Historia Contemporánea, Historia de España, Historia Moderna
Negreros españoles
Los conceptos
El concepto de negrero se refiere a todos los que intervinieron en las actividades de transporte y comercio de esclavos, especialmente de los procedentes de África. En España se han utilizado expresiones como “barco de negros” o “tratante de negros” desde el siglo XVI, lo que muestra la prontitud del fenómeno. La Real Academia de la Lengua, por su parte, define negrero como la persona dedicada a la trata de negros y lo hace sinónimo de esclavista.
Está extendida la creencia de que la esclavitud tuvo escasa importancia en los territorios españoles, tanto durante el Antiguo Régimen como en el siglo XIX. Esto es así porque, desde el mundo historiográfico y cultural español, se ha prestado escaso interés a dicho fenómeno. Pero basta comprobar el número de descendientes de esclavos africanos existente en los territorios coloniales españoles de América para darse cuenta de que dicha aseveración no es cierta. De la misma manera, en la península también fueron frecuentes los casos de esclavismo.
Contexto histórico.
El tráfico de esclavos fue una actividad económica de gran relevancia durante la Edad Moderna. En esta etapa, más de 12 millones de personas fueron trasladadas forzosamente desde África a América para esclavizarlas. En este sentido, los datos aportados por la organización Hutchins Center for African & African American Research (Universidad de Harvard) –citados por Moreno Rico– confirman que, entre 1501 y 1875, se trasladaron 12.521.335 esclavos. Un tráfico pracaticado por la mayoría de países europeos; la distribución de las principales banderas de los barcos negreros fue la siguiente:
País | Cantidad de esclavos trasladados |
Portugal | 5.848.266 |
Gran Bretaña | 3.259.441 |
Francia | 1.381.404 |
España | 1.061.524 |
Países Bajos | 554.336 |
Estados Unidos | 305.055 |
La larga pervivencia del fenómeno y los grandes beneficios que procuraba están relacionados con los inicios del capitalismo moderno —en esta relación fue fundamental la denominada ruta triangular— . Ver al respecto la entrada de este blog: https://miradahistorica.net/2021/01/21/la-ruta-comercial-triangular-los-inicios-de-una-economia-mundial/#:~:text=La%20ruta%20comercial%20triangular%20fue,continente%20africano%20al%20tr%C3%A1fico%20colonial.
Mediante esta ruta se promovió un tráfico comercial que, a costa de los esclavos, dinamizó las economías de Europa y de sus colonias americanas, generando una gran acumulación de capital que sirvió después para impulsar el desarrollo económico capitalista de algunos territorios europeos y americanos. Este comercio se realizó con la connivencia de los poderes políticos del momento, primero de las monarquías absolutas y, posteriormente, del Estado liberal. Ambos tipos de regímenes políticos promulgaron legislaciones que legalizaban el trabajo esclavo, así como los códigos disciplinarios que se les aplicaba.
No obstante, ya a finales del siglo XVIII y más intensamente en el siglo XIX, fueron surgiendo movimientos abolicionistas. Los primeros en demandar la supresión del tráfico de esclavos fueron los cuáqueros de Pensilvania en 1673. Después, la Ilustración contribuyó a fomentar un pensamiento humanitario que condenaba al esclavismo. Luego, algunas iglesias y la expansión del liberalismo y de las primeras teorías socialistas, consolidaron el abolicionismo. La fuerza de estas ideas se mostró en las sucesivas prohibiciones del tráfico de esclavos y, más tarde, con la supresión de la esclavitud. En fecha más tardía, ya en 1839, el papa Gregorio XVI condenó el comercio de negros. La plasmación cronológica de este proceso se inició en 1807, cuando Gran Bretaña prohibió el tráfico comercial de esclavos. España declaró ilegal la trata, por primera vez, mediante un convenio internacional, en 1817, pero el tráfico no desapareció; más tarde, España reafirmó su postura con otro convenio firmado con Gran Bretaña en 1835. Entre 1823 y 1869 se abolió la esclavitud en Hispanoamérica, en 1865 en Estados Unidos, en 1873 en Puerto Rico y en 1886 en España y en Cuba.
Las decisiones citadas no supusieron la desaparición drástica del tráfico de esclavos. La cantidad de esclavos trasportada desde África no disminuyó durante la primera mitad del siglo XIX. La demanda se mantenía porque el sistema económico de plantación –de frutas, azúcar o algodón– seguía requiriendo este tipo de mano de obra al no haber introducido ninguna medida para cambiar la organización del trabajo, que proporcionaba una buena rentabilidad si se empleaban esclavos. Solo a partir de 1850 comienzan a introducirse elementos innovadores: maquinaria agrícola movida a vapor, ferrocarriles, etc., elementos que contribuyeron a disminuir la demanda de esclavos.
El tráfico de esclavos en España en la etapa contemporánea.
A partir de 1789 se aplicó la libertad de trata de esclavos en todo el imperio español y tal comercio registró un gran impulso en el Caribe español; según José A. Piqueras, entre 1789 y 1821, 342.000 esclavos fueron llevados a Cuba. El mismo autor cita el ejemplo de Sebastián de Lasa, el primer comerciante que preparó una expedición a África en busca de esclavos. Era este originario del País Vasco, establecido en La Habana desde 1785 y muy relacionado con otros comerciantes y hacendados vascos residentes en la isla. Las iniciativas de esta índole abundan en el periodo indicado. Otro dato que se señala es el del peso de la participación de las embarcaciones catalanas en el comercio con Cuba, que alcanzó el 24,7 % de las españolas y que aportaron el 21,7 % de los esclavos africanos durante los años citados.
El siglo XIX se inició con el negocio de la trata de esclavos en apogeo. A causa de las prohibiciones, el tráfico clandestino sustituyó al legal. En el Caribe español, especialmente en Cuba, su demanda crecía de mano de la expansión azucarera, que proporcionaba ingentes beneficios y que motivaba la subida del precio de los esclavos. El flujo de esclavos con destino a las islas caribeñas procedía principalmente de las posesiones españolas en el golfo de Guinea —islas de Fernando Póo, Annobon, Corisco y Elobey, además de la parte continental de la región del Muni—.
A causa de las prohibiciones del tráfico realizadas por Gran Bretaña (1807) y Estados Unidos (1808), el negocio quedó formalmente en manos de españoles, pero en la práctica se trataba de un negocio internacional.
El perfil del comerciante de esclavos español se explica bien a partir de casos como el de Salvador Samá Martí —citado por Piqueras, a quien seguimos—, quien además de dedicarse a este comercio era poseedor de ingenios azucareros e inversor en empresas financieras y de transporte. En 1860 fue ennoblecido por la reina por Isabel II con el título de marqués de Marianao. Uno de sus hermanos, Jaime Samá regresó a Barcelona hacia 1847 e invirtió en la industria textil algodonera.
El autor cita en su libro muchos otros ejemplos de comerciantes, marinos y funcionarios españoles dedicados a la trata de esclavos: los hermanos Cuesta Manzanal (León), Pedro Blanco y Fernández de Trava (Málaga), Eduardo Fesser (Cádiz), Bernabé Martínez (La Rioja), Juan Tomás Jáuregui (Navarra), Juan Madrazo (Cantabria), Antonio Frías (Canarias), los hermanos Vidal-Quadras (Cataluña), Juan Francisco Barrié (francés, afincado en La Coruña), Mariano Carbó (Cataluña), Domingo Marcos de Aldama (País Vasco), Joaquín Gómez Hano de la Vega (Cantabria), Jaime Tintó Miralles (Cataluña), Claudio Martínez de Pinillos (Cuba), etc. La lista se alarga mucho —se puede consultar el libro antes citado, donde aparecen mencionados bastantes personas dedicadas y enriquecidas, de una u otra forma, con la trata—. No es un tema baladí el hecho de que prácticamente todos ellos pertenecieran o se integraran en las élites de poder político, tanto de la colonia como del gobierno de Madrid, y también del poder financiero y comercial que tenía como centro Barcelona. Lograron tal consideración social que, como hemos visto, algunos de ellos fueron ennoblecidos.
Conclusión.
El tráfico de esclavos no fue un fenómeno ajeno al desarrollo colonial español. Por razones obvias, su principal centro se halló en Cuba y estuvo vinculado principalmente a las plantaciones azucareras, aunque no sólo a ellas. Los traficantes alcanzaron un enorme poder de presión sobre gobernadores, ministros y la misma Corona. Y ello a pesar de que hubo una corriente de opinión claramente en su contra —políticos como Agustín Argüelles o escritores como Blanco White—. Ese poder, de base económica, los llevó a pretender vincular sus intereses con los de la nación, presentando sus actividades como legales —que lo eran respecto las leyes españolas— y plenas de honorabilidad. El argumento principal era que la trata mantenía la plantación y, con ello, los ingresos fiscales del Estado.
Algunos historiadores han llegado a hablar de la conformación de un “partido negrero” que surgiría a partir de 1870 y tendría como objetivos mantener la situación existente y evitar la prohibición del tráfico y la abolición de la esclavitud. Tal partido no existió como tal, pero sí existió un lobby de poder esclavista en que participaron relevantes figuras políticas tanto progresistas —Francisco Serrano, Juan B. Topete, Francisco Romero Robledo y otros—, como moderadas —marqués de Cáceres, marqués de Manzanedo, Antonio Cánovas del Castillo, etc.—
A lo largo del siglo XIX y, especialmente, tras la independencia cubana, muchos capitales obtenidos de las plantaciones cubanas y del comercio de esclavos llegaron a España, procurando un gran poder financiero a algunas familias de la élite política o económica.
Bibliografía
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Lobo Cabrera, Manuel (1990) La esclavitud en España en la Edad Moderna: su investigación en los últimos años. Hispania, L/3(176). https://accedacris.ulpgc.es/bitstream/10553/1484/1/1653.pdf
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Moreno Rico, Javier (2017) Hombres y barcos del comercio negrero en España (1789-1870)». Drassana: revista del Museu Marítim, 2017, Núm. 25, p. 66-89, https://raco.cat/index.php/Drassana/article/view/337832
Pérez, E. C. (2023). Familias esclavas en Sevilla, siglos XVI-XVII. Estudio de caso y perspectivas comparadas. Hispania, 83(275) https://doi.org/10.3989/hispania.2023.063
Piqueras, José A. (2021) Negreros. Españoles en el tráfico y en los capitales esclavistas. Madrid: Los Libros de la Catarata.
Rodrigo, M. y Chaviano, L. (eds.) (2017). Negreros y esclavos. Barcelona y la esclavitud atlántica (siglos XVI-XIX). Barcelona: Icaria.
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