Manifestación de Amanecer Dorado en Grecia. RTVE
1. El contexto histórico.
En los últimos años las noticias sobre el resurgimiento de los grupos de
extrema derecha han proliferado en casi toda Europa. Han ganado cotas de poder
en las diversas elecciones celebradas, han convocado manifestaciones
callejeras, sus líderes han ocupado las portadas, en
suma han ido ganando poco a poco una visibilidad de la que antes carecían.
Tras la Segunda Guerra Mundial el extremismo de derechas,
vinculado ideológica y políticamente al fascismo italiano o al nazismo alemán cayó en un descrédito significativo cuando no en una larga postergación. La explicación resulta obvia; su derrota en la
guerra y la difusión de los aspectos más crueles e inhumanos de su actuación allí donde dominaron revelaron su auténtico rostro. Y daba miedo. Por otra parte, las potencias
victoriosas controlaron cualquier tipo de resurgimiento, al menos público, del fascismo político.
Así pues, durante bastante tiempo, la
extrema derecha vinculada a presupuestos ideológicos fascistas
o nazis, quedó reducida a grupúsculos muy ideologizados pero también muy reducidos. Incluso las dictaduras del sur de Europa
-Portugal, España y Grecia- procuraron desprenderse
de su parafernalia fascista y de su vinculación originaria
con esta ideología para abrazar el anticomunismo como
principal seña de identidad, elemento políticamente más correcto en aquella coyuntura.
También la fase económica expansiva de los años cincuenta y sesenta en la Europa occidental contribuyó a la marginalidad de
estos movimientos pues redujo notablemente el malestar social, que fue el
principal caldo de cultivo del florecimiento de estos movimientos.
No obstante hacia finales de los años ochenta del pasado siglo fue posible observar una
reaparición, política y
electoral, de estos partidos. El inicio de este proceso lo dio en 1984 el
Frente Nacional francés, que obtuvo casi un 11 % de los
votos en las elecciones europeas de ese año. Esta tendencia se extendió y consolidó por otros lugares de Europa: Bélgica, países escandinavos, Holanda, Italia,
etc.
Por otro lado, en la Europa oriental, dominada por los
partidos comunistas y la influencia soviética, las posibilidades del
resurgimiento de estos grupos eran nulas.
La situación comenzó a cambiar en los años noventa del siglo pasado. El
derrumbe del comunismo favoreció la aparición en los países de la Europa oriental, en un clásico movimiento de péndulo, de grupos que hicieron del
nacionalismo su principal bandera, no tardando en dotarlo de rasgos xenófobos y excluyentes; es posible afirmar que el vacío dejado por el comunismo fue reemplazado por el nacionalismo
como ideología identitaria de estos grupos. Pronto
comenzaron a buscar en los partidos de derechas o claramente fascistas de los años treinta sus referentes históricos. El
huevo ya estaba puesto, solamente había que dejarlo crecer.
La crisis económica iniciada en 2008 ha incidido
como un factor expansivo al posibilitar el acercamiento del discurso político ultraderechista a nuevos sectores sociales. Algunos
historiadores han asimilado este proceso al ocurrido en Europa durante los años 30, cuando, en un contexto económico muy deprimido, aparecieron partidos fascistas en varios
países. Es indudable que la actual crisis económica está incidiendo en el importante crecimiento
de estos grupos, pero ¿cómo lo hace?:
• La primera consecuencia es la
modificación de su discurso político, en el que va ganando fuerza la crítica a la Unión Europea y a sus políticas de austeridad. Se hacen eco, de esta forma, del
malestar de muchos ciudadanos agraviados por estas políticas.
• La crisis económica ha deteriorado la confianza de numerosos ciudadanos en
la eficacia de los sistemas democráticos para resolver su terrible
situación socioeconómica. Desde esta perspectiva la crítica a la democracia liberal no resulta un elemento extraño en el discurso de la extrema derecha.
• La extensión de las dificultades económicas entre amplias capas de la
población y la mayor competencia por el acceso al trabajo y a unos
servicios públicos cada vez más recortados suscitan rivalidades entre la población autóctona depauperada y la inmigración llegada en los años de bonanza. Esta circunstancia es
aprovechada y estimulada por estos movimientos.
A pesar de todo ello debemos afirmar que la crisis económica tiene una
incidencia relativa en este auge. El contexto nacional y la trayectoria histórica de cada país son también elementos de gran influencia para explicar la evolución de estos grupos. La prueba de que la relación entre los efectos de la crisis económica y el resurgimiento de los grupos racistas y fascistas no
es mecánica es el ejemplo mismo de España, donde estos grupos no han logrado, por ahora, incrementar
significativamente su presencia.
La aparición e incremento de la fuerza electoral
de estos partidos es un fenómeno que se ha extendido por casi
toda la geografía europea.
En el ámbito escandinavo, poco castigado por
la actual crisis económica, se ha dado un destacado auge de
estos movimientos:
·
En
Noruega, el Partido
del Progreso, llegó a conseguir un 22,9 % de los votos en las elecciones de
2009, con un mensaje centrado en los peligros de una “progresiva islamización” y en la propuesta de la limitación de la inmigración no europea. En las elecciones de
2013 descendió en votos -16,3 %- pero
logró entrar en el gobierno aliado con el Partido Conservador.
·
En
Finlandia, la formación Verdaderos Finlandeses se creó en 1995. Su
programa político alude a la eliminación de los subsidios de la política económica de la UE y a la limitación de la inmigración. En las elecciones de 2011 se
convirtieron en la tercera fuerza política del país con el 19,05 % de
los votos.
·
En
Dinamarca, el Partido
Popular danés ha aumentado su número de votos desde 1998, habiendo logrado el 13,8 % de los
votos en 2007. Se opone a la “islamización” y a la integración de los inmigrantes; reclama más soberanía propia dentro de la Unión Europea y, en política internacional, apoya incondicionalmente a Estados Unidos
e Israel.
Uno de los ejemplos más relevantes del ascenso de estos partidos
se ha producido en Francia donde el Frente Nacional de Jean Marie Le Pen, dirigido ahora por su hija Marine Le
Pen, ha mantenido un paulatino ascenso electoral plasmado en su reciente éxito en las elecciones municipales de este año. Su tradicional discurso xenófobo ha ido
variando al sumársele elementos de crítica al neoliberalismo y a la globalización que han calado en los sectores más castigados por la crisis económica: se
calcula que un 30 % de sus votantes procede de la clase trabajadora. Su política reclama el freno a la inmigración, la reimplantación del proteccionismo y el abandono
del euro. Se podría calificar de un programa
nacionalista que apoya la idea de un resurgir del sentimiento nacional francés en peligro por el sincretismo cultural y la globalización.
La abundancia de ejemplos referidos a este aumento del peso
de los partidos populistas o fascistas -Austria (con el FPÖ y el BZÖ), Bélgica
(Vlaams Belag), Holanda (Partido de la Libertad), Italia (Liga Norte), Hungría (Jobbik), Grecia (Amanecer Dorado), etc.- queda
reflejado en el siguiente mapa.
El aspecto más preocupante es que una parte del
mensaje ideológico sustentado por estos grupos ha
sido incorporado por los partidos de la derecha tradicional. El nacionalismo,
la xenofobia, la crítica al multiculturalismo han sido
asumida por políticos como Nicolás Sarkozy, Merkel o David Cameron –o el mismo PP español- cuando proponen medidas como la
expulsión de los inmigrantes europeos sin trabajo para reducir las
ayudas sociales (Alemania), la expulsión masiva de algunas etnias (gitanos
rumanos por Sarkozy), el freno total a la inmigración (Cameron), retirada de la cobertura sanitaria a los
inmigrantes irregulares (Rajoy), etc. Este mensaje va calando en la opinión pública europea y ganando dosis de
respetabilidad en el debate político.
Puede que sea cierta la idea de que en Europa se está abriendo una fractura política muy significativa entre el nacionalismo y la globalización, entre el proteccionismo y el neoliberalismo, incluso entre
una élites europeístas y unas poblaciones cada vez más desencantadas con una Unión Europea
vista como causante de todas sus desgracias económicas. Esa
fisura está siendo aprovecha por estos grupos
políticos que arrebatan apoyos electorales tanto a la izquierda
como a la derecha tradicionales.
Bibliografía.
SIMÓ, Patricio (2013): “El auge de la extrema derecha”. EL PAÍS, 18/10/2013.
CASALS, Xavier (2013): “El éxito
electoral neonazi en Eslovaquia: la protesta contra los gitanos”, Blog de Xavier Casals.
Consultado en https://xaviercasals.wordpress.com/tag/neofascismo/
CASALS, Xavier (2011): “La extrema derecha europea: una
tendencia creciente”. Observatori
del Conflicte Social. Yearbook 2011.
CASALS, Xavier (2001): “Una nova extrema dreta”. Papers de la Fundació Rafael Campalans, nº 126.
ANÓNIMO (2011): “El auge de la extrema derecha en Europa, en el ojo del huracán”. Libertad
Digital. Consultado en: http://www.libertaddigital.com/mundo/2011-07-30/el-auge-de-la-extrema-derecha-en-europa-en-el-ojo-del-huracan-1276431160/
MARTÍNEZ DE RITUERTO, R. (2011): “La ultraderecha amenaza Europa”. EL PAÍS. 25/07/2011
HERNÁNDEZ, Aitor (2012): “L’impacte de la crisi sobre l’extrema dreta europea”. Fundació Catalunya-Europa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario