Martin Luther King en Washington (1963). Fuente: Infobae.
Hasta los años sesenta, en muchos estados norteamericanos se practicaba la segregación racial, una política muy parecida a la que protagonizó la Sudáfrica blanca: blancos y negros vivían separados, cada uno con sus barrios, colegios, lugares de ocio, etc., diferenciados en el espacio y en la calidad. Pero aún más grave era la desigualdad de derechos civiles y políticos: la población negra se veía discriminada al negársele el derecho al voto y la igualdad ante la ley.
Esta situación generó un movimiento de rechazo que fue cuajando a finales de los años cincuenta y principios de los sesenta en Estados Unidos. Ello se plasmó tanto a través de acciones individuales, como la negativa de Rosa Parks a levantarse de su asiento en un autobús para dejárselo a un pasajero blanco en 1955, conducta que la llevó a ser condenada por un tribunal de justicia, como a través de acciones colectivas, y, en este sentido, fue importante la creación de la NAACP (National Association for the Advancement of Colored People), organización que promovía el derecho al voto y la defensa de la población de color ante los tribunales. Más tarde fueron las iglesias las que lideraron la defensa de las personas de color.
Fuente: http://colorlines.com/archives/2010/12/rosa_parks.html
En la marcha antes citada, Martin Luther King pronunció un discurso emblemático para la defensa de los derechos de la población negra norteamericana, sintetizado todo él en la famosa frase I have a dream (yo tengo un sueño). Fue un discurso que denunciaba la situación de la población negra y reclamaba igualdad, libertad y fraternidad -los mismos postulados que animaron la Revolución Francesa de 1789-. Se inspiró en valores morales propios de toda la humanidad, en la ilusión de una sociedad integrada y justa para todos, no sólo para los negros. Expuso también la necesidad de una lucha pacífica, no violenta. Fue un discurso poderoso, que expresó, con gran calidad oratoria y literaria, unas ideas que calaron en amplios sectores sociales, incluso más allá de la población de color.
Martin Luther King fue asesinado por un hombre blanco en 1968, pero su mensaje permaneció y algunos han querido ver en la presidencia de Barack Obama la realización de ese sueño.
No obstante, aún queda mucho camino por andar. Aunque la discriminación legal ha desaparecido, siguen perviviendo las enormes desigualdades económicas y sociales entre la población blanca y la población negra. Desigualdades que incluso han aumentado como consecuencia de la crisis económica actual. Y hay detalles poco halagüeños: a la conmemoración celebrada el pasado 28 de agosto no asistió ningún presidente republicano.
El siguiente reportaje periodístico nos informa sobre la conmemoración del acto y del discurso.
Fuente: Informe Semanal. RTVE.
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