Aproximación al populismo

Fuente: EL PAÍS

La victoria electoral de Trump en Estados Unidos ha servido, entre otras cosas, para poner en la palestra el concepto de populismo. En las tertulias televisivas, en los medios escritos, incluso en análisis más académicos no se duda en calificar al nuevo presidente norteamericano de populista. Pero observamos también que el mismo calificativo se emplea para definir -o acusar- a Podemos, a algunos regímenes políticos de izquierda en Latinoamérica, al Frente Nacional francés o a los grupos xenófobos y nacionalistas que pupulan actualmente por Europa. Es extraño que un mismo concepto sirva para definir situaciones tan variadas.
La utilización política del término, utilizado como forma de desacreditación llena de connotaciones negativas, viene a complicar aún más el uso del concepto. Es cierto que tradicionalmente han predominado los análisis y las definiciones peyorativas del mismo, connotaciones que finalmente han quedado asociadas al término.
Una primera acepción de populismo, de raíz académica, se refiere a aquella ideología que divide la sociedad en dos grupos antagónicos: el pueblo y la élite -los buenos y los malos-. Desde esta dicotomía se enfatiza la soberanía nacional o popular, considerándola como la única fuente de poder capaz de legitimar las actuaciones contra la élite, situada como una parte no integrada en el pueblo. Esta “expulsión” se asemeja a la que hicieron  los revolucionarios franceses de 1789 cuando no consideraron a la nobleza como parte de la nación. Desde esta perspectiva la ideología que fracciona la sociedad puede ser  tanto de izquierdas como de derechas. De hecho, esta división ideológica pasa a un segundo plano siendo la prioridad la división pueblo-oligarquía.
En los momentos actuales y en el marco europeo y norteamericano la élite es identificada como la minoría de dirigentes vinculados a la globalización, a las grandes empresas multinacionales, a los políticos “profesionales”, a los medios de información tradicionales, a los líderes y funcionarios de las instituciones internacionales, etc. Al mismo tiempo, se acusa de populistas a todas las fuerzas políticas que cuestionan total o parcialmente el modelo de democracia liberal o el capitalismo neoliberal..
El historiador argentino Ezequiel Adamovsky en su interesante artículo ¿De qué hablamos cuando hablamos de populismo? expone una breve historia del término y como se ha utilizado históricamente para referirse a realidades muy distintas: bolchevismo, nazismo, macartismo, peronismo, etc. [Ver mapa conceptual]


A partir de los años sesenta y setenta del pasado siglo se fueron concretando algunas características de esta ideología: personalismo, emocionalidad o irracionalidad, unanimismo, etc. En un intento por aclarar el concepto el historiador Ernesto Laclau publicó  una nueva interpretación que venía a incidir más sobre el discurso que sobre la composición política o social de estas fuerzas. Según él era el discurso ideológico y político el que organizaba al pueblo en oposición a las élites dominantes, siendo este el elemento fundamental del populismo, visto como una radicalización de la democracia liberal que busca mayor igualdad. Este uso proporciona al concepto un cariz positivo.
En cualquier caso este término, al convertirse en un arma de desacreditación política, ha perdido su capacidad interpretativa y ha sido vaciado de contenido. No obstante, debemos subrayar algunos matices que aclaran las diferencias entre los populismos de izquierda y los de derecha.
La primera diferencia aparece en la identificación de los problemas y en las políticas que ofrecen para solucionarlos. Así, por ejemplo, para los populistas de derecha uno de los principales problemas es la inmigración mientras que para los populistas de izquierda serían las desigualdades socioeconómicas.
La segunda diferenciación estaría en el mismo concepto de pueblo. Para el populismo de derecha el pueblo vendría definido por la etnia o la religión, para el de izquierda sería la ciudadanía -que incluye a todos los apartados por las élites- el elemento definidor.

BIBLIOGRAFÍA.
      Adamovsky, E. (2015). ¿De qué hablamos cuando hablamos de populismo?. Anfibia. Recuperado de: http://www.revistaanfibia.com/ensayo/de-que-hablamos-cuando-hablamos-de-populismo-2/
      Hermet, G. (2008). Populismo, democracia y buena gobernanza. Barcelona: Ed. El Viejo Topo.
      Laclau, E. (2005). La razón populista. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
      Pérez Colomé, J. (2016). De Trump a Podemos: qué es exactamente el populismo. EL PAÍS. Recuperado de: http://politica.elpais.com/politica/2016/11/14/actualidad/1479150607_282338.html
      Zanatta, L. (2014). El populismo. Madrid: Ed. Katz.

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