubio, se mostraron instrumentos ineficaces ante la enorme fuerza con la que los pueblos bárbaros -sajones, francos, vándalos, visigo