La Iª Guerra Mundial modificó el mapa de Europa provocando el surgimiento de numerosos estados que adoptaron la democracia como forma de gobierno. Pero al poco tiempo, por causas diversas (veáse mapa conceptual), las dictaduras conservadoras y el fascismo hicieron su aparición. En parte surgieron debido a la propia incapacidad del liberalismo de tintes oligárquicos y de origen decimonónico para asimilar a las nuevas fuerzas sociales que la industrialización iba creando; en parte, obedecieron también a la necesidad de frenar cualquier posible amenaza revolucionaria.
La Gran Depresión de 1929 agravó el problema y fue la gran palanca que impulsó el auge del nazismo en Alemania. Por su parte, el totalitarismo soviético difundía igualmente la idea del combate contra el modelo democrático liberal, interpretado como instrumento de opresión por parte de la burguesía.
En suma, la democracia política se vió amenazada en Europa por fuerzas e ideologías muy diversas. Solamente en el oeste europeo y en los países nordicos esta se halló a salvo. Resulta paradójico hasta cierto punto que, para sobrevivir, la democracia liberal se tuviese que aliar, en la IIª Guerra Mundial, con el que había sido su enemigo comunista. El totalitarismo nazi y fascista se había covertido en el enemigo común, en el mostruo que pretendía devorarlos a ambos.
Bibliografía:
- Cabrera, M., Juliá, S., Martín, P. (comps.) (1991): Europa en crisis, 1919–1939. Ed. Pablo Iglesias, Madrid.
- González, Carmen (2000): “La Dictadura de Primo de Rivera: una propuesta de análisis”. Anales de Historia Contemporánea, 16. Universidad de Murcia.
- Casanova, Julián (2011): Europa contra Europa, 1914–1945. Crítica, Barcelona.
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