El secretario de Defensa norteamericano, Asthon Carter, visita Tallin. Fuente. EL PAÍS
Noticias recientes confirman que EE.UU. va a desplegar en algunos países de Europa del este (ver mapa) unos 250 tanques y más de un millar de vehículos blindados de infantería. La razón para este desplazamiento es la amenaza que algunos de estos estados dicen sentir tras la independencia y la posterior anexión de Crimea por parte de Rusia, así como también por el intervencionismo del gigante ruso en el conflicto del este de Ucrania.
Elaboración propia a partir de Google Earth |
Es cierto que la intervención rusa, directa e indirecta, se ha producido en las anteriormente citadas regiones de Ucrania. Pero esta reacción fue una respuesta a los acontecimientos ocurridos en Ucrania y que pueden repasarse en el siguiente eje cronológico:
Pero ahora nos ocupa la trascendencia de este despliegue de tropas. La actuación rusa en Ucrania puede considerarse una respuesta a los cambios de gobierno en Kiev -y es curioso como la UE y EE UU, tan poco proclives a reconocer experiencias revolucionarias en otros lugares, se apresuraron a legitimar lo que había sido un derrocamiento ilegal en toda regla-. Lo que Rusia estaba haciendo era marcar su hinterland irrenunciable: el Cáucaso, Ucrania y Bielorrusia. Zonas todas ellas con abundante población de origen ruso.
Ya estuvo clara esta política durante el conflicto de Georgia, cuyo gobierno también pretendió entrar en la UE y en la OTAN con el beneplácito americano, provocando un conflicto civil, en el que intervino Rusia, y durante el cual se escindieron algunas regiones georgianas.
La UE no ha mantenido una posición clara con Rusia y no tiene una política muy definida sobre este país, importante suministrador de energía a Europa, oscilando entre los intentos de acercamiento y el alejamiento crítico. Un planteamiento competitivo por la hegemonía de esos territorios no puede sino desembocar en un conflicto. Su principal objetivo debería ser estabilizar las fronteras orientales de la UE y para ello es fundamental el actor ruso.
La política de escalada bélica, ante una amenaza que no existe y cuya invocación responde más a criterios de política interior de estos países, no puede ser la solución a los problemas de esta región. La intervención norteamericana, aunque sea bajo el paraguas de la OTAN, se debe interpretar como una advertencia a Rusia; cosa que no parece necesaria en estos momentos.
La respuesta a la pregunta que da el título a la entrada es claramente que no. La Guerra Fría fue un conflicto delimitado temporalmente y cuyas causas ya han desparecido. Se trata de un conflicto de otro tipo, aunque tenga los mismo protagonistas: dos actores (Rusia y EEUU) y un escenario (Europa).
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