El conflicto libio: de la primavera árabe a la guerra civil


1. Primavera árabe y levantamiento armado

La primavera árabe fue un fenómeno que suscitó grandes esperanzas entre las poblaciones sojuzgadas de la mayor parte de los países del norte de África y del Oriente Próximo. Unas esperanzas que, salvo en el caso de Túnez y parcialmente de Marruecos, se malograron en el camino dando lugar a situaciones mucho peores que las que se proponían cambiar: guerras civiles (Siria, Libia), nuevas dictaduras (Egipto),… Pocas veces un proceso tan esperanzador acabó tan mal. Véase al respecto nuestra entrada: https://miradahistorica.com/2011/01/16/las-revoluciones-no-son-cosa-del-pasado/
Las repercusiones de la primavera árabe (también conocida como revolución del jazmín) llegaron a Libia de la misma manera que lo habían hecho a otros países del norte de África, pero su foco principal no surgió en la capital, Trípoli, sino en Bengasi, donde a principios de 2011 se produjeron diversas manifestaciones contra el régimen dictatorial de Gadafi. Esta ciudad se convirtió en el principal centro de oposición al régimen. Las manifestaciones se transformaron rápidamente en un levantamiento armado, algo extraño porque el país estaba sometido a un férreo control bajo la dictadura populista y filo-socialista de Gadafi, pero que se explica, como más adelante veremos, por la ayuda de algunas potencias occidentales. De las manifestaciones se pasó a la guerra civil sin solución de continuidad.
No fue casualidad que el conflicto empezase en el este de Libia. La región de Bengasi siempre había soportado mal el dominio del dictador, originario del oeste del país. La revuelta tenía antecedentes; ya en los años noventa del siglo pasado se originó allí una rebelión armada de cariz islamista que se sustentó en las profundas diferencias tribales existentes. No hay que olvidar que Libia es un país artificial, fruto de las divisiones territoriales postcoloniales.
Como Gadafi utilizaba su amplio poder aéreo para atacar a los sublevados, la Liga Árabe solicitó a la ONU la creación de una zona de exclusión aérea para proteger a los opositores y a la población civil en general. El plan había sido presentado por Francia, Reino Unido y Líbano, y finalmente apoyado con algunas reticencias por EE UU., para aplicarlo se emplearía a la OTAN. El gobierno socialista español también apoyó la resolución. Esta decisión dio lugar a un gran despliegue bélico porque los que se pretendía era no solamente evitar el despegue de cualquier aparato libio sino también atacar al régimen desde el aire y desde el mar, pero sin invadirlo por tierra. De esta forma los Estados occidentales comenzaron a bombardear Libia el 19 de marzo de 2011, dando por finalizada la misión a finales de ese año. Lo que había comenzado como una misión humanitaria para proteger a civiles se había convertido en un movimiento para derrocar a Gadafi mediante una guerra civil en la que el ejército regular apoyado por mercenarios se enfrentaba a los insurgentes apoyados por fuerzas extranjeras.

Despliegue militar occidental contra el régimen de Gadafi. Fuente: Wikipedia.

La actuación occidental se explica por la animadversión hacia Gadafi y su régimen, a pesar de que era un suministrador fiel de combustible, un promotor de importantes inversiones de capitales en países europeos y también un buen cliente económico, incluido el sector militar. Las extravagancias del líder, sus coqueteos con numerosos movimientos revolucionarios o grupos terroristas europeos y africanos, y su retórica antioccidental lo convertían en un país incómodo para los intereses occidentales.

Ataque contra fuerzas leales a Gadafi en 2011. Fuente: https://www.reuters.com/article/us-libya-decisions-4/special-report-the-wests-unwanted-war-in-libya-idUSTRE73011H20110401

Las causas del hundimiento del régimen de Gadafi son variadas e incluso contradictorias según las fuentes. Para unos Gadafi proporcionaba a su pueblo un cierto bienestar y colaboraba económicamente con los países africanos, pretendiendo aumentar su influencia en la región norte-africana, en competencia con Francia. Algo que este país no podía tolerar y que explicaría su posición claramente favorable al ataque de la OTAN. Sin embargo, según otros autores, existía un germen de descontento por varias razones: Gadafi, tolerado por su pueblo, pero no amado, no supo transformar su régimen y arrinconó al ala reformista de su gobierno. Tampoco existía ese modesto estado de bienestar al que aludía Botaya porque no se redistribuían equitativamente los beneficios del petróleo. Y, por último, la desatención a los jóvenes y su falta de perspectivas.
En pocos meses el régimen de Gadafi se derrumbó, caída que significó también su muerte al ser capturado por los rebeldes (20 de octubre de 2011). Se abrió entonces un gran vacío de poder en el que múltiples fuerzas, en un contexto en el que el tribalismo era poderoso, luchaban por imponerse sin que se pudiese hablar de un Estado libio. Desde ese momento la situación se caracterizó por la aparición de varios gobiernos enfrentados, de milicias descontroladas, de grupos yihadistas y de enfrentamientos tribales (tuaregs, tubus,…) .


Divisiones étnicas y regionales en Libia. Fuente: Wikipedi

2. El Estado fallido

El 7 de julio de 2012 se celebraron elecciones al nuevo Congreso General Nacional, órgano que sustituyó al Consejo Nacional de Transición, primer germen de estructura estatal surgido tras la desaparición de Gadafi. La victoria fue para la Alianza de Fuerzas Nacionales, de tenencia liberal aunque reconocía la Sharia  como fuente de derecho. Este nuevo Congreso concretó su objetivo en crear una constitución en el plazo de 18 meses. Tres meses después de las elecciones, el Consejo eligió a Ali Zeidan como primer ministro. Su gobierno se mostró incapaz de controlar a las milicias, de diferentes ideologías y orígenes tribales, sobre todo por la ausencia de un verdadero ejército nacional y de una policía estatal. La situación fue degradándose rápidamente. 
Paralelamente, el Congreso General fue radicalizándose y acercándose a los planteamientos islamistas, especialmente tras la elección de Nouri Abusahmain como presidente. Las ideas moderadas de Zeidan quedaron arrinconadas. En el este del país la influencia islamista también fue aumentand; los Hermanos Musulmanes egipcios, exiliados especialmente en la zona de Cirenaica, promovieron su movimiento mientras que Al Qaeda también ampliaba su influencia.
Así, en los primeros meses de 2014 el país se vio inmerso en múltiples conflictos de baja intensidad, pero descontrolados: fuerzas islamistas contra oponentes laicos, tribus contra tribus, ciudades contra ciudades. Una fragmentación creciente y explosiva. En este contexto, el 14 de febrero, el general Jalifa Haftar daba un golpe de Estado y exigía la disolución del Congreso General Nacional y la convocatoria de nuevas elecciones. Con el apoyo militar de varias unidades gubernamentales y de algunas milicias tribales atacó a las milicias islamistas en el este del país y tomó Bengasi. El 18 de febrero tomaron el parlamento de Trípoli. La propuesta del general Haftar obtuvo considerables apoyos militares y tribales, planteando la celebración de nuevas elecciones

Ataques y zonas controladas por el ISIS (2014-2016). Fuente: http://www.senat.fr/rap/r17-605/r17-605_mono.html

Estas nuevas elecciones –7 de julio de 2014– auparon al poder al gobierno moderado de Akila Saleh Issa, pero el gobierno anterior, que ahora estaba dirigido por una tendencia islamista próxima a los Hermanos Musulmanes se negó a entregarle el poder. Por ello el nuevo gobierno se instaló en Tobruk, desde donde intentó dirigir un país sumergido en el caos y en el que existían más de mil milicias distintas.
Desde entonces, el país ha quedado dividido en dos grandes alianzas: una en torno al gobierno de Trípoli, apoyado por la poderosa ciudad de Misrata, y otro en la región oriental en torno a las ciudades de Tobruk y Bengasi. En este segundo núcleo se impuso el general Haftar como hombre fuerte.

Milicias libias. Fuente: https://www.liberte-algerie.com/actualite/sud-de-la-libye-guerre-

 3. Los dos gobiernos. La guerra civil.

En diciembre de 2015, a través de la mediación de la ONU, se logró formar un nuevo gobierno de mediación dirigido por Fayez Al-Sarraj. Un gobierno débil amenazado por dos gobiernos alternativos: uno, islamista, en Trípoli y otro en Bengasi, encabezado por Haftar. Además el intervencionismo extranjero seguía activo; desde principios de 2016 Estados Unidos, Reino Unido y Francia habían mantenido una presencia armada en Libia –compuesta básicamente por drones y fuerzas especiales–. También Egipto había bombardeado puntualmente a grupos rebeldes. Este intervencionismo dificultaba las conversaciones de paz y la posibilidad de formar un gobierno unificado. En cualquier caso, la violencia proseguía en el país.

División política en 2015. Fuente: http://www.senat.fr/rap/r17-605/r17-605_mono.html

El gobierno del NGA es incapaz de gestionar el país porque el verdadero poder reside en las innumerables milicias. Entre ellas destaca la del general Haftar, la más poderosa. El general, un perfil semejante al del dirigente egipcio al-Sisi, comienza a ser visto como una posible solución al caos libio, aunque cuenta con pocos apoyos en el oeste del país donde temen que imponga un nuevo régimen autoritario. 
La división se ha mantenido hasta la actualidad. Incluso, en estos días, las fuerzas de Haftar están atacando Trípoli y controlan casi todo el país. El curso de los acontecimientos parece favorecer a Haftar, que ya controla el 77 % del territorio libio, incluyendo los principales yacimientos petrolíferos, mientras que el gobierno de Al-Sarraj solamente tiene bajo su poder el 6,5 %. 

División política actual de Libia. Fuente: https://elpais.com/internacional/2019/04/07/actualidad/1554651616_88

Las alianzas internacionales también se han definido respecto al enfrentamiento entre Haftar y al-Sarrat. Mientras el primero cuenta con el apoyo de Egipto, Emiratos Árabes, Arabia Saudí y las más novedosas de Rusia y Francia, el gobierno del NGA cuenta con el apoyo del resto de potencias europeas, especialmente Italia, Turquía y Qatar. Estados Unidos, por su parte, ha mantenido una posición menos definida. 

4. Las consecuencias del conflicto.

La preocupación europea por el posible desencadenamiento de una guerra es evidente. Las repercusiones económicas, humanitarias y políticas pueden ser enormes. 
La posibilidad de una caída de la producción petrolera es palpable –ataques a pozos, cierre voluntario de la producción como arma de presión,…–. La economía libia ya estaba hundida y una guerra solamente puede empeorar aún másuna situación ya catastrófica. También los migrantes atrapados en suelo libio se verían afectados por un indudable deterioro de su ya maltrecha situación, lo que puede impulsar el éxodo hacia Europa. Se calcula que actualmente hay en Libia casi un millón de personas esperando poder llegar a Europa.

Actividades petroleras en Libia. Fuente: http://www.senat.fr/rap/r17-605/r17-605_mono.html

Las disensiones en el seno de la Unión Europea se han hecho evidentes a causa del conflicto, en especial entre Francia e Italia. Cada una ha optado con más o menos claridad por alguno de los contendientes, en una competición por asentar su influencia en la zona: Italia como antigua potencia colonizadora y Francia por sus enormes intereses económicos en la zona. Las desavenencias europeas y el desinterés de la administración de Trump por el tema libio están abriendo la puerta a los interese rusos, que buscan la alianza con Haftar.
Una posible guerra civil generalizada en Libia más los problemas sociales en Marruecos y Argelia crean un contexto sumamente preocupante para Europa porque, entre otros aspectos, puede facilitar un resurgimiento del ISIS en Libia y un aumento de la influencia del islamismo radical. 
Bibliografia.
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Tamames, J. (2016). El futuro de Libia continúa siendo incierto. Estudios de Política Exterior. En: https://www.politicaexterior.com/actualidad/el-futuro-de-libia-continua-siendo-incierto/

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