Buscar este blog

Mostrando entradas con la etiqueta África. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta África. Mostrar todas las entradas

viernes, 3 de enero de 2025

Guinea Ecuatorial: de colonia a dictadura.

El colonialismo español en África, en la etapa contemporánea, nunca ha gozado de mucho interés historiográfico. Y cuando este ha aparecido, normalmente se ha circunscrito al protectorado marroquí o al antiguo Sahara español. Menos fortuna aún ha tenido el estudio de Guinea Ecuatorial, la Guinea Española, como se denominó durante el dominio colonial. De esta manera, los rastros de la presencia española en el África negra tienden a difuminarse o, sencillamente, a olvidarse. De vez en cuando, algún éxito literario o cinematográfico, como el que obtuvo la película Palmeras en la nieve (2015), basada en la novela homónima de Luz Gabás (2012) otorga visibilidad a este fenómeno, pero siempre de forma pasajera.

Sin embargo, la relación entre Guinea y España se mantiene, aunque sea a unos niveles testimoniales y fundamentada principalmente en  lazos personales o religiosos. Aquí reside el grueso de la oposición guineana que ha tenido que exiliarse ante la persecución de Obiang, el tirano que gobierna el país desde hace décadas. Algunas empresas españolas, pocas, trabajan también en el país, lo mismo que ONG's y misioneros católicos que proceden de España.

Localización de Guinea Ecuatorial en África. Fuente: http://scielo.isciii.es/

La historia lejana.

El territorio de Guinea Ecuatorial –la parte continental y cinco islas próximas– estuvo bajo la dominación colonial portuguesa hasta el siglo XVIII. Entre 1777 y 1778 estos territorios fueron cedidos a España –mediante los tratados de San Ildefonso y de El Pardo– formando parte de un lote territorial que se intercambió por la isla de Santa Catalina, situada en el sur de Brasil y en poder de España. El enclave tenía un gran interés por su situación para controlar el tráfico de esclavos y el comercio en el Golfo de Guinea. Tras algunos períodos de dominio inglés, los territorios pasaron definitivamente a estar controlados por España en 1858, cuando se dejó una guarnición permanente.

La presencia española se intentó reforzar mediante el asentamiento de esclavos cubanos emancipados, a los que más tarde se sumaron represaliados políticos. La parte continental se convirtió oficialmente en protectorado en 1885 y en colonia en 1900. Tanto el territorio insular como el continental se unirían con el estatus de colonia en 1926. Por su parte, el modelo económico colonial se fundamentó en las plantaciones de cacao.

En esta etapa de principios del siglo XX culminó el proceso de desaparición de las estructuras tribales tradicionales, al tiempo que se impuso un modelo administrativo típico de los países europeos. La colonización modificó la organización y el funcionamiento social existente, alterando las relaciones de dominio basadas en la jerarquización anterior o en las relaciones étnicas y creando una nueva estratificación social que determinará, más adelante, el control del poder político.

Catedral de Malabo. Fuente: http://top-lugares-para-visitar.blogspot.com.es/

En la etapa franquista, el territorio colonial adquirió el carácter de región, denominándose Región Ecuatorial Española (1959), dividida a su vez en dos provincias: Fernando Poo y Rio Muni. Paralelamente, y al igual que ocurría en las colonias africanas de otras potencias europeas, fueron surgiendo los primeros grupos independentistas. La inclusión plena en el régimen político del franquismo ocurrió en 1960, cuando se celebraron las primeras elecciones locales, así como la elección de los primeros procuradores guineanos en las Cortes franquistas. Poco más tarde, en 1963, se sometió a referéndum un proyecto de autonomía que fue aprobado por amplia mayoría, momento a partir del cual el país tomó el nombre de Guinea Ecuatorial. No obstante, la metrópoli continuó presente a través de un comisionado especial con bastantes poderes. 

La fuerte inercia del proceso descolonizador africano llegó a Guinea en 1965, cuando la Asamblea General de la ONU pidió a España la descolonización del territorio. Proceso que culminaría en 1968 con la independencia total. Los primeros deseos independentistas fueron promovidos por terratenientes de origen español, descontentos por el trato recibido de la metrópoli, que utilizaron el sistema educativo para fomentar el ideario independentista. Las posiciones del gobierno español y la de los grupos independentistas fueron opuestas sobre la forma de llevar a cabo la independencia; por ejemplo, los habitantes de la isla de Fernando Poo –actual Bioko–, habitada por los bubis, pretendió una independencia separada, cosa que no logró.

Mapa de Guinea 

La historia desde la independencia.

El 11 de agosto de 1968 se produjo un referéndum para la independencia bajo la supervisión de un grupo de observadores de la ONU. El proyecto político mantenía las formas democráticas, pero con un poder judicial muy dependiente del presidente, es decir con un fuerte presidencialismo. Tras las primeras elecciones presidenciales, con cuatro candidatos, fue elegido presidente Francisco Macías Nguema, que contó con el apoyo de los movimientos nacionalistas guineanos y que, para muchos, era el hombre de paja de los sectores coloniales aún dominantes. El 12 de octubre de 1968 se proclamó oficialmente la independencia del país.

Casi inmediatamente comenzó la deriva dictatorial del país. En enero de 1969, el líder de la oposición fue asesinado. En marzo de ese mismo año un extraño intento de golpe de Estado fue aprovechado por Macías para acabar con la oposición e instaurar claramente una dictadura. El fallido golpe –o falso, según otros historiadores– fue utilizado por el dictador para incitar también el antiespañolismo, produciéndose una crisis diplomática entre Guinea y España como resultado de la cual se retiraron las últimas tropas españolas que allí quedaban.

Macías implantó entonces una dictadura concentrando en su persona todos los poderes del Estado. En 1970 creó un partido único: el PUNT (Partido Único Nacional de los Trabajadores). Dos años más tarde, en 1972, se proclamó presidente vitalicio. Su régimen se concentró en el tema de la seguridad interna, a lo que dedicó todos los recursos, descuidando la administración de otras políticas públicas –transporte, salud, obras públicas, …–, por lo que el país retrocedió a unos estándares de vida muy inferiores a los que disponía en la etapa colonial. Otras medidas profundizaron los errores: enfrentamientos con la Iglesia Católica, cierre de las escuelas, deportación masiva de los trabajadores nigerianos que cultivaban el cacao, ... Todos estos factores provocaron el colapso de la economía guineana hacia finales de los setenta. A esta catastrófica situación se sumó la pérdida de un tercio de la población guineana, generalmente los sectores más formados, que tuvo que exiliarse huyendo del régimen de terror que impuso Macías. A las prácticas represoras tradicionales se sumó el uso de las asentadas creencias populares en la brujería para atemorizar y controlar a la población, práctica que continúa hasta hoy en día.

Manuel Fraga y Francisco Macías en la ceremonia de independencia (1968). Fuente: http://espacioseuropeos.com/

La deteriorada situación del país y el flirteo del dictador con el bloque comunista propinaron un golpe palaciego. El 3 de agosto de 1979 Macías fue derrocado y ajusticiado por su sobrino, el teniente coronel Teodoro Obiang Nguema, formado como militar de carrera en España. Este constituyó un Consejo Supremo Militar que concentró las tareas de gobierno. Poco tiempo después, en 1982, este Consejo nombró a Teodoro Obiang presidente para siete años, mientras se aprobaba una nueva constitución. Para intentar solucionar la complicada situación económica, Teodoro Obiang integró a Guinea en la órbita económica francófona, ingresando en la Comunidad Económica y Monetaria del África Central y adoptando –en 1985– el franco CFA como moneda. El nuevo régimen realizó dos convocatorias de elecciones generales –en 1983 y 1988– pero en ambas solamente se presentó una única lista de candidatos. Para las elecciones presidenciales de 1989, Obiang fundó el Partido Democrático de Guinea Ecuatorial (PDGE), presentándose como candidato único. Fue reelegido.

Al principio, se intentaban disimular los rasgos dictatoriales del régimen, menos brutal que el de Macías, pero igualmente opresivo. Así, en 1991 pareció iniciarse una tímida apertura democrática, condición que reclamaban países como España o Francia, facilitadores principales del apoyo económico y financiero del país. Ello permitió un cierto pluralismo en las elecciones generales de 1993, aunque de catorce partidos inscritos, diez fueron prohibidos. Las elecciones fueron ganadas por Obiang que acumuló los poderes de jefe de gobierno y jefe de Estado. En las posteriores convocatorias electorales, Obiang siempre resultó ganador con más del 90 % de los votos. Sus victorias electorales sirvieron para crear unas instituciones basadas en la desigualdad y en la corrupción, además de la represión. Así, en las elecciones celebradas en noviembre de 2017, el partido del presidente obtuvo el 98 % de los votos, cifra que habla por sí sola.

 Campaña electoral del partido de Obiang: PDGE.
Fuente: http://www.abc.es/ 

La economía del país sufrió un vuelco en 1996, cuando se descubrieron importantes yacimientos de petróleo y gas en aguas guineanas del Golfo de Nigeria. La petrolera estadounidense Mobil inició la explotación de los yacimientos, que representaron una importante fuente de ingresos para el país. Guinea es el tercer productor petrolero del África negra, tras Nigeria y Angola. De hecho, el flujo petrolero ha incrementado las tasas de crecimiento del país, pero sus efectos apenas si se notan en las condiciones de vida de la población; de hecho, el 60 % de los guineanos vive con un dólar al día. Sin embargo, su PIB per cápita es más alto que países como España, Corea del Sur o Nueva Zelanda; ello da una idea de la enorme desigualdad existente. ESta riqueza ha fomentado, en un país donde no existe ningún control de las acciones de gobierno, la proliferación de las prácticas corruptas, como recientemente ha demostrado la condena en Francia del hijo del presidente, Teodorín Obiang, a tres años de prisión por corrupción.

A pesar de esta inyección de riqueza, la situación política apenas ha variado. La represión de varios líderes opositores de la etnia bubi –Obiang pertenece a la etnia fang, mayoritaria– transformo los problemas políticos en problemas étnicos. El régimen ha logrado, sin embargo, una mayor aceptación en los escenarios internacionales sin necesidad de ninguna mejora democrática.

Yacimientos de gas y petróleo en las aguas de Guinea Ecuatorial. Fuente: http://i.imgur.com/rMNJfiM.png
 

En la actualidad.

En la mayor parte de los procesos de descolonización se produjo una continuidad de las estructuras económicas y sociales existentes, reduciéndose el cambio a una sustitución de las élites dominantes. Ello ocurrió también en Guinea. De hecho, el clan de la familia Nguema es el que ha ocupado el poder en el país desde la independencia. Su actual régimen político es una dictadura que en nada desmerece otros ejemplos continentales como la de Mugabe –recientemente apartado del poder por un golpe militar–.

Hasta el descubrimiento de sus recursos energéticos el país estaba condenado a la insignificancia y a la marginalidad, lo mismo que su régimen político que pasaba más bien inadvertido. Esa situación cambio desde finales de los noventa del siglo pasado. El régimen contó, desde entonces, con el interés y el apoyo de los Estados Unidos, mientras que otras potencias como España o Francia habían mantenido unas políticas más críticas. El apoyo norteamericano ha servido también para que otras organizaciones internacionales le abriesen las puertas, como la UNESCO o la Unión Africana.

Esta alianza con Estados Unidos está detrás del fracaso del golpe de estado que en 2003 intentó la oposición, dirigida por Severo Moto. La vinculación de los mercenarios que iban a protagonizar el golpe con Gran Bretaña, sugiere una lucha soterrada por el control de los recursos guineanos entre las grandes potencias.

Entrevista entre Obama y el embajador guineano en Estados Unidos. Fuente: http://www.guineaecuatorialpress.com/

Tradicionalmente se ha asociado al continente africano con dictaduras políticas y pobreza económica. Y si bien es cierto que este panorama ha cambiado desde los tiempos de la descolonización no lo ha hecho con suficiente fuerza como para mejorar la vida de la mayoría de sus habitantes. En África todavía quedan 17 países que pueden ser catalogados como dictaduras, uno de los cuales es Guinea Ecuatorial. Teodoro Obiang lleva 37 años ininterrumpidos en el poder y según algunas organizaciones  de referencia como Amnistía Internacional o Human Rights Watch su régimen es uno de los más represores del mundo.

La importancia geopolítica que adquiere la ex-colonia española resulta destacable si tenemos en cuenta que, actualmente, el Golfo de Guinea, además de ser una importante zona de producción energética, es también una región clave en los flujos marítimos, amenazados por la piratería y donde el crimen organizado y el terrorismo yihadista están aumentado su presencia. Esto explica la presencia naval española y de otros países europeos en la zona así como la implicación de los Estados Unidos en Guinea y el alejamiento del país de la influencia francesa. La presencia española, muy reducida económicamente, debería aumentar para preservar un papel en una zona de creciente importancia global. Pero para estas relaciones se profundicen hay que abogar por la consecución de un cambio político que instaure un sistema político democrático.

El patrullero Atalaya zarpa hacia aguas del Golfo de Guinea. Fuente: http://www.europapress.es/

Bibliografía.

Amorós, Alba (2017) Quedan demasiados «Mugabes» en África. ABC. Recuperado de  http://www.abc.es/internacional/abci-quedan-demasiados-mugabes-africa-201711231001_noticia.html

Hornero, J. (2011). Guinea Ecuatorial, el Golfo de Guinea y España: consideraciones geopolíticas y de seguridad. Instituto Español de Estudios Estratégicos, 046/2011. Recuperado de http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_opinion/2011/DIEEEO46_201GuineaEcuatorialxGolfodeGuineaEspana_.pdf

Muakuku, R. I. (2006). Conflictos étnicos y gobernabilidad: Guinea Ecuatorial. Barcelona: Ediciones Carena.

Naranjo, J. (2017). Obiang reúne más del 98% de votos en unas elecciones tachadas de fraudulentas por la oposición. EL PAÍS. Recuperado de https://elpais.com/internacional/2017/11/13/actualidad/1510581262_165294.html

Saldaña, E. (2015). Guinea: el re-cambio colonial. Recuperado de https://elordenmundial.com/2015/12/28/guinea-el-re-cambio-colonial/

Suárez, L. (2017). Guinea Ecuatorial, cara y cruz. Recuperado de http://blogs.publico.es/verdad-justicia-reparacion/2017/11/25/guinea-ecuatorial-cara-y-cruz/

Wikipedia. (2017, diciembre 11). Guinea Ecuatorial. En Wikipedia, la enciclopedia libre. Recuperado de https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Guinea_Ecuatorial&oldid=104063225


Esta entrada fue publicada originariamente el 18 de diciembre de 2017

jueves, 2 de enero de 2025

Leopoldo II de Bélgica, el rey genocida.

  1. Leopoldo II de Bélgica, empresario colonial. 

Leopoldo II de Bélgica –rey entre 1865 y 1909– es un personaje peculiar, además de uno de los mayores genocidas de la historia. Fue el único soberano europeo que fue de hecho dueño privado de una colonia, el llamado Estado Libre del Congo, un territorio que administró como si se tratara de una empresa particular. Era "su" colonia, no del país.

Leopoldo II. Fuente: //bookmarkzero.

Bélgica era, en la segunda mitad del siglo XIX, un país joven. Su pequeño tamaño hacía inviable cualquier rivalidad con las grandes potencias del momento –Gran Bretaña, Francia, Alemania–, arrojadas a una carrera colonial muy competitiva. La consecuencia fe que Bélgica se quedó sin colonias y eso no constituía precisamente un elemento de prestigio en aquel tiempo. Pero su soberano se propuso remediar la situación y lo consiguió. De hecho, como afirma Vargas Llosa, Bélgica, o su soberano, fue el único país que se convirtió en una gran potencia colonial sin disparar un solo tiro.

Mapa de Bélgica. Fuente: Wikipedia.

Leopoldo II comenzó pronto a mostrar interés por el continente africano. Pero ese interés se manifestó a través de una construida mentira. El monarca se fue fraguando una imagen pública de benefactor y protector altruista de los salvajes y paganos pueblos africanos. Para fortalecer esta imagen propagandística envió misioneros y financió estudios sobre las condiciones de vida de estos pueblos, mostrándose también como un fervoroso antiesclavista. En este contexto convocó una Conferencia Geográfica en Bruselas (1876); no se trató de un encuentro político, sino más bien social, ya que asistieron exploradores y diversos científicos. Su objetivo fue establecer unas normas para proteger a los habitantes del continente de la trata de esclavos, práctica común entonces. De esta Conferencia surgió la Asociación Internacional Africana (AIA). Una organización que era una simple tapadera que ocultaba los verdaderos propósitos del rey. Poco después, en 1879, esta asociación promovió una expedición por el río Congo que se prolongó durante diez años, hasta 1889, y que estuvo dirigida por el explorador inglés Henry Morton Stanley. Gracias a estas acciones, Leopoldo II adquirió una apropiada imagen de filántropo, de patrón que se preocupaba por los temas humanitarios. A través de esta campaña publicitaria logró manipular al pueblo belga, poco proclive a aventuras coloniales. Todos estos aspectos sirvieron para tapar la cruda realidad de una explotación colonial despiadada. 

Expediciones de Stanley. En verde la de 1874-7; en azul la de 1888-89. Fuente: wikimedia.org

Su interés por la carrera colonial y por obtener una área de influencia tenían como objetivo situar a Bélgica entre las grandes potencias coloniales del momento. Con base en estas premisas, Leopoldo II logró que, en la Conferencia de Berlín (1884-1885), las grandes potencias coloniales le regalaran el Congo, un inmenso territorio –80 veces más grande que Bélgica–, con el objetivo de que lo abriera al comercio, lo cristianizara y aboliera la esclavitud. Se reconocía así la creación del Estado Libre del Congo como una propiedad personal del rey, no del Estado belga. Para configurar su posesión con una mínima base jurídica, Leopoldo había mandado a Stanley que firmara pactos con los reyes locales por los que sus territorios se convertían en "Estados libres" pero cedían a la AIA los derechos de explotación de sus tierras. Toda una engañifa. Fue así como se constituyó el denominado Estado Libre del Congo.

Mapa de África resultado de la Conferencia de Berlín de 1885. Fuente: http://acento.com.do/

Para el control del territorio, Leopoldo envió un ejército mercenario de 16.000 hombres, procedentes de diversos países europeos, pagado de su propio bolsillo. Este ejército implantó un régimen de trabajos forzados basado en la esclavitud y las mutilaciones.

 

Trabajadores del caucho. Foto de Alice Seeley Harris. Copyright Anti-Slavery International y Autograph ABP.

Un ejemplo de este régimen de trabajo era el de la tala de árboles; un trabajo previo que necesario para despejar la selva antes de plantar. El trabajo se realizaba por hombres no encadenados, pero para controlarlos los soldados habían secuestrado antes a sus mujeres e hijos. Si escapaban o no realizaban el trabajo previsto, les cortaban las manos a los rehenes.

Los historiadores difieren en la cuantificación de este genocidio. La mayoría opta por constatar que aproximadamente un tercio de la población congoleña fue exterminada –perecieron entre 10 y 13 millones de personas–, la mayoría entre 1885 y 1908.

En la colonización del Congo no hubo ninguna resistencia al invasor. La enorme división de pueblos y culturas desconectados o enfrentados entre  imposibilitó una reacción conjunta frente a un colonizador mucho mejor organizado y armado que cortó desde el principio cualquier iniciativa que cuestionara su dominio.

Los países europeos tardaron en reaccionar. Hasta 1903, fallecida ya la reina Victoria de Inglaterra, prima de Leopoldo, no se elaboró ningún informe al respecto. El gobierno británico envió al Congo a Roger Casement para que elaborara un informe al respecto. Esta investigación –informe Casement– llevó al gobierno británico a exigir la revisión de la concesión del Congo al rey belga. Como consecuencia de las presiones desencadenadas a nivel internacional, Leopoldo II cedió al parlamento belga la administración del territorio (1908), pero a cambio de que este le indemnizara por la cesión con el equivalente actual de unos 140 millones de euros.

Bélgica continuó explotando el Congo hasta 1960, fecha de su independencia. Las explotaciones de caucho fueron sustituidas por la minería –cobre, cobalto, uranio. Algunas grandes empresas mineras lograron administrar a su libre albedrío la región de Katanga, donde se concentraban los mayores y más ricos yacimientos mineros.

Región de Katanga. Fuente: Google Maps y elaboración propia.

La conclusión que podemos extraer de este proceso de colonización creo que ya la ha realizado y resumido Vargas Llosa a la perfección: «Durante un cuarto de siglo, por lo menos el Congo fue desangrado, esquilmado y destruido en una de las operaciones más crueles que recuerde la historia, un horror solo comparable al Holocausto. Pero, a diferencia de lo ocurrido con el exterminio de seis millones de judíos por el delirio racista y homicida de Hitler, ninguna sanción moral comparable a la que pesa sobre los nazis ha recaído sobre Leopoldo II y sus crímenes, al que muchos europeos, no solo belgas, todavía recuerdan con nostalgia, como un estadista que, venciendo las limitaciones que la historia y la geografía impuso a su país, hizo de Bélgica por unos años un país imperial.»

 3. La explotación del Congo y la literatura.

Resulta curioso el contraste existente entre el relativo desconocimiento que, en general, se tiene de la colonización y del genocidio ocurrido en el Congo durante el dominio del rey belga, sin duda el más cruel del colonialismo, y el gran interés que el tema ha suscitado entre los escritores a lo largo del tiempo.

El primero que se hizo eco de esta tragedia fue Joseph Conrad, quien en su novela El corazón de las tinieblas (1899) narró el viaje del protagonista por el río Congo. Ese protagonista narra de primera mano las atrocidades que se cometían en ese territorio. Poco más tarde, el escritor francés Octave Mirbeau también le dedicaba su atención en la novela LA 628-E8 (1907). Y recientemente será Mario Vargas Llosa quien en su novela El sueño del celta (2010) haya divulgado, apoyado en numerosas fuentes, los crueles excesos de la explotación del Congo a través de una biografía de Roger Casement.

4. Bibliografía.

Cortés, J. L. (2007). Historia contemporánea de África. Madrid: Mundo Negro.

Ferro, Marc. (2005) El libro negro del colonialismo: del siglo XVI al siglo XXI. De la exterminación al arrepentimiento. Madrid: La Esfera de los Libros.

Hernández Sandioca, E. (2014). El colonialismo (1815-1873): Estructuras y cambios en los imperios coloniales. Madrid: Síntesis.

Leopoldo II de Bélgica. (2017, agosto 25). En Wikipedia, la enciclopedia libre. Recuperado a partir de https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Leopoldo_II_de_B%C3%A9lgica&oldid=101373336

Van den Brule, Á. (2016). La brutal vida de Leopoldo II, uno de los peores villanos de la Historia . El Confidencial. Recuperado a partir de https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2016-05-01/la-brutal-vida-de-leopoldo-ii-uno-de-los-peores-villanos-de-la-historia_1192510/

Vargas LLosa, M. (2008). La aventura colonial. EL PAÍS. Recuperado a partir de https://elpais.com/diario/2008/12/28/opinion/1230418811_850215.html

VV. AA. (2010). La tragedia del Congo. La Coruña: El Viento.

 

Publicada originariamente el 17 de octubre de 2017

martes, 14 de marzo de 2017

Hambre en África

La entrada se ha publicado anteriormente en mi nuevo blog Sobre Historia: https://sobrehistoria.es/


Periódicamente aparecen en las noticias imágenes terribles de niños o adultos muriéndose de hambre en África. Estos días las hemos podido ver de nuevo anunciando una nueva crisis humanitaria provocada por el hambre, dicen que la peor desde 1945. Las hambrunas, en el continente africano, son, desgraciadamente, un tema recurrente. En realidad podemos afirmar que siempre están ahí, latentes hasta que se intensifican y se convierten en noticia para los medios informativos. Se trata de un problema estructural en algunas regiones del continentes que, no obstante, podría solucionarse si existiese una intención clara de hacerlo.


Distribución de alimentos en Etiopía. Fuente: http://www.dw.com/

La insuficiencia alimentaria no surge por la ausencia de alimentos sino por su mala o imposible distribución y porque estos se han convertido también en objetivo de los movimientos especulativos de los grandes fondos de inversión que buscan exclusivamente el beneficio económico inmediato, lo que ha provocado un constante aumento del precio de los alimentos.

Evolución del precio de los alimentos. Fuente: http://www.worldwatch.org/

Las causas de las crisis humanitarias provocadas por la falta de alimentos son varias. La primera causa del hambre es la pobreza extrema. En los países afectados por las hambrunas el 60 % de la población es pobre, y de ellos aproximadamente la mitad padece pobreza extrema. Los condicionantes naturales suelen no ser favorables -sequías, inundaciones, agricultura de subsistencia- pero no son la principal causa, en ocasiones ni siquiera pueden considerarse tal cosa -Sudán del Sur en un país fértil-. Es la intervención humana la que provoca la tragedia. En este caso son los conflictos bélicos los desencadenantes pero llueve sobre mojado. Mientras que en los últimos años se ha logrado un importante avance en el control de enfermedades endémicas del continente; el número de afectados por el VIH, la malaria o la tuberculosis se ha reducido una media del 35 %, la desnutrición solamente ha bajado un 1 %.

En estos momentos convergen cuatro grandes crisis alimentarias: Sudán del Sur, Yemen, Somalia y Nigeria. Entre las cuatro suman más de 20 millones de afectados. Las cuatro comparten algunos elementos comunes: una sequía prolongada consecuencia del fenómeno meteorológico conocido como El Niño, que afecta normalmente a la zona del Sahel y al sureste del continente, la existencia de conflictos bélicos que provocan gran número de desplazados y desestructuran las sociedades, la incapacidad de los Estados –casi todos fallidos–  para ayudar a sus poblaciones y las dificultades de los organismos internacionales y de las ONG para establecer misiones de ayuda.

Ya hemos mencionado el papel del Niño entre las causas de las actuales hambrunas. Cuando este fenómeno aparece las lluvias sobre las zonas tropicales del África austral disminuyen notablemente. Ello incide más negativamente sobre el Sahel, cuyo proceso de desertización es evidente desde hace décadas; esta transformación  ocurre no solamente por la reducción de la precipitación sino también por su aleatoriedad, lo que dificulta la seguridad de los cultivos y acentúa la precariedad de las poblaciones.

Consecuencias mundiales de El Niño. Fuente: https://www.climate.gov

Un análisis más pormenorizado de cada una de las zonas donde se están produciendo las crisis humanitarias nos permite comprender mejor las distintas casuísticas.

En Nigeria, el área afectada por la hambruna es el noreste del país. Esta es la región donde Boko Haram –grupo yihadista aparecido en el contexto del auge del extremismo islamista en el Sahel– actúa más frecuentemente y donde tienen lugar los principales enfrentamientos con las tropas gubernamentales. Ello provoca la destrucción de aldeas y cosechas, los desplazamientos de poblaciones empobrecidas y la aparición del hambre. El conflicto, además se ha internacionalizado, afectado a Níger, Chad y Camerún; en estas zonas se calcula que el hambre azota a unos 7 millones de personas de los cuales unos 3 millones son desplazados.


El joven país de Sudán del Sur es otro de los afectados por la crisis alimentaria, muy grave en algunas regiones. En este caso la causa principal de la hambruna es la guerra civil desencadenada en el país y que enfrenta a las fuerzas leales al presidente Salva Kiir con las del vicepresidente Riek Machar desde hace tres años; el enfrentamiento ha generado un gran número de desplazados y constituye también un ejemplo de la utilización del hambre como arma de guerra al impedir el acceso de ayuda a determinadas áreas. También la sequía ha contribuido a agravar el problema, siendo el resultado de todo ello la tremenda elevación del precio de los alimentos (un 800 %) y su escasez. En Sudán del Sur se calcula que pueden estar afectadas por el hambre unos siete millones de personas.


Regiones de Sudán del Sur afectadas por la hambruna. Fuente: http://es.globedia.com/

Desde principios de 2017 hay declarada una alerta por hambre en Somalia. La situación comienza a parecerse a la crisis humanitaria que padeció el país en 2011; la extraordinaria sequía del año pasado, que debía de haber sido húmedo, ha empujado a huir a la población civil que ha perdido su ganado y sus escasas cosechas. La situación política es además compleja; Somalia es un estado fallido sumido en una interminable guerra civil y donde el yihadismo islamista es una fuerza importante. La población no puede esperar nada de sus autoridades. Aquí la hambruna afecta a unos 5 millones de personas.

Yemen vive una crisis que tiene su origen en el mismo momento de su creación como Estado (ver entrada: Yemen, la guerra silenciada) y que se prolonga desde entonces. Una guerra civil convertida en un conflicto internacional ha destruido gran parte del país -ciudades, infraestructuras, cosechas,…-, creando una grave crisis humanitaria en la que unos 20 millones de personas necesitan ayuda alimentaria para poder sobrevivir, especialmente la población infantil. El cerco marítimo y aéreo a que está sometido el país impide la llegada fluida de ayuda y la presencia de grupos del Estado islámico dificulta la actuación de las organizaciones humanitarias que pueden distribuir ayuda.

La hambruna en África constituye una verdadera crisis humanitaria. Es un problema, añadido a otros muchos, que ensombrece el porvenir del continente e impide un desarrollo sostenido. Nos enfrentamos a situaciones que se han convertido en un círculo vicioso de difícil solución. Las organizaciones humanitarias de las Naciones Unidas y las ONG puede paliar el problema pero para resolverlo hay que acabar con los conflictos armados, desarrollar estructuras políticas estables y promover una actuación decidida de la comunidad internacional en favor del desarrollo económico de estos países. Si no se actúa, rostros de niños famélicos e imágenes de adultos convertidos en despojos humanos volverán a llamar a la puerta de nuestra conciencia en un futuro no muy lejano.

BIBLIOGRAFÍA.
Abdallah Noor, R. (2014). El hambre oculta de África. EL PAIS. Retrieved from http://elpais.com/elpais/2014/09/04/planeta_futuro/1409847468_107365.html
Defensa, E. d. A. E. d. l. (2015). África. Madrid: Ministerio de Defensa.
Echart, E. C., & Santamaría, A. C. (2006). África en el horizonte. Madrid: Los Libros de la Catarata.
Laorden, C. (2017). La hambruna ataca en Sudán del Sur. EL PAIS. Retrieved from http://elpais.com/elpais/2017/02/20/planeta_futuro/1487586940_715497.html
Rieff, D. (2016). El oprobio del hambre. Madrid: Taurus.
Rojas, A. (2017). El año de las cuatro hambrunas. EL MUNDO. Retrieved from http://www.elmundo.es/internacional/2017/02/26/58b1b177268e3e893e8b45ca.html

domingo, 22 de enero de 2017

Sáhara Occidental: un conflicto enquistado

La entrada se ha publicado anteriormente en mi nuevo blog De Historiahttps://sobrehistoria.es/  

sahara
Mapa del Sáhara español
La descolonización del Sáhara español y su posterior reparto entre Marruecos y Mauritania provocaron un enfrentamiento militar entre el Frente Polisario por un lado y Marruecos y Mauritania por otro. El conflicto bélico surgió nada más abandonar España el territorio en 1976 y, a partir de 1991, se transformó en un problema político internacional que lleva cuarenta años enquistado y sin que se perciba una posible solución a corto plazo.
Actualmente es uno de los territorios no autónomos que está supervisado por el Comité de Descolonización de la ONU, por lo tanto conserva todavía el estatus de territorio colonizado. No obstante, está ocupado casi totalmente por Marruecos que lo considera una provincia más., aunque su soberanía no está reconocida por las Naciones Unidas.
autoridades-del-sahara-en-los-an%cc%83os-60
Autoridades del Sáhara español en El Aaiún. Años sesenta. Fuente: Archivo General de la Administración
Un poco de historia.
España era la potencia administradora del Sáhara desde finales del siglo XIX. La ola descolonizada que apareció  en los años sesenta del pasado siglo impulsó la Resolución 3.292, de diciembre de 1974, sobre la descolonización del Sáhara español; en ella se pedía el aplazamiento del referéndum de autodeterminación que España estaba dispuesta a convocar y se solicitaba un informe previo a la Corte Internacional de Justicia –o Tribunal de La Haya–. Al año siguiente el Tribunal de La Haya rechazaría las aspiraciones marroquíes sobre el territorio. Hasta ese momento la postura española era favorable a la autodeterminación de los saharahuis.
Los habitantes del Sáhara, por su parte, ya habían iniciado la lucha por la independencia con la creación la OALS –Organización Avanzada para la Liberación del Sáhara–, eje de la aparición de lo que podemos denominar nacionalismo saharaui y que tuvo en Mohamed Sidi Brahim Basir (Basiri) a su principal líder. La organización se creó en 1968 con la función de recabar apoyos internacionales y de desplazar a los dirigentes tradicionales, más proclives a colaborar con España. A pesar de proponer una vía pacífica, se produjeron diversas manifestaciones y altercados con las tropas españolas.
Poco más tarde, en mayo de 1973, se creó el Frente Popular de Liberación de Saguia el Hamra y Rio de Oro, el Frente Polisario. El nuevo grupo tenía ya un objetivo claro: la independencia del Sáhara y al formación de un Estado propio.
Esta organización ya no vació a la hora de atacar a las tropas españolas situadas en el Sáhara y sabotear la explotación de fosfatos de FosBucraá. Estos ataques fueron incrementándose hasta provocar la deserción de numerosas tropas nativas –Tropas Nómadas alistadas en el Ejército español–, pero se frenaron en septiembre de 1975 y, en conjunto, causaron muy pocas víctimas en ambos bandos. Mientras tanto el Frente Polisario había ido ganado apoyo entre la población saharaui.
TFGP.
Tropas Nómadas desfilando en El Aaiún en 1962. Fuente: El Diario Montañés.
Marruecos había mostrado desde el momento mismo de su independencia en 1956 su deseo de constituir un “Gran Marruecos” que abarcara desde el Mediterráneo hasta Senegal. Su interés por el Sáhara español no era nuevo por tanto.
La aparición del Frente Polisario y la crisis del gobierno español por la enfermedad de Franco hicieron pensar a Marruecos que la situación era propicia para su intervención en el proceso descolonizador. Además, el rey Hassan II había visto amenazado su trono a través de sendos intentos de golpes de Estado protagonizados por el Ejército, por esa razón la reclamación del Sáhara le servía también para desviar la atención hacia problemas externos.
Hassan II preparó la invasión del territorio saharaui a través de la Marcha Verde, un gigantesco movimiento de población civil, unas 300.000 personas, y de militares, unos 20.000, que pretendía atravesar la frontera. Este hecho hubiese significado un “casus belli” si España hubiese pretendido detener la marcha por la fuerza. Tanto el gobierno español como el rey marroquí sabían que en 1975 ya no se podía iniciar una guerra colonial, impopular a todas luces. Y aún menos cuando el régimen franquista se enfrentaba a una gran incertidumbre ante la próxima muerte del dictador.
marcha_verde_9
Marroquíes en la Marcha Verde con el Corán en la mano. Fuente: Libertad Digital Historia
La consecuencia de la presión marroquí fue la firma del llamado Acuerdo de Madrid, en noviembre de 1975. En este documento España transfirió la administración de la colonia a Marruecos y Mauritania, desdiciéndose de la doctrina mantenida hasta entonces que era favorable a la autodeterminación. En febrero de 1976 España culminó el abandono del territorio.
Algunos autores afirman, no obstante, que la decisión del abandono estaba ya tomada en octubre de 1975, al igual que se había pactado con Marruecos la Marcha Verde y todo ello con el beneplácito de Estados Unidos. Tanto la potencia estadounidense como Francia apoyaron la anexión marroquí porque, en el marco de la Guerra Fría, se consideraba al Frente Polisario un instrumento de Argelia y, por ende, de la URSS. Las Fuerzas Armadas españolas también consideraron un peligro para las islas Canarias la existencia de un Sahara independiente y prosocialista.
La guerra.
Al día siguiente de la salida de España del territorio saharaui, el Frente Polisario proclamó la República Árabe Saharaui Democrática. Entre esa fecha y principios de 1976  esta organización había sido capaz de crear una importante estructura militar y de iniciar una guerra de guerrillas contra Marruecos. Al mismo tiempo, una parte importante de la población saharaui inició un éxodo hacia campamentos situados en Tinduf, Argelia.
Los primeros años del conflicto mostraron la efectividad militar saharaui que logró dos cosas: derrotar a Mauritania, con la que firmó un Acuerdo de Paz en 1979 por el que esta renunciaba a la parte del territorio que le correspondía –que fue ocupado militarmente por Marruecos de forma inmediata–, y hacer comprender a Marruecos que una victoria militar no era posible.
A partir de 1981 cambiaron las características del conflicto y se sucedieron diversas batallas en campo abierto que se saldaron con sendas victorias saharauis –Güelta Zemmur por ejemplo–. Estas dificultades militares llevaron a Marruecos a construir, entre 1981 y 1987, un muro defensivo de más de 2.000 kilómetros. Este tenía la finalidad de evitar los ataques y las infiltraciones del Frente Polisario y de asegurar las tierras fértiles y los yacimientos mineros.
lasituationactuelledusaharaoccidental
Situación actual del Sahara Occidental. Fuente: Diploweb.com
Simultáneamente a los enfrentamientos con Marruecos el Frente Polisario intentó impedir la explotación por otros países de lo que consideraba sus recursos naturales. Por ello no dudó en atacar a pesqueros españoles que faenaban en aguas saharahuis o atentar contra las instalaciones mineras, donde también causaron bajas españolas
El conflicto se prolongó hasta 1991, año en el que se firmó un alto el fuego con la ONU como intermediaria. El Acuerdo de Paz comportó también el inicio de un proceso político que debía conducir a la celebración de un referéndum de autodeterminación.
La paz y el enfrentamiento político.
La clave de la nueva situación era la celebración y el resultado del referéndum. Ante la posible victoria de las tesis del Frente Polisario en el plebiscito, Marruecos adoptó un táctica dilatoria para permitirle repoblar el territorio con población marroquí.
El referéndum estaba previsto para principios de 1992 pero Marruecos planteó el tema de la composición del censo electoral. Las controversias sobre esta cuestión se alargaron hasta 1998 sin hallar ninguna solución. Mientras tanto la ONU mandó al Sahara una misión formada por observadores, funcionarios y militares –Minurso–; su misión era controlar el censo de habitantes y vigilar el alto el fuego. Aunque su mandato se ha ido prolongando hasta llegar a la actualidad, su poca efectividad la ha desacreditado ante todas las partes.
Los diversos planes para la solución del conflicto fueron encallando en una vía muerta. El Plan Baker (2001) que proponía una autonomía del Sahara bajo la soberanía de Marruecos fue rechazado por el Frente Polisario. Después el plan de Kofi Annan de dividir el Sahara en dos partes, una para Marruecos y otra para los saharauis, no fue aceptado por Marruecos.
La aparente tranquilidad que logró el alto el fuego se rompe en ocasiones. Así en 2005 se produjo una ola de grandes protestas contra la ocupación marroquí. Lo mismo ocurrió en 2010 esta vez con numerosos fallecidos y heridos saharahuis. En 2016 se acrecentaron las tensiones entre Marruecos y el Frente Polisario con amenazas de los saharahuis de volver a la lucha armada.
Conclusiones.
El conflicto del Sahara occidental permanece enquistado sin que se vislumbre una solución a corto plazo. Aunque la razón jurídica y moral esté de parte del Frente Polisario, la praxis política y las relaciones geopolíticas internacionales están en su contra. El origen prosocialista y el claro apoyo argelino, cuando aún la Guerra Fría era una losa insoslayable, restó simpatías al Frente Polisario entre los gobiernos occidentales. Al mismo tiempo, su existencia y su lucha se situaba en el contexto del enfrentamiento entre Argelia y Marruecos por controlar el Magreb.
Desaparecida la Guerra Fría surgió la idea de que el apoyo al Frente Polisario y la creación de un Estado saharaui solamente contribuiría a la inestabilidad de la región porque sería un Estado fallido: poca población, fronteras indefendibles, eje de rutas de comercio ilegal o de traficantes, etc. Esta percepción se agravó más con la aparición de grupos islamistas radicales en la región, aunque resulta poco verosímil la acusación marroquí de que el Frente Polisario colabora con estos grupos.
La tesis marroquí cuenta con el apoyo de Francia y Estados Unidos, que ven en Marruecos un baluarte en el convulso mundo árabe. La Unión Europea también la apoya aunque con más tibieza y prestando ayuda humanitaria a los saharauis. Además, los reconocimientos de España y Francia de la pertenencia del territorio a Marruecos ha debilitado el respaldo internacional del Frente Poliasario. Por otra parte, los apoyos políticos internacionales al Frente Polisario se circunscriben a numerosos estados africanos y algunos latinoamericanos, pero con escasa capacidad de influencia.
Se trata, por otro lado, de un conflicto propio de la descolonización, de un problema propio de tiempos pasados que actualmente solo tiene una importancia residual en la escena internacional, mucho más preocupada por el terrorismo islamista o la estabilidad del mundo árabe.
En la situación actual parece evidente que la prolongación del "status quo” favorece a Marruecos, que va consolidando su presencia en el territorio. El Frente Polisario, por su parte, sufre el desgaste de una política que no ha conseguido objetivos destacables ni consolidar esperanzas para su población. Replantearse ahora la reanudación del conflicto armado puede ser una opción pero ello, aparte de que no le garantiza la victoria, convertiría la región en un avispero político y militar. Probablemente la renuncia a posturas intransigentes por ambas partes contribuya a encontrar una solución.
polisario-3
Vehículo Blindado del Frente Polisario. Fuente: El Confidencial Saharaui
Bibliografía.
Barreñada, I., & Ojeda, R. (2016). Sahara Occidental 40 años después. Madrid: Los libros de la Catarata.
Boukhari, A. (2004). Las dimensiones internacionales del conflicto del Sahara Occidental y sus repercusiones para una alternativa marroquí. Documento de Trabajo Real Instituto Elcano, 16/2004.
Cánovas Martí, L. (2002). Sahara Occidental, la guerra olvidada. Clío, 6.
Fuente, I. (2011). Sahara Occidental: origen, evolución y perspectivas de un conflicto sin resolver. Documento Marco del Instituto Español de Estudios Estratégicos, 08/2011. Retrieved from http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_marco/2011/DIEEEM08-2011SaharaOccidental.pdf
Fuente, I., & Mariño, F. M. (2006). El conflicto del Sahara Occidental. Madrid: Ministerio de Defensa.
Gómez Justo, J. C. (2013). El Frente Polisario: la historia de un movimiento de liberación nacional vivo. Revista Internacional de Pensamiento Político, 8.
Quarante, O. (2012). Resistencia obstinada del pueblo saharaui. Le Monde Diplomatique en español, 197, 1.
Sahara Occidental. (s.f.). Wikipedia. Recuperado el: 18/01/2017 de  https://es.wikipedia.org/wiki/Sahara_Occidental
Szmolka, I. (2013). El conflicto del Sáhara Occidental en el marco de la primavera Árabe. Revista de Investigaciones Políticas y Sociológicas, 12.

viernes, 23 de marzo de 2012

La rebelión tuareg en Malí: la descolonización que no cesa

Desde el mes de enero de este año se está desarrollando una verdadera guerra civil en Malí; en ella se enfrentan los tuareg y el ejército maliense. Apenas  ha aparecido en los medios de comunicación españoles, donde parece interesar poco lo que ocurre en la región del Sahel.




A pesar de su relativa cercanía a nuestra península y de la importancia estratégica que tiene todo lo que en ella ocurra para vecinos tan relevantes como Marruecos o Argelia, se trata de una región un tanto olvidada. Solamente cuando hay alguna hambruna, un secuestro de occidentales o un golpe de Estado salta a la actualidad como ha ocurrido ahora con Malí.


El Sahel es una de las más inestables de África. La mayor parte de sus problemas proceden del proceso de colonización y de una descolonización que no respetó los intereses de los pueblos de la zona, creando estados artificiales que solamente respondían al interés de las potencias colonizadoras, Francia en este caso. Malí es un ejemplo paradigmático de ello; bajo unas mismas fronteras se unen dos pueblos distintos, enemigos históricos: los tuareg al norte, de cultura y lengua bereber (representan alrededor del 10 % de la población), y los de origen y cultura negra, que son mayoritarios pero divididos a su vez en diversas etnias, al sur. No obstante, la religión predominante en los dos pueblos es la musulmana , lo cual podría constituir un nexo de unión.

La integración de la población tuareg por parte del Estado maliense no se ha logrado y sus deseos de independencia han permanecido latentes. Ello se ha manifestado en sucesivas rebeliones:
  • 1964-65: el motivo fue una reforma agraria que atentaba contra las tierras tradicionales de los tuareg. La revuelta  se convirtió en una guerra de guerrillas que perdieron las tribus tuareg.
  • 1990-96: esta vez el objetivo era la consecución de la independencia o, al menos, de la autonomía. Se desarrolló en Malí y en Níger y el conflicto concluyó con un acuerdo que pretendió la integración de los tuareg en la vida política, en el ejército y en la vida económica del país.
  • 2007: también afectó a Malí y Niger. Su desencadenante fue el fracaso de la política de integración pactada en los acuerdos finales del anterior conflicto. 
La actual rebelión se inserta, por tanto, en un conflicto que estaba latente y es una manifestación más del mismo. Pero también puede contemplarse en el contexto de las denominadas revoluciones árabes y en el deseo de libertad de poblaciones tradicionalmente oprimidas. Su causa parece estar en la tradicional discriminación que padecen los tuareg y en la aspiración del grupo político que los representa (el  MNLA  o Movimiento Nacional de Liberación de Azawad) de lograr la independencia del territorio tuareg -conocido por ellos como Azawad-. En esta lucha son apoyados por otras tribus marginadas del poder en Mali. De la misma manera, cuentan también con la ayuda de numerosos militares tuareg del disuelto ejército de Gadafi.
Zona denominada Azawad

La rebelión tuareg afecta a las regiones del norte del país, aunque los rebeldes avanzan hacia el sur en estos momentos. Ha sido el descontento militar por estos avances y por las limitaciones a su actuación (políticas y logísticas) lo que ha ocasionado el golpe de Estado en Malí.


Hasta la caída de Gadafi, la zona era el escenario del enfrentamiento estratégico entre Argelia y Libia, siempre con la sombra francesa detrás. La antigua potencia colonial, y los países occidentales en general, observan con preocupación esta región donde la inestabilidad política, los problemas económicos y la debilidad de los Estados está favoreciendo la penetración del radicalismo islámico.

Las elecciones celebradas durante la Segunda República

El régimen político de la Segunda República española (1931-1939) significó la ruptura con la preponderancia secular del conservadurismo soci...