sábado, 23 de noviembre de 2024

La sociedad del Antiguo Régimen

 

Caricatura sobre los impuestos antes de la Revolución francesa: clero y nobleza viviendo a costa del Tercer Estado. Escuela francesa, hacia 1789. Fuente: https://www.meisterdrucke.ie/fine-art-prints/French-School/966075/Cartoon-on-tax-before-the-Revolution:-Clergy-and-Noblesse-living-on-the-back-of-the-Third-State,-circa-1789.html


Concepto y origen.

Antiguo Régimen es una expresión que comenzó a utilizarse durante la Revolución francesa para referirse a la forma de gobierno y a la organización social imperantes antes de 1789. Aunque será Alexis de Tocqueville, ya en el siglo XIX, quien acabe definiéndola en su obra El Antiguo Régimen y la Revolución. La historiografía más reciente ha ampliado el análisis de la expresión hablando de la existencia de varios “Antiguos Regímenes”: el demográfico, el económico, el cultural, el social, etc. Explicar la totalidad del Antiguo Régimen requeriría un espacio del que no disponemos, por lo que vamos a detenernos solamente en uno de sus aspectos fundamentales:  la organización social

Normalmente, la cronología del Antiguo Régimen se establece entre los siglos XVI y finales del XVIII o principios del XIX, ya que existen pequeñas diferencias según la evolución histórica de cada país. 

Para muchos historiadores, este modelo socioeconómico es una continuidad del régimen feudal. De hecho, sus fundamentos teóricos se constituyeron durante la Edad Media sobre las bases del pensamiento caballeresco, que justificaba su papel social,  y de algunos postulados del cristianismo, en especial la concepción de que la sociedad era un todo orgánico inspirado en lo divino y en el que cada estamento tenía una relación simbiótica con los demás al realizar una función específica —rezar, combatir, trabajar— que beneficiaba al resto.

No obstante, también resulta obvio que la sociedad feudal fue evolucionando a lo largo de los siglos y surgieron nuevos elementos que la transformaron: el ascenso económico y político de la burguesía, la creciente diferenciación económica en el llamado estado llano o el creciente control de la nobleza por parte del poder real. Sin embargo, el campesinado —la absoluta mayoría de la población— siguió soportando la preeminencia de los derechos feudales y la opresión fiscal, sin apenas diferencias con lo que había ocurrido en el mundo feudal.

En la sociedad del Antiguo Régimen, los individuos  obtenían su posición social en función de la comunidad en la que nacían; su nacimiento determinaba también sus derechos y obligaciones jurídicas. Cada comunidad —que también puede denominarse orden, estamento, cuerpo o estado— tenía su estatus, sus deberes y sus privilegios que la identificaban y la distinguían de los demás. Se trata, por tanto, de una organización que se fundamentaba en la comunidad y no en el individuo, que está subordinado a su grupo de referencia, sea este la familia, el oficio, la ciudad o el pueblo, el señorío o la Iglesia. 

Como ya hemos señalado, en el mundo feudal, etapa de origen del Antiguo Régimen, la sociedad aparecía definida por dos grandes contraposiciones:
  • Lo seglar y lo eclesiástico
  • Lo nobiliario y lo popular.
Según Domínguez Ortiz, del entrecruzamiento de estos conceptos surgió el conocido esquema tripartito:
  • Un grupo conformado en función de criterios religiosos. Es el clero, poseedor de privilegios (Oratores)
  • Otro grupo conformado basándose en criterios político-sociales. Es la nobleza, también poseedora de privilegios (Bellatores)
  • Y otro definido por la exclusión y formado por quienes no pertenecían a ninguno de los anteriores. Estos grupos ha recibido diversos nombres: tercer estado, estado general, pueblo llano (Laboratores)

Cada uno de estos grupos se denominó estamento, por ello se habla de sociedad estamental. Dicha división consagraba la impermeabilidad de cada grupo y, sobre todo, la diferenciación entre privilegiado o no. 

Las personas nacían predestinadas a ser nobles o plebeyos y poco o nada podían hacer para variar esa situación. No obstante, en el caso de los eclesiásticos, este rasgo se rompía, ya que no se accedía por nacimiento o herencia; fue el único estamento abierto a todos, al menos en teoría. Sin embargo, el dinero podía superar obstáculos legales y promover la movilidad social, incluso el acceso a la nobleza —a sus escalones inferiores (hidalgos), eso sí—. No obstante, la jerarquización social no se basaba, al menos nominalmente, en el poder económico, sino en el reconocimiento proporcionado por el resto de la sociedad a través del honor y la dignidad, expresados mediante el privilegio.

El estamento eclesiástico.


El clero era uno de los estamentos privilegiados. Disponía de sus propias instituciones y tribunales. Su financiación se basaba en el impuesto del diezmo —décima parte de la cosecha que se aplicaba a algunas producciones: cereales, vino, aceite, ganado, etc.—. Pero su mayor fuente de ingresos era las rentas que les proporcionaba la propiedad de las tierras. En el caso español también fueron importantes las rentas obtenidas de inversiones financieras en deuda pública o de sus numerosas propiedades urbanas. 

Entre los privilegios legales que ostentaban estaban la exacción del servicio militar, así como de determinados impuestos.

Sus funciones no se limitaban al ejercicio del culto y a la intermediación entre las personas y Dios, sino que también estaban encargados de celebrar las festividades religiosas y proporcionar educación tanto en escuelas de pueblo como en universidades. Además, se encargaban de la asistencia social y médica mediante la construcción y mantenimiento de orfanatos, hospitales, etc.

Philippe de Champaigne, Ex Voto (1662), Museo del Louvre. Fuente : https://cercornum.univ-st-etienne.fr/reni/ex-voto-de-1662-la-mere-catherine-agnes-de-saint-paul-arnauld-et-la-soeur-catherine-de-sainte 


El clero se podía dividir en dos grupos:
  • El clero regular, formado por monjes y monjas y otros miembros de las órdenes religiosas que vivían en comunidad de acuerdo con una regla y hacían votos de castidad, pobreza y obediencia.
  • El clero secular, que incluía al resto de los miembros de la Iglesia (sacerdotes, vicarios, obispos, etc.) y no estaban sujetos a ninguna regla.
Pero el clero también se jerarquizaba en función de su poder político y, sobre todo, económico. A partir de esta división se puede establecer otra división:
  • Alto clero (obispos, abades, cardenales, arzobispos, etc.) que controlaban enormes riquezas y, en ocasiones, ocupaban altos cargos políticos. Eran también señores que disponían de grandes feudos.
  • Bajo clero. Formado por la mayoría de los sacerdotes, frailes, monjes y monjas. Vivían de forma modesta, incluso en la pobreza, y eran el grupo eclesiástico más cercano al pueblo llano.

La nobleza y aristocracia.

Este estamento había ido perdiendo poder político conforme la monarquía absoluta ampliaba sus poderes y cedía la administración del Estado a profesionales (abogados, diplomáticos, escribanos, …). Conservaba, no obstante, la dirección de los ejércitos y los cargos militares. Al igual que el clero, disponía de numerosos privilegios —tribunales propios, exacción de impuestos, …—, aunque existían numerosas diferencias internas, pues el grado de riqueza, determinaba su posición social. Pero, incluso empobrecidos, nunca perdían sus privilegios.

La aristocracia era el grupo nobiliario que poseía más poder. Estaba conformada por las grandes familias nobiliarias, ricas y poderosas y se les reservaba los altos cargos de la Administración y del ejército. 

Los nombres de los distintos niveles nobiliarios varían según el país, pero es posible establecer la siguiente jerarquía: duque, marqués, conde, vizconde, barón e hidalgo o infanzón.
Jean B. Charpentier. La familia del duque de Penthiève. 1768. Palacio de Versalles. Fuente: https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:The_Family_of_the_Duke_of_Penthi%C3%A8vre.jpg

El tercer estado o pueblo llano.


El tercer estado o pueblo llano agrupa a todas aquellas personas que no se incluyen en el estamento eclesiástico o en el nobiliario. En prácticamente todas las sociedades europeas representaba más del 90 % de la población y sus rasgos socioeconómicos eran muy diversos, aunque todos tenían en común la carencia de privilegios jurídicos y económicos. Vamos a desglosar a los principales grupos sociales que lo componían.

La burguesía.

La burguesía era un grupo muy amplio y heterogéneo, pues incluía a propietarios de talleres artesanales, comerciantes, funcionarios y profesionales (médicos, abogados, artistas, …). Su papel político era muy reducido —solamente podía acceder a ciertos cargos municipales en las ciudades—, excepto en algunos países como las Provincias Unidas, Suiza y parcialmente en Inglaterra, donde alcanzó niveles de poder elevados.

Su papel económico era fundamental y proporcionaba al Estado abundantes rentas a través de los impuestos. Por ello, a partir del siglo XVIII, comenzó a demandar una mayor participación tanto en cargos políticos como eclesiásticos. La burguesía también utilizó la vía de los matrimonios con una nobleza empobrecida como medio de ascenso social.


Otros grupos urbanos.

En las ciudades vivía un amplio número de personas que tenían una posición socioeconómica inferior a la burguesía. Nos referimos a los aprendices y oficiales de los gremios, criados, empleados de las tiendas, etc.
El grupo social más bajo lo formaban los pobres que no tenían trabajo y vivían de la caridad, así como los marginados sociales, dedicados a la mendicidad, la delincuencia o la prostitución. 


Bartolomé E. Murillo. Joven mendigo. (1645-1650)


El campesinado.

Este sector social constituía la mayor parte de la población. También se puede dividir al menos en dos subcategorías, pues su posición social podía variar notablemente. Así, algunos campesinos trabajaban las tierras de la nobleza como arrendatarios, mientras que otros eran siervos, es decir estaban sujetos a su señor y no podían abandonar la tierra libremente. Junto a ellos, existía un pequeño grupo de campesinos propietarios.
El nivel de vida de la mayoría siempre rozaba la mera subsistencia y sus posibilidades de mejora social eran nulas. Por esta razón no fueron infrecuentes las revueltas campesinas en toda Europa, especialmente en Francia.

Louis Le Nain. Familia de campesinos. (1640). Fuente: https://artecrehaes.wordpress.com/2021/05/06/familia-de-campesinos/


La crisis de la sociedad estamental.

La sociedad de órdenes se desestabiliza por los cambios sociales y económicos que se desarrollan a lo largo del siglo XVIII. En esta centuria aparecen con solidez algunos elementos que trastocan el modelo:
  • La desvaloración del papel social y político de la nobleza tradicional a causa del aumento de la autoridad real por un lado y del crecimiento del poder económico de la burguesía por otro.
  • El desprestigio de la justificación religiosa del modelo social, sacudida por la Reforma y la Contrarreforma.

Bibliografía.

Domínguez Ortiz, A. (1973). Las clases privilegiadas en el Antiguo Régimen. Istmo: Madrid

Fernández de Pinedo, E., Gil Novales, A. y Dérozier, A. (1980) Centralismo, Ilustración y agonía del Antiguo Régimen. Labor: Barcelona.

Larousse Encyclopédie (s. f.) Ancien Régime. Recuperado de : https://www.larousse.fr/encyclopedie/divers/Ancien_R%C3%A9gime/105343

Lycée Ruffié. Tensions, mutations et crispations de la société d’ordres (XVIIe- XVIII siècles).

Wikipédia. L’encyclopédie libre. Société d’Ancien Régime. Recuperado de : https://fr.wikipedia.org/wiki/Soci%C3%A9t%C3%A9_d%27Ancien_R%C3%A9gime




































viernes, 8 de noviembre de 2024

La Nueve: soldados republicanos españoles en la IIª Guerra Mundial.


Soldados republicanos españoles en el desfile de la liberación de París. Fuente: https://www.rtve.es/play/videos/telediario-1/td2espanolesparis220819/5370025/

La Nueve fue el nombre de la primera compañía aliada que entró en París cuando aún estaba bajo la ocupación nazi. Dicha compañía estaba formada, en su mayor parte, por soldados republicanos españoles que se habían exiliado tras su derrota en la Guerra Civil española.

El 24 de agosto de 1944 dicha compañía, que formaba parte de la 2ª División Blindada comandada por el general Leclerc, entró en París para liberar la ciudad de la ocupación alemana. Estos soldados fueron tomando diversos puntos clave de la ciudad para preparar la entrada del resto de fuerzas aliadas. Además, detuvieron al comandante alemán de la plaza, Dietrich von Choltitz. Sus vehículos llevaban los nombres de diversas ciudades españolas: Brunete, Santander, Madrid, Teruel, Guernica, etc.

La novena compañía, la Nueve, con uniforme de gala, fotografiada en Gran Bretaña a mediados de junio de 1944. Fuente: https://patrimonioculturaldearagon.es/noticias/una-web-rescata-la-historia-de-los-republicanos-espanoles-de-la-nueve/

La coyuntura histórica.

A mediados de 1944 parecía que la guerra comenzaba a tomar un giro favorable a los aliados en todos los frentes. Desde 1943, las tropas alemanas retrocedían en el frente del este, tras sufrir graves derrotas en Kursk y en Stalingrado. A principios de junio de 1944 se había producido el desembarco de Normandía y los alemanes comenzaron a retroceder también en el frente occidental.

La población parisina, animada por estas circunstancias, se rebeló contra los ocupantes nazis de la ciudad. Ante esta situación, y aunque no era uno de sus objetivos principales, las tropas aliadas decidieron entrar en la capital francesa. La operación se dejó en manos del general Leclerc al frente de su división blindada; en ella estaban alistados unos 3.500 soldados republicanos españoles. La vanguardia de su avance estuvo protagonizada por la novena compañía, la Nueve, dirigida por el capitán francés Raymond Dronne pero conformada por soldados españoles en su gran mayoría. En su avance, una sección montada sobre vehículos semiorugas estadounidenses, con nombres de lugares relevantes en la Guerra Civil española: Guernica, Guadalajara, Teruel, Brunete, etc., y dirigida por el teniente castellonense Amado Granell, ocupó diversos puntos estratégicos de la ciudad y consiguió llegar al Ayuntamiento en la noche del 24 de junio. Simbólicamente habían liberado París. Al día siguiente, entró el grueso de las fuerzas aliadas y los alemanes se rindieron. París había sido liberado de la ocupación nazi.

Fuerzas de la resistencia francesa junto a un vehículo de la Nueve avanzando por las calles de París. Fotografía de Robert Capa. Fuente: https://www.elmercuriodigital.net/2022/05/de-normandia-berchtesgadenlos.html#gsc.tab=0

Su participación en la IIª Guerra Mundial no se limitó a este hecho, sino que también participó en el avance aliado hacia el norte de Francia y Alemania, incluso intervino en la toma del famoso Nido del Águila. No obstante, su composición había variado pues, en las batallas de Vacqueville y Badonviller, la compañía padeció numerosas bajas que fueron reemplazadas por reclutas franceses. Adoptó, así, un carácter franco-español, aunque siempre mantuvo su afán de lucha por la libertad.

La trayectoria de estos combatientes.

La Guerra Civil española provocó, desde sus inicios, un flujo de refugiados que buscaban su salvación en Francia. La ocupación de Barcelona por las tropas franquistas a finales de enero de 1939 produjo una enorme avalancha de refugiados —se calcula que unas 470.000 personas— que desbordó totalmente a las autoridades francesas, dirigidas por un gobierno conservador que, además, veía a los refugiados con temor y no era favorable a su acogimiento. Por ello trató la cuestión como un problema de seguridad, adoptando numerosas medidas policiales y creando un sistema de campos de internamiento (o de concentración) —véase al respecto la entrada https://miradahistorica.net/2019/02/04/los-refugiados-republicanos-espanoles-en-el-sur-de-francia/

Gringoire. Ilustración xenófoba de Roger Roy. 10 de septiembre de 1937. Fuente: Página web del Museo de la Historia de la Inmigración. París.http://www.histoire-inmigration.fr/musee.  Citado por Chaussec Damien en Españoles durante la Segunda Guerra Mundial en Francia.

Entre los refugiados se encontraban numerosos militares republicanos que podían aportar tanto trabajo como experiencia militar. Para ellos se abrieron tres posibilidades:

  • Alistarse en la Legión Extranjera.
  • Alistarse en los Regimientos de Marcha de Voluntarios Extranjeros (RMVE).
  • Incorporarse a las Compañías de Trabajadores Extranjeros (CTE).

Muchos soldados republicanos españoles acabaron aceptando alguna de estas opciones, bien por obligación bien porque veían así la posibilidad de continuar la lucha contra el fascismo internacional. No obstante, el Ejército francés siempre se negó a crear unidades exclusivamente españolas.

De esta manera, una parte de los componentes españoles de la Nueve provenía de la Legión Extranjera que permanecía en el norte de África tras el armisticio francés con los nazis. Otra parte procedía de los que había sido obligados a incorporarse a los Grupos de Trabajadores Extranjeros (GTE) al servicio del gobierno colaboracionista francés. Y otra parte relevante procedía de los denominados Cuerpos Francos de África (CFA), creados con el objetivo de incorporar a hombres en edad militar y dispuestos a combatir a Alemania, pero que no deseaban ingresar en las estructuras del ejército francés situado en África. Estas fuerzas crecieron con rapidez y participaron en la campaña de Túnez, integrados en la 9ª División de Infantería de Estados Unidos.

Acabada la campaña de Túnez, los CFA fueron disueltos (1943) y muchos de los voluntarios españoles se alistaron individualmente en las Fuerzas de la Francia Libre (FFL) lideradas por De Gaulle. El periplo de estos soldados republicanos españoles les condujo a acabar incorporados en la 2ª División Blindada francesa dirigida por el general Leclerc. En su seno se formó un batallón, comandado por el capitán francés Joseph Putz, que había sido brigadista internacional en la Guerra Civil de España, en el que abundaban los combatientes españoles, especialmente en la Novena compañía (la Nueve), creada en agosto de 1943.

Durante los meses restantes de 1943, los componentes de este batallón se instruyeron en Argelia y Marruecos. Desde aquí la unidad fue transportada a Gran Bretaña y equipada con material norteamericano —camiones, vehículos semioruga, tanques, etc.—. Iniciado el desembarco de Normandía, toda la 2ª División, y con ella la Nueve, fue desembarcada en Francia, participando en el avance aliado sobre las regiones de Normandía y Bretaña.  

Avance de la 2ª División Blindada entre 1944 y 1945. Fuente: La Voie de la 2e DB Leclerc. En: https://www.voiedela2edb.fr/

La trayectoria de la Nueve se prolongó hasta mayo de 1945 y en ella sirvieron 360 hombres de diversas nacionalidades, de los cuales la mitad fueron españoles. La composición de la compañía tenía cierto parecido con las de las Brigadas Internacionales que habían combatido en la Guerra Civil española: franceses huidos de la Francia de Vichy, refugiados del norte de África, alemanes antinazis, antifascistas belgas, portugueses, italianos, rumanos, etc.

Reconocimiento y memoria histórica.

Hasta fechas relativamente recientes, los franceses, imbuidos en un halo de patriotismo poco generoso, habían ignorado la actuación de los republicanos españoles en el conflicto bélico. Aunque no se puede olvidar el hecho aislado de que ya el 26 de agosto de 1944, en la celebración de la victoria de la liberación de París, el puesto de honor del desfile conmemorativo lo ocupaban los transportes semioruga de la división de Leclerc y, en el primer vehículo, iban Amado Granell y Rafael Gómez. En España, prácticamente, permanecieron borrados de la memoria colectiva dominante.

A finales del siglo pasado este olvido comienza a subsanarse. Así, el presidente francés François Mitterrand y el presidente de gobierno español, Felipe González, realizaron en 1994 un homenaje a la resistencia española que contribuyó a liberar Francia, aunque no se mencionó a la Nueve.

En España, finalizando el franquismo, comenzaron a publicarse algunos estudios sobre la participación española en la Segunda Guerra Mundial, apoyados en testimonios de los participantes y en el contexto del creciente interés por el exilio español. Ya entrado el siglo actual, la publicación en 2008 de la fundamental obra de Evelyn Mesquida —La Nueve, los españoles que liberaron París— contribuyó a la aparición de una nueva valoración del papel desempeñado por estos hombres. A partir de 2015, fueron surgiendo homenajes y reconocimientos a su actuación en la guerra. En 2019, en el marco del 75 aniversario de la liberación de París, se rindieron diversos homenajes a la Nueve. Quizás el hecho de que la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, sea nieta de exiliados españoles haya tenido algo que ver en este cambio.

Mural inaugurado en un edificio de París el 24 de agosto de 2019 en homenaje a los soldados de la Nueve. Obra de los pintores Juan Chica-Ventura, Anne Aubert et Claire Lartiguet Pino: https://www.radiofrance.fr/franceculture/liberation-de-paris-la-nueve-et-ses-republicains-espagnols-enfin-pleinement-reconnus-9924544

Su hazaña estuvo animaba por un profundo sentimiento antifascista, afianzado durante la Guerra Civil española, y el deseo de que la derrota de los nazis y de los fascistas italianos se culminaría con la invasión de España y la caída de Franco.

Bibliografía

Ayuso, Silvia (2019) Los españoles que liberaron París. EL PAÍS 24/10/2024. Recuperado de: https://elpais.com/internacional/2019/08/23/actualidad/1566580228_347155.html

Gobierno de Aragón (s. f.) Los de la Nueve. Sus hombres, su historia. Recuperado de https://losdelanueve.es/

La Nueve (24/08/2024). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 23/10/2024. https://es.wikipedia.org/wiki/La_Nueve

Mesquida, Evelyn (2008) La Nueve, los españoles que liberaron París. Barcelona: Ediciones B.

Radio France. Libération de Paris (2019): la Nueve et ses républicains espagnols enfin pleinement reconnus. Recuperado de: https://www.radiofrance.fr/franceculture/liberation-de-paris-la-nueve-et-ses-republicains-espagnols-enfin-pleinement-reconnus-9924544

Roca, P. (et. al.) (2023). La Nueve. Republicanos españoles en la Segunda Guerra Mundial. Madrid: Desperta Ferro Ediciones.

domingo, 3 de noviembre de 2024

Negreros españoles

Historia ContemporáneaHistoria de EspañaHistoria Moderna

Negreros españoles

Los conceptos

El concepto de negrero se refiere a todos los que intervinieron en las actividades de transporte y comercio de esclavos, especialmente de los procedentes de África. En España se han utilizado expresiones como “barco de negros” o “tratante de negros” desde el siglo XVI, lo que muestra la prontitud del fenómeno. La Real Academia de la Lengua, por su parte, define negrero como la persona dedicada a la trata de negros y lo hace sinónimo de esclavista.

Joseph Swain: A bordo de un barco esclavista. (1835). Fuente: National Geographichttps://historia.nationalgeographic.com.es/a/viaje-esclavos-africanos-hasta-america_19892

Está extendida la creencia de que la esclavitud tuvo escasa importancia en los territorios españoles, tanto durante el Antiguo Régimen como en el siglo XIX. Esto es así porque, desde el mundo historiográfico y cultural español, se ha prestado escaso interés a dicho fenómeno. Pero basta comprobar el número de descendientes de esclavos africanos existente en los territorios coloniales españoles de América para darse cuenta de que dicha aseveración no es cierta. De la misma manera, en la península también fueron frecuentes los casos de esclavismo.

Contexto histórico.

El tráfico de esclavos fue una actividad económica de gran relevancia durante la Edad Moderna. En esta etapa, más de 12 millones de personas fueron trasladadas forzosamente desde África a América para esclavizarlas. En este sentido, los datos aportados por la organización Hutchins Center for African & African American Research (Universidad de Harvard) –citados por Moreno Rico– confirman que, entre 1501 y 1875, se trasladaron 12.521.335 esclavos. Un tráfico pracaticado por la mayoría de países europeos; la distribución de las principales banderas de los barcos negreros fue la siguiente:

PaísCantidad de esclavos trasladados
Portugal5.848.266
Gran Bretaña3.259.441
Francia1.381.404
España1.061.524
Países Bajos554.336
Estados Unidos305.055

La larga pervivencia del fenómeno y los grandes beneficios que procuraba están relacionados con los inicios del capitalismo moderno —en esta relación fue fundamental la denominada ruta triangular— . Ver al respecto la entrada de este blog: https://miradahistorica.net/2021/01/21/la-ruta-comercial-triangular-los-inicios-de-una-economia-mundial/#:~:text=La%20ruta%20comercial%20triangular%20fue,continente%20africano%20al%20tr%C3%A1fico%20colonial.

Ruta triangular transanlántica. Fuente: Olivier Lalonde (2021) Transatlantic Triangular Trade Map. En: World History Encyclopedia, https://www.worldhistory.org/image/13739/transatlantic-triangular-trade-map/

Mediante esta ruta se promovió un tráfico comercial que, a costa de los esclavos, dinamizó las economías de Europa y de sus colonias americanas, generando una gran acumulación de capital que sirvió después para impulsar el desarrollo económico capitalista de algunos territorios europeos y americanos. Este comercio se realizó con la connivencia de los poderes políticos del momento, primero de las monarquías absolutas y, posteriormente, del Estado liberal. Ambos tipos de regímenes políticos promulgaron legislaciones que legalizaban el trabajo esclavo, así como los códigos disciplinarios que se les aplicaba.

No obstante, ya a finales del siglo XVIII y más intensamente en el siglo XIX, fueron surgiendo movimientos abolicionistas. Los primeros en demandar la supresión del tráfico de esclavos fueron los cuáqueros de Pensilvania en 1673. Después, la Ilustración contribuyó a fomentar un pensamiento humanitario que condenaba al esclavismo. Luego, algunas iglesias y la expansión del liberalismo y de las primeras teorías socialistas, consolidaron el abolicionismo. La fuerza de estas ideas se mostró en las sucesivas prohibiciones del tráfico de esclavos y, más tarde, con la supresión de la esclavitud. En fecha más tardía, ya en 1839, el papa Gregorio XVI condenó el comercio de negros. La plasmación cronológica de este proceso se inició en 1807, cuando Gran Bretaña prohibió el tráfico comercial de esclavos. España declaró ilegal la trata, por primera vez, mediante un convenio internacional, en 1817, pero el tráfico no desapareció; más tarde, España reafirmó su postura con otro convenio firmado con Gran Bretaña en 1835. Entre 1823 y 1869 se abolió la esclavitud en Hispanoamérica, en 1865 en Estados Unidos, en 1873 en Puerto Rico y en 1886 en España y en Cuba.

Las decisiones citadas no supusieron la desaparición drástica del tráfico de esclavos. La cantidad de esclavos trasportada desde África no disminuyó durante la primera mitad del siglo XIX. La demanda se mantenía porque el sistema económico de plantación –de frutas, azúcar o algodón– seguía requiriendo este tipo de mano de obra al no haber introducido ninguna medida para cambiar la organización del trabajo, que proporcionaba una buena rentabilidad si se empleaban esclavos. Solo a partir de 1850 comienzan a introducirse elementos innovadores: maquinaria agrícola movida a vapor, ferrocarriles, etc., elementos que contribuyeron a disminuir la demanda de esclavos.

Plantación de azúcar en la colonia británica de Antigua. Dominio público.

El tráfico de esclavos en España en la etapa contemporánea.

A partir de 1789 se aplicó la libertad de trata de esclavos en todo el imperio español y tal comercio registró un gran impulso en el Caribe español; según José A. Piqueras, entre 1789 y 1821, 342.000 esclavos fueron llevados a Cuba. El mismo autor cita el ejemplo de Sebastián de Lasa, el primer comerciante que preparó una expedición a África en busca de esclavos. Era este originario del País Vasco, establecido en La Habana desde 1785 y muy relacionado con otros comerciantes y hacendados vascos residentes en la isla. Las iniciativas de esta índole abundan en el periodo indicado. Otro dato que se señala es el del peso de la participación de las embarcaciones catalanas en el comercio con Cuba, que alcanzó el 24,7 % de las españolas y que aportaron el 21,7 %  de los esclavos africanos durante los años citados.

El siglo XIX se inició con el negocio de la trata de esclavos en apogeo. A causa de las prohibiciones, el tráfico clandestino sustituyó al legal. En el Caribe español, especialmente en Cuba, su demanda crecía de mano de la expansión azucarera, que proporcionaba ingentes beneficios y que motivaba la subida del precio de los esclavos. El flujo de esclavos con destino a las islas caribeñas procedía principalmente de las posesiones españolas en el golfo de Guinea  —islas de Fernando Póo,  Annobon, Corisco y Elobey, además de la parte continental de la región del Muni­—.

Localización de los dominios españoles en el golfo de Guinea.

A causa de las prohibiciones del tráfico realizadas por Gran Bretaña (1807) y Estados Unidos (1808), el negocio quedó formalmente en manos de españoles, pero en la práctica se trataba de un negocio internacional.

El perfil del comerciante de esclavos español se explica bien a partir de casos como el de Salvador Samá Martí —citado por Piqueras, a quien seguimos—, quien además de dedicarse a este comercio era poseedor de ingenios azucareros e inversor en empresas financieras y de transporte. En 1860 fue ennoblecido por la reina por Isabel II con el título de marqués de Marianao. Uno de sus hermanos, Jaime Samá regresó a Barcelona hacia 1847 e invirtió en la industria textil algodonera.

El autor cita en su libro muchos otros ejemplos de comerciantes, marinos y funcionarios españoles dedicados a la trata de esclavos: los hermanos Cuesta Manzanal (León), Pedro Blanco y Fernández de Trava (Málaga), Eduardo Fesser (Cádiz), Bernabé Martínez (La Rioja), Juan Tomás Jáuregui (Navarra), Juan Madrazo (Cantabria), Antonio Frías (Canarias), los hermanos Vidal-Quadras (Cataluña), Juan Francisco Barrié (francés, afincado en La Coruña), Mariano Carbó (Cataluña), Domingo Marcos de Aldama (País Vasco), Joaquín Gómez Hano de la Vega (Cantabria), Jaime Tintó Miralles (Cataluña), Claudio Martínez de Pinillos (Cuba), etc. La lista se alarga mucho —se puede consultar el libro antes citado, donde aparecen mencionados bastantes personas dedicadas y enriquecidas, de una u otra forma, con la trata—. No es un tema baladí el hecho de que prácticamente todos ellos pertenecieran o se integraran en las élites de poder político, tanto de la colonia como del gobierno de Madrid, y también del poder financiero y comercial que tenía como centro Barcelona. Lograron tal consideración social que, como hemos visto, algunos de ellos fueron ennoblecidos.

Conclusión.

El tráfico de esclavos no fue un fenómeno ajeno al desarrollo colonial español. Por razones obvias, su principal centro se halló en Cuba y estuvo vinculado principalmente a las plantaciones azucareras, aunque no sólo a ellas. Los traficantes alcanzaron un enorme poder de presión sobre gobernadores, ministros y la misma Corona. Y ello a pesar de que hubo una corriente de opinión claramente en su contra —políticos como Agustín Argüelles o escritores como Blanco White—. Ese poder, de base económica, los llevó a pretender vincular sus intereses con los de la nación, presentando sus actividades como legales —que lo eran respecto las leyes españolas— y plenas de honorabilidad. El argumento principal era que la trata mantenía la plantación y, con ello, los ingresos fiscales del Estado.

Ingenio azucarero en Cuba. Fuente: Cuba Museo, http://cubamuseo.net/superior-collection/22

Algunos historiadores han llegado a hablar de la conformación de un “partido negrero” que surgiría a partir de 1870 y tendría como objetivos mantener la situación existente y evitar la prohibición del tráfico y la abolición de la esclavitud. Tal partido no existió como tal, pero sí existió un lobby de poder esclavista en que participaron relevantes figuras políticas tanto progresistas —Francisco Serrano, Juan B. Topete, Francisco Romero Robledo y otros—, como moderadas —marqués de Cáceres, marqués de Manzanedo, Antonio Cánovas del Castillo, etc.—

A lo largo del siglo XIX y, especialmente, tras la independencia cubana, muchos capitales obtenidos de las plantaciones cubanas y del comercio de esclavos llegaron a España, procurando un gran poder financiero a algunas familias de la élite política o económica.

Bibliografía

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El Orden Mundial (2018, 8 mayo). El comercio de esclavos durante la Edad Moderna. El Orden Mundialhttps://elordenmundial.com/mapas-y-graficos/comercio-de-esclavos/

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La sociedad del Antiguo Régimen

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