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Las elecciones generales de 1977 en España



Votantes en un colegio electoral. Fuente: El Periódico. https://wordpress.com/post/miradahistorica.net/2809

Con esta entrada inauguramos una serie que pretenderá analizar la evolución del mapa político español desde la Transición hasta 2019. En esta ocasión estudiaremos la conformación del mapa político español en las primeras elecciones generales democráticas (15/06/1977), en las que ya se marcaron unas constantes que tardarían en desaparecer. Es evidente que el tema electoral es una cuestión que enlaza con numerosos aspectos sociales, económicos y políticos, temáticas sobre las que no podemos profundizar en tan breve espacio, aunque sí señalaremos sus principales imbricaciones.

El contexto

El fracaso del gobierno de Arias Navarro para iniciar las reformas necesarias que condujesen hacia un régimen democrático, impulsó al REy a acometer un cambio de gobierno nombrando a Adolfo Suárez presidente de gobierno (5/7/76)

La primera medida política de calado del nuevo presidente se dirigió a legalizar a los partidos políticos, pues sin su concurrencia no puede existir la democracia. En la España que salía de la dictadura no existía ningún partido democrático y homologable a nivel europeo que fuera legal. Para cumplir este objetivo, el primer paso fue la ampliación de la Ley sobre el Derecho de Asociación Política en junio de 1976 (Ley 21/1976). Poco después, en julio de 1976, Adolfo Suárez modificó el Código Penal eliminando los delitos de opinión política, hecho que suprimía las últimas trabas legales para poder legalizar a los partidos políticos.

A principios de abril de 1977 se habían legalizado 115 partidos políticos. Aunque todavía no lo estaban todos: el Partido Comunista de España fue legalizado algo más tarde, a mediados de abril de ese año, debido a la oposición de los sectores inmovilistas del franquismo y de las Fuerzas Armadas. Aún más tarde se legalizaron los partidos republicanos y de la extrema izquierda, lo que les impidió presentarse a las elecciones. Algunos tuvieron que hacerlo mediante candidaturas independientes, sin sus siglas ni símbolos.

Su segunda gran medida reformista fue la aprobación de la Ley para la Reforma Política por las Cortes franquistas (18/11/1976) y su ratificación en referéndum el 15 de diciembre de ese mismo año; el camino para la implantación de un régimen democrático en España estaba abierto. Lo esencial de esta ley era que hacía posible la convocatoria de unas elecciones democráticas así como la creación de un marco institucional y legal para realizarlas. Aunque la oposición democrática rechazó el proyecto por la desconfianza que les inspiraba Suárez, tras su aprobación en referendum parte de ella decidió cooperar con el gobierno en este aspecto.

En esta ley se establecieron las premisas fundamentales para el desarrollo de las elecciones y el nombramiento de diputados y senadores. Entre las decisiones que luego fueron adoptándose destacaremos:

  • Sustitución de las Cortes franquistas por un Parlamento bicameral compuesto de dos cámaras, Congreso y Senado, con 350 diputados el primero y 207 senadores elegibles más 41 que eran nombrados directamente por el Rey el segundo.
  • La elección del sistema D’Hondt como método para asignar los escaños del Congreso. Se trata de un sistema proporcional que tiende a favorecer más a los partidos que ganan en una circunscripción, especialmente en las circunscripciones pequeñas, que también salían favorecidas por el reparto de escaños. Para el Senado se adoptó un sistema mayoritario simple y un mismo número de senadores para cada provincia (4 a excepción de las islas y Ceuta y Melilla).
  • El número de diputados atribuidos a cada provincia, que fue la circunscripción para las elecciones generales, dependía de la población. Una asignación que ha cambiado poco a lo largo del tiempo. Debido a esa atribución resulta más costoso en votos obtener un diputado en las provincias más pobladas que en aquellas más vacías, que se hallaban sobrerepresentadas en relación con su población. Vamos a explicar esto mediante un ejemplo referido a 2019:
    • En Girona un diputado “cuesta” 87.400 votos; en Ávila 45.500 votos y en Madrid 137.000 votos.
  • Por estas razones, un partido con más votos totales a nivel nacional puede tener menos diputados en el Congreso que otro con menos votos totales.
Portadas de diversos diarios del 19 de noviembre de 1976. Fuente: https://cadenaser.com/ser/2016/11/18/politica/1479459818_207348.html

Las elecciones

Nuestro interés se centrará exclusivamente en las elecciones al Congreso, por su mayor importancia política. De la multitud de partidos y alianzas que se presentaron, únicamente 13 formaciones obtuvieron representación parlamentaria. El partido ganador fue la Unión de Centro Democrático (34,4 % de los votos), partido creado apresuradamente por Adolfo Suárez y que agrupaba a formaciones y personalidades que podemos calificar de centro-derecha. El segundo partido más votado fue el PSOE (29,3 %), dirigido por Felipe González, que representaba una izquierda moderada en la acción, aunque más radical en el discurso. A mucha más distancia les siguieron Alianza Popular, una formación heredera en parte de los restos sociológicos del franquismo, que estaba dirigida por Manuel Fraga (8,2 %) y el Partido Comunista de España- Partit Socialista Unificat de Catalunya (9,3 %), dirigido por Santiago Carrillo. El otro gran partido nacional, de ideología socialista, el Partido Socialista Popular, de Enrique Tierno Galván, logró el 4,46 % de los votos. De todos estos grupos, solamente dos siguen existiendo actualmente con las mismas siglas: el PSOE y el PNV.

La presencia de partidos nacionalistas en el Parlamento suponía una continuidad con lo ocurrido durante la Segunda República -caso del PNV o de Esquerra Republicana-. Representaban la proyección política del poder social que ostentaban en sus territorios tradicionales del País Vaso y de Cataluña. Fuera de estas regiones, el peso político y social de este tipo de fuerzas era aún muy reducido, aunque su presencia será una constante durante todo el período democrático. En estas primeras elecciones, los partidos nacionalistas –entendiendo por tales los grupos de la derecha nacionalista: Pacte Democràtic per Catalunya, de Jordi Pujol y Unió del Centre i Democràcia Cristiana de Catalunya (3,75 % de votos totales entre las dos fuerzas), y Partido Nacionalista Vasco, de Juan de Ajuriaguerra (1,62 % en el conjunto, pero el 29,2 % en las provincias vascas)–, lograron respectivamente 11 y 8 diputados.

Menor importancia tendrán los grupos de la izquierda nacionalista –Esquerra de Catalunya, de Heribert Barrera (0,79 % y Euskadiko Ezkerra (0.39 %). Así pues, el peso de todos estos grupos nacionalistas alcanzó el 6,63 % de los votos y obtuvo un total de 21 diputados (un 6,0 % de los escaños), En este caso, la correlación entre votos y escaños era correcta.

Totalmente anecdóticos fueron los resultados logrados por los herederos más recalcitrantes e inmovilistas del franquismo: la Alianza Nacional 18 de Julio, coalición de fuerzas de extrema derecha que no logró ningún diputado (0,37 % del voto). Los partidos y alianzas que se podían considerar como de extrema izquierda: el Movimiento Comunista (0.19 %), la Organización Revolucionaria de Trabajadores (0,42 %) y el Frente de Izquierdas (0,67 %) tampoco lograron obtener ningún diputado y sus porcentajes de votos fueron residuales.

La configuración del mapa político resultante.

El mapa político resultante de estas elecciones mostraba los que se ha denominado “un bipartidismo imperfecto” pues dos grandes partidos o coaliciones –el PSOE y la UCD– lograron el 63 % de los votos y el 83 % de los escaños. Como puede deducirse, es evidente que el sistema D’Hondt favoreció a ambos. Las dos fuerzas políticas ocupaban una posición moderada, tendente al centro, escorada hacia la derecha la UCD y hacia la izquierda el PSOE. Precisamente esa moderación evitó un Parlmento polarizado en dos bloques antagónicos

Elaboración propia

Muy alejados de estos dos partidos se hallaban, en cuanto a resultados obtenidos, las formaciones políticas más representativas de las posiciones tradicionales de derecha-izquierda, opciones con programas más acordes con su origen ideológico: la derecha de AP y la izquierda del PCE-PSUC. Es muy posible que estas formaciones recogiesen el voto más concienciado y militante en sus respectivas posiciones; un porcentaje bajo como mostraron los resultados.

También es digno de resaltar la desaparición del mapa parlamentario de las fuerzas más radicales, tanto de extrema derecha como de extrema izquierda. El resultado de las lecciones propició un Parlamento menos atomizado que el de la Segunda República.

La mayoría de los votantes se situaba en lo que se denomina centro sociológico, tanto en las áreas rurales como en las urbanas. Por ello, se puede afirmar que el electorado optó por las opciones moderadas, aquellas que les conferían mayor seguridad –por el control del Estado una y por el apoyo europeo, principamente alemán, la otra. La seguridad era un elemento importante en aquellos momentos, cuando la democracia se mostraba insegura y el peligro de una regresión autoritaria no estaba descartado; esta misma explicación puede aplicarse a los pobres resultados del PCE, un partido que había liderado la oposición clandestina al franquismo y que no vio recogidos los frutos de ese trabajo. Probablemente, ello se debió a tres factores: el peso de la demonización propagandística llevada a cabo con eficacia por el franquismo, las dificultades para conectar con los sectores más jóvenes y la moderación de su discurso para evitar la amenaza de involución. Tampoco AP logró los resultados previstos; su configuración como partido de la derecha más pura, nutrido con numerosos elementos procedentes del régimen franquista y con un discurso que no supo aproximarse a un ideario democrático, lo distanciaron de la una mayoría de la población que apostaba claramente por la libertad y la democracia.

El resultado supuso un importante respaldo a la idea de una reforma pactada entre el reformismo franquista y las principales fuerzas de la oposición antifranquista. Demostraba igualmente que tanto la ruptura revolucionaria como el inmovilismo franquista contaban con muy escasos apoyos en la sociedad.

Bibliografía.

Elecciones Generales del 15 de junio de 1977. En línea: https://www.historiaelectoral.com/e1977.html Consultado 25/10/2022.

Haro Tecglen, Eduardo (1995). Diccionario político. Barcelona: Planeta.

Hernández, A. y Laíz, C. (2017). Atlas de elecciones y partidos políticos en España (1977-2016). Madrid: Síntesis.

García-Guereta, E. (2017). Las elecciones Generales en España: 1977-2016. Madrid: Ministerio del Interior. En línea: https://www.interior.gob.es/opencms/pdf/archivos-y-documentacion/documentacion-y-publicaciones/publicaciones-descargables/elecciones-y-partidos-politicos/Las_elecciones_generales_en_Espana_1977-2016_126170281.pdf

Núñez Seixas, X. M. (2017) Historia de España. 10. España en democracia, 1975-2011. Madrid: Ediciones Marcial Pons.

Tusell, Javier (2007) Historia de España en el siglo XX. IV La transición democrática y el gobierno socialista. Barcelona: Taurus.

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