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domingo, 27 de julio de 2025

La Nueve: soldados republicanos españoles en la IIª Guerra Mundial.

Soldados republicanos españoles en el desfile de la liberación de París. Fuente: https://www.rtve.es/play/videos/telediario-1/td2espanolesparis220819/5370025/

La Nueve fue el nombre de la primera compañía aliada que entró en París cuando aún estaba bajo la ocupación nazi. Dicha compañía estaba formada, en su mayor parte, por soldados republicanos españoles que se habían exiliado tras su derrota en la Guerra Civil española.

El 24 de agosto de 1944 dicha compañía, que formaba parte de la 2ª División Blindada comandada por el general Leclerc, entró en París para liberar la ciudad de la ocupación alemana. Estos soldados fueron tomando diversos puntos clave de la ciudad para preparar la entrada del resto de fuerzas aliadas. Además, detuvieron al comandante alemán de la plaza, Dietrich von Choltitz. Sus vehículos llevaban los nombres de diversas ciudades españolas: Brunete, Santander, Madrid, Teruel, Guernica, etc.

La novena compañía, la Nueve, con uniforme de gala, fotografiada en Gran Bretaña a mediados de junio de 1944. Fuente: https://patrimonioculturaldearagon.es/noticias/una-web-rescata-la-historia-de-los-republicanos-espanoles-de-la-nueve/

La coyuntura histórica.

A mediados de 1944 parecía que la guerra comenzaba a tomar un giro favorable a los aliados en todos los frentes. Desde 1943, las tropas alemanas retrocedían en el frente del este, tras sufrir graves derrotas en Kursk y en Stalingrado. A principios de junio de 1944 se había producido el desembarco de Normandía y los alemanes comenzaron a retroceder también en el frente occidental.

La población parisina, animada por estas circunstancias, se rebeló contra los ocupantes nazis de la ciudad. Ante esta situación, y aunque no era uno de sus objetivos principales, las tropas aliadas decidieron entrar en la capital francesa. La operación se dejó en manos del general Leclerc al frente de su división blindada; en ella estaban alistados unos 3.500 soldados republicanos españoles. La vanguardia de su avance estuvo protagonizada por la novena compañía, la Nueve, dirigida por el capitán francés Raymond Dronne pero conformada por soldados españoles en su gran mayoría. En su avance, una sección montada sobre vehículos semiorugas estadounidenses, con nombres de lugares relevantes en la Guerra Civil española: Guernica, Guadalajara, Teruel, Brunete, etc., y dirigida por el teniente castellonense Amado Granell, ocupó diversos puntos estratégicos de la ciudad y consiguió llegar al Ayuntamiento en la noche del 24 de junio. Simbólicamente habían liberado París. Al día siguiente, entró el grueso de las fuerzas aliadas y los alemanes se rindieron. París había sido liberado de la ocupación nazi.

Fuerzas de la resistencia francesa junto a un vehículo de la Nueve avanzando por las calles de París. Fotografía de Robert Capa. Fuente: https://www.elmercuriodigital.net/2022/05/de-normandia-berchtesgadenlos.html#gsc.tab=0

Su participación en la IIª Guerra Mundial no se limitó a este hecho, sino que también participó en el avance aliado hacia el norte de Francia y Alemania, incluso intervino en la toma del famoso Nido del Águila. No obstante, su composición había variado pues, en las batallas de Vacqueville y Badonviller, la compañía padeció numerosas bajas que fueron reemplazadas por reclutas franceses. Adoptó, así, un carácter franco-español, aunque siempre mantuvo su afán de lucha por la libertad.

La trayectoria de estos combatientes.

La Guerra Civil española provocó, desde sus inicios, un flujo de refugiados que buscaban su salvación en Francia. La ocupación de Barcelona por las tropas franquistas a finales de enero de 1939 produjo una enorme avalancha de refugiados —se calcula que unas 470.000 personas— que desbordó totalmente a las autoridades francesas, dirigidas por un gobierno conservador que, además, veía a los refugiados con temor y no era favorable a su acogimiento. Por ello trató la cuestión como un problema de seguridad, adoptando numerosas medidas policiales y creando un sistema de campos de internamiento (o de concentración) —véase al respecto la entrada https://miradahistorica.net/2019/02/04/los-refugiados-republicanos-espanoles-en-el-sur-de-francia/

Gringoire. Ilustración xenófoba de Roger Roy. 10 de septiembre de 1937. Fuente: Página web del Museo de la Historia de la Inmigración. París.http://www.histoire-inmigration.fr/musee.  Citado por Chaussec Damien en Españoles durante la Segunda Guerra Mundial en Francia.

Entre los refugiados se encontraban numerosos militares republicanos que podían aportar tanto trabajo como experiencia militar. Para ellos se abrieron tres posibilidades:

  • Alistarse en la Legión Extranjera.
  • Alistarse en los Regimientos de Marcha de Voluntarios Extranjeros (RMVE).
  • Incorporarse a las Compañías de Trabajadores Extranjeros (CTE).

Muchos soldados republicanos españoles acabaron aceptando alguna de estas opciones, bien por obligación bien porque veían así la posibilidad de continuar la lucha contra el fascismo internacional. No obstante, el Ejército francés siempre se negó a crear unidades exclusivamente españolas.

De esta manera, una parte de los componentes españoles de la Nueve provenía de la Legión Extranjera que permanecía en el norte de África tras el armisticio francés con los nazis. Otra parte procedía de los que había sido obligados a incorporarse a los Grupos de Trabajadores Extranjeros (GTE) al servicio del gobierno colaboracionista francés. Y otra parte relevante procedía de los denominados Cuerpos Francos de África (CFA), creados con el objetivo de incorporar a hombres en edad militar y dispuestos a combatir a Alemania, pero que no deseaban ingresar en las estructuras del ejército francés situado en África. Estas fuerzas crecieron con rapidez y participaron en la campaña de Túnez, integrados en la 9ª División de Infantería de Estados Unidos.

Acabada la campaña de Túnez, los CFA fueron disueltos (1943) y muchos de los voluntarios españoles se alistaron individualmente en las Fuerzas de la Francia Libre (FFL) lideradas por De Gaulle. El periplo de estos soldados republicanos españoles les condujo a acabar incorporados en la 2ª División Blindada francesa dirigida por el general Leclerc. En su seno se formó un batallón, comandado por el capitán francés Joseph Putz, que había sido brigadista internacional en la Guerra Civil de España, en el que abundaban los combatientes españoles, especialmente en la Novena compañía (la Nueve), creada en agosto de 1943.

Durante los meses restantes de 1943, los componentes de este batallón se instruyeron en Argelia y Marruecos. Desde aquí la unidad fue transportada a Gran Bretaña y equipada con material norteamericano —camiones, vehículos semioruga, tanques, etc.—. Iniciado el desembarco de Normandía, toda la 2ª División, y con ella la Nueve, fue desembarcada en Francia, participando en el avance aliado sobre las regiones de Normandía y Bretaña.  

Avance de la 2ª División Blindada entre 1944 y 1945. Fuente: La Voie de la 2e DB Leclerc. En: https://www.voiedela2edb.fr/

La trayectoria de la Nueve se prolongó hasta mayo de 1945 y en ella sirvieron 360 hombres de diversas nacionalidades, de los cuales la mitad fueron españoles. La composición de la compañía tenía cierto parecido con las de las Brigadas Internacionales que habían combatido en la Guerra Civil española: franceses huidos de la Francia de Vichy, refugiados del norte de África, alemanes antinazis, antifascistas belgas, portugueses, italianos, rumanos, etc.

Reconocimiento y memoria histórica.

Hasta fechas relativamente recientes, los franceses, imbuidos en un halo de patriotismo poco generoso, habían ignorado la actuación de los republicanos españoles en el conflicto bélico. Aunque no se puede olvidar el hecho aislado de que ya el 26 de agosto de 1944, en la celebración de la victoria de la liberación de París, el puesto de honor del desfile conmemorativo lo ocupaban los transportes semioruga de la división de Leclerc y, en el primer vehículo, iban Amado Granell y Rafael Gómez. En España, prácticamente, permanecieron borrados de la memoria colectiva dominante.

A finales del siglo pasado este olvido comienza a subsanarse. Así, el presidente francés François Mitterrand y el presidente de gobierno español, Felipe González, realizaron en 1994 un homenaje a la resistencia española que contribuyó a liberar Francia, aunque no se mencionó a la Nueve.

En España, finalizando el franquismo, comenzaron a publicarse algunos estudios sobre la participación española en la Segunda Guerra Mundial, apoyados en testimonios de los participantes y en el contexto del creciente interés por el exilio español. Ya entrado el siglo actual, la publicación en 2008 de la fundamental obra de Evelyn Mesquida —La Nueve, los españoles que liberaron París— contribuyó a la aparición de una nueva valoración del papel desempeñado por estos hombres. A partir de 2015, fueron surgiendo homenajes y reconocimientos a su actuación en la guerra. En 2019, en el marco del 75 aniversario de la liberación de París, se rindieron diversos homenajes a la Nueve. Quizás el hecho de que la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, sea nieta de exiliados españoles haya tenido algo que ver en este cambio.

Mural inaugurado en un edificio de París el 24 de agosto de 2019 en homenaje a los soldados de la Nueve. Obra de los pintores Juan Chica-Ventura, Anne Aubert et Claire Lartiguet Pino: https://www.radiofrance.fr/franceculture/liberation-de-paris-la-nueve-et-ses-republicains-espagnols-enfin-pleinement-reconnus-9924544

Su hazaña estuvo animaba por un profundo sentimiento antifascista, afianzado durante la Guerra Civil española, y el deseo de que la derrota de los nazis y de los fascistas italianos se culminaría con la invasión de España y la caída de Franco.

Bibliografía

Ayuso, Silvia (2019) Los españoles que liberaron París. EL PAÍS 24/10/2024. Recuperado de: https://elpais.com/internacional/2019/08/23/actualidad/1566580228_347155.html

Gobierno de Aragón (s. f.) Los de la Nueve. Sus hombres, su historia. Recuperado de https://losdelanueve.es/

La Nueve (24/08/2024). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 23/10/2024. https://es.wikipedia.org/wiki/La_Nueve

Mesquida, Evelyn (2008) La Nueve, los españoles que liberaron París. Barcelona: Ediciones B.

Radio France. Libération de Paris (2019): la Nueve et ses républicains espagnols enfin pleinement reconnus. Recuperado de: https://www.radiofrance.fr/franceculture/liberation-de-paris-la-nueve-et-ses-republicains-espagnols-enfin-pleinement-reconnus-9924544

Roca, P. (et. al.) (2023). La Nueve. Republicanos españoles en la Segunda Guerra Mundial. Madrid: Desperta Ferro Ediciones.

sábado, 26 de julio de 2025

Las ideologías del movimiento obrero en el siglo XIX (II). Marxismo y anarquismo.

En la segunda mitad del siglo XIX surgieron, y se difundieron, las dos ideologías que dominaron el movimiento obrero durante más de un siglo. Paralelamente, las organizaciones obreras, sin abandonar algunas de las fórmulas surgidas en la etapa anterior —como los sindicatos o el cooperativismo—, adoptaron nuevas formas organizativas que buscaban configurar un ámbito de actuación mundial para lograr sus objetivos, nos referimos a las sucesivas internacionales obreras.

El marxismo.

El marxismo es la teoría política y socioeconómica que surge a partir de la obra Karl Marx (1818-1883)  y de Friedrich Engels (1820-1895). Ambos autores recibieron tres tipos de influencias:

  1. De los socialistas utópicos, especialmente de Proudhon, Saint Simon y Blanqui.
  2. De la filosofía clásica alemana, particularmente de los filósofos hegelianos de izquierda.
  3. De la economía política británica, sobre todo de Adam Smith y de Davis Ricardo.

Además de las fuentes citadas anteriormente, las teorías marxistas también se vieron influidas por las experiencias derivadas de las luchas de los obreros europeos —revuelta de Silesia en 1840, revolución de 1848, etc.—. De esta manera, sus teorías se elaboraron con la finalidad de comprender la realidad social y política de su tiempo y también para ofrecer pautas de actuación que permitiesen lograr su objetivo final: la superación del capitalismo.

Barricada ante el ayuntamiento de Colonia en marzo de 1848. Fuente: https://elpais.com/babelia/2024-05-29/primavera-revolucionaria-de-christopher-clark-una-llamarada-europea.html

Todos sus planteamientos teóricos tienen, pues, un sentido eminentemente práctico que pretende la transformación revolucionaria de la realidad. El marxismo es una herramienta para ser usada en la acción revolucionaria del movimiento obrero.

Elementos fundamentales.

Los elementos fundamentales de la teoría marxista pueden reducirse a cuatro:

  1. El materialismo histórico. Tanto Marx como Engels fueron influidos por el positivismo imperante entonces. Ello les condujo a aplicar a su obra dichos postulados, pretendiendo elaborar un sistema de análisis de la realidad social basado en el método científico. La tesis fundamental de este método es que la evolución histórica está impulsada por la lucha de clases, a su vez determinada por el desarrollo de las fuerzas productivas —trabajo y medios materiales destinados a producir o distribuir bienes o servicios— y por las relaciones sociales de producción —relaciones que establecen las personas en el proceso de producción de bienes—.
  2. El materialismo dialéctico. Es el componente filosófico del marxismo. Parte de la filosofía de Hegel —de quien toma el uso de la dialéctica para explicar los cambios históricos— pero de la dualidad Idea o Materia, escoge como principal a la segunda. Las ideas, según Marx, son derivados de las realidades materiales, que siempre son las determinantes. No niega, sin embargo, el papel de las ideas en la transformación histórica.
  3. Economía política. La mayor parte de su producción teórica sobre este tema se encuentra en su obra El Capital, donde analiza el funcionamiento de la economía capitalista, así como su formación histórica. De este análisis extrae el concepto de “plusvalía” —valor del trabajo del obrero que el capitalista no paga—, que explica la “explotación” de la clase obrera.
  4. Teoría de la revolución. Su teoría de la revolución se fundamenta en la experiencia de la Comuna de París (1871) —ver al respecto la entrada de este blog https://miradahistorica.net/2023/01/12/la-comuna-de-paris/ —. Establece la necesidad de crear un Estado revolucionario originado por la toma del poder de la clase obrera; esta fase es necesaria para asegurar el proceso revolucionario —mediante una dictadura del proletariado—. El objetivo último de tal Estado es gestar una sociedad comunista —donde no existiría la propiedad ni el Estado—.

Obras.

Marx y Engels escribieron, conjuntamente o por separado, un gran número de obras que contribuyeron a conformar el pensamiento marxista. Sin ánimo de ser exhaustivos, podemos citar algunas de ellas.

Conjuntas: La ideología alemana (1845), La sagrada familia (1845) y el Manifiesto del partido comunista (1848).

Karl Marx: Tesis sobre Feuerbach (1845), La lucha de clases en Francia de 1848 a1850 (1850), El 18 de brumario de Luis Bonaparte (1852), La España revolucionaria (1854), Teorías sobre la plusvalía (1862), El capital (1867-1894).

Friedrich Engels: La condición de la clase obrera en Inglaterra (1845), Las guerras campesinas en Alemania (1850), De la autoridad (1872), El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (1884)

Fotomontaje de retratos de Karl Marx y Friedrich Engels (entre 1875 y 1888). Fuente: https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:Marx_%26_Engels_%284%29.jpg

El marxismo fue ganado influencia durante la segunda mitad del siglo XIX hasta convertirse en la ideología dominante en el movimiento obrero, condición que perduraría hasta finales del siglo XX. No obstante, con el tiempo, fueron surgiendo interpretaciones diferenciadas que darían lugar a varias divisiones políticas e ideológicas —socialdemocracia, marxismo-leninismo, trotskismo, maoísmo, etc.—. La diversidad de interpretaciones ha convertido al marxismo en una teoría abierta. Si bien su papel como teoría revolucionaria ha perdido su prestigio, su aportación al análisis histórico y económico sigue perviviendo.

El anarquismo.

Casi paralelamente al marxismo surgió la otra gran ideología del movimiento obrero en la segunda mitad del siglo XIX: el anarquismo. Sus orígenes se encuentran en algunos pensadores del socialismo utópico como Proudhon o Godwin, que anticiparon algunas de sus principales propuestas

Aunque su aportación teórica no ha tenido la envergadura de la del marxismo, su papel ideológico y político ha sido crucial en algunas coyunturas históricas —la Primera Internacional (1864-1876), la Comuna de París (1871), la Revolución Rusa (1917), la Segunda República española y la Guerra Civil (1931-1939), etc.—.

Al igual que el marxismo, el anarquismo surge en el contexto de la primera Revolución Industrial como respuesta a la situación de explotación y desigualdad que padecían los trabajadores.

Principales principios del anarquismo.

La diversidad de autores considerados anarquistas no impide establecer algunos principios básicos de este pensamiento:

  • La valoración de la autogestión como forma de organización social, aplicada mediante asambleas o formas de actuación colectivas. De esta manera, se quita poder a las instituciones y se democratiza la acción política, social y económica.
  • Enlazado con el aspecto anterior está el rechazo de la autoridad de cualquier poder centralizado e impuesto, ya sea el Estado, el patrón, las iglesias o los partidos políticos.
  • Libertad individual. Las personas deben ser autónomas y actuar sin estar sometidas a estructuras de poder que puedan coaccionarlas.
  • La anarquía no busca una sociedad caótica, sino un mundo de concordia en el que no exista ningún poder político y en el que los ciudadanos compartan su riqueza.
  • Confianza en la educación popular. Se pensaba que la educación propiciaría la transformación pacífica de las sociedades

Encuadrados bajo este epígrafe podemos encontrar a autores como Mijaíl Bakunin (1814-76) —partidario de la eliminación del Estado, de la desaparición de los ejércitos y de la revolución espontánea del campesinado—, Piotr Kropotkin —propone la idea de la ayuda mutua y de la cooperación—, Max Stirner, Errico Malatesta,  León Tolstoi (que intentó unir el ideario anarquista con las enseñanzas de Jesucristo, tarea en la que fue acompañado por otros filósofos como Soren Kierkegaard o Ivan Illich) ,  Eliseo Reclús o Emma Goldman.

Gaspar-Félix Tournachon. Fotografía de Mijail Bakunin en 1862. Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Mija%C3%ADl_Bakunin

Tendencias en el pensamiento anarquista.

Por otro lado, el anarquismo se ha dividido en diversas tendencias a lo largo de la historia, incluyendo el anarquismo individualista, el anarcosindicalismo o el anarcocomunismo. Cada una de estas corrientes tiene sus propias interpretaciones y enfoques sobre la manera de alcanzar una sociedad sin Estado y sin jerarquías.

  • El anarquismo individualista. Se basa en una tradición filosófica que valora fundamentalmente la libertad y la autonomía individual. La interacción social de las personas debe efectuarse a través de asociaciones voluntarias que buscan el interés propio.
  • El anarcosindicalismo. Resalta el papel de la organización sindical como principal instrumento tanto para la lucha obrera como para la transformación social.
  • El anarcocomunismo. Tendencia que propugna la abolición del Estado y de la propiedad privada. Propone la propiedad común de los medios de producción y la gestión horizontal de la sociedad mediante la democracia directa.
Casa de la CNT-FAI, situada en la actual Via Layetana (Barcelona), en 1938. Fuente: https://elpais.com/ccaa/2019/12/03/catalunya/1575400319_871702.html

Además de las ya citadas, surgieron otras corrientes anarquistas que alcanzaron menor difusión: el anarquismo mutualista basado en Proudhon, el anarquismo colectivista de Bakunin y, más recientemente, el anarcocapitalismo que combina el rechazo al Estado y la aceptación sin trabas de los principios del libre mercado como rectores del funcionamiento de la economía.

Otras características.

El anarquismo encontró sus apoyos más importantes en los países del sur de Europa —España, Italia y, en menor medida, Francia— así como en Rusia, zonas con un mayor peso relativo del campesinado.

Una de las cuestiones en las que aparecen las diferencias ideológicas entre las distintas interpretaciones es la metodología para llevar a cabo la transformación revolucionaria de la sociedad. Las propuestas a este respecto oscilaron desde la vía pacífica, que preveía una evolución social a partir de la educación y la acción sindical, aunque no descartaba el uso de la huelga general, hasta la utilización de la violencia revolucionaria.

Anónimo. Ilustración de un atentado con bomba durante la Procesión del Corpus en Barcelona (1896). Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Atentado_de_la_Procesi%C3%B3n_del_Corpus

El anarquismo desapareció como fuerza relevante del movimiento obrero tras la Iª Guerra Mundial, con la excepción de España donde siguió desempeñando un destacado papel hasta después de la Guerra Civil (1936-39).

La principal diferencia entre el marxismo y el anarquismo es que el primero pretende conquistar las instituciones (el Estado) para, desde ellas —dictadura del proletariado—, construir la nueva sociedad socialista. Una vez consolidada esta, el Estado desaparecería y se instauraría el comunismo. Por su parte, los anarquistas pretenden, desde un primer momento, destruir las instituciones (el Estado) y toda forma de autoridad, hecho que permitiría erigir la nueva sociedad comunista y libertaria.

Bibliografía.

Abendroth, Wolfgang (1970). Historia social del movimiento obrero. Barcelona: Estela.

Cañas, J. A. (2017). La utopía socialista que no pudo ser. EL PAÍS. Recuperado de https://elpais.com/cultura/2017/04/12/actualidad/1491987377_210061.html    

Fernández, J. M.; González, J.; Ramírez, G. (2022) Historia del mundo contemporáneo. Madrid: Santillana.

Paniagua, Javier. (2010). Breve historia socialismo y comunismo. Madrid: Nowtilus.

Paniagua, Javier. (2012). Breve historia del anarquismo. Madrid: Nowtilus.

Piqueras, J. A. (1997) El movimiento obrero. Madrid: Anaya.

Valera Muñoz, L. E.; Fernández Ros, J. M. (1991). Historia del mundo contemporáneo. Valencia: Llebeig.

Las ideologías del movimiento obrero en el siglo XIX (I). El socialismo utópico. El caso español.

Al tratarse de un tema prolífico hemos tenido que desarrollarlo en dos entregas; la primera se refiere al desarrollo del movimiento obrero ya los autores premarxistas europeos, incluidos los españoles; y la tercera al socialismo marxista y al anarquismo.

Los inicios del movimiento obrero

La industrialización –o también la Revolución Industrial–, que comenzó en Gran Bretaña a finales del siglo XVIII y luego se expandió por la mayor parte de Europa y Norteamérica en el XIX, conllevó importantes cambios en la organización del trabajo. De los talleres artesanales y de la agricultura se pasó a las fábricas, nuevos espacios de trabajo con una nueva dinámica laboral. Nacía así la clase obrera industrial.

Lewin H. Hine: Niños trabajadores en Yazoo City Yarn Mills.(s.f.). Fuente: https://www.britannica.com/topic/child-labour

La aparición de esta nueva clase social fue una consecuencia del desarrollo del capitalismo industrial, constituyó su principal fuerza productiva y fue transformándose en función de los cambios que experimentaba la economía. No obstante, sus miembros adquirieron pronto la conciencia de que estaban siendo explotados y excluidos de los beneficios del desarrollo económico.

El concepto de movimiento obrero hace referencia al conjunto de asociaciones y de acciones que emprendieron los trabajadores industriales con el fin de mejorar o transformar sus condiciones de vida y de trabajo. Estas actividades fueron paralelas a la gestación de nuevas ideologías, proceso iniciado ya a finales del siglo XVIII. En conclusión, el movimiento obrero fue el conjunto de asociaciones y acciones que la clase obrera llevó a cabo para la defensa de sus intereses. Esta respuesta generó unas ideologías que tenían dos pretensiones básicas: interpretar las nuevas realidades y guiar la lucha obrera.

Guardias de Pinkerton escoltan a rompehuelgas en Buchtel, Ohio (1884). Fuente: Library of Congress. En https://en.wikipedia.org/wiki/History_of_union_busting_in_the_United_States

La razón por la que surgen las nuevas ideologías obreras se halla en las terribles condiciones laborales y vitales que tuvieron que soportar los trabajadores durante la industrialización. Paniagua define esta situación de la siguiente manera:

Los informes oficiales sobre los establecimientos industriales de la primera época han dejado constancia de las “sombrías fábrica infernales”, aludidas por el poeta William Blake: locales reducidos, mal ventilados e iluminados. La duración de la jornada, de catorce y dieciséis horas por término medio, la monotonía  del trabajo, la corta edad de los trabajadores  y la ausencia de medidas de protección contribuyeron a que  los accidentes —con frecuentes mutilaciones— y las enfermedades graves resultaran inseparables de la actividad laboral.

El pauperismo era un rasgo cotidiano. Los niveles de vida de los trabajadores eran de simple subsistencia. Ante cualquier crisis —cierre de fábricas, enfermedades, calamidades climáticas…— quedaban en la pobreza absoluta.

Primeras formas de organización de los trabajadores.

Desde un primer momento la mecanización suscitó la hostilidad tanto de los artesanos de las manufacturas como de los trabajadores de las fábricas. Esa hostilidad se manifestó en la destrucción de máquinas, especialmente aquellas que suprimían muchos empleos; hablamos del fenómeno conocido como ludismo. El ludismo apareció a principios del siglo XIX en Inglaterra. No se trató de un movimiento organizado, ni desarrolló ningún tipo de teorías, tampoco diseñó objetivos sociales o políticos, más allá de la mera destrucción de las máquinas. Pero sí puede considerarse como la primera respuesta de los trabajadores ante la explotación brutal que implicaba el sistema industrial inicial. También sentó las bases para la posterior formación de organizaciones obreras más sólidamente constituidas.

Líder imaginario de los luditas. Aguafuerte anónimo (1812). Fuente: https://www.historytoday.com/archive/luddites-war-future

En la mayor parte de los países industrializados estaba prohibido el derecho de asociación —Ley Le Chapelier de 1791 en Francia, Leyes de Asociación de Trabajadores de 1799 y 1800 en Inglaterra—. Las relaciones entre empresarios y trabajadores eran concebidas como vínculos individuales, sin que ninguna asociación pudiera interferirlos. Por esta razón las demandas de los trabajadores se orientaron a la solicitud de derechos, no solamente el de asociación —reconocido en Gran Bretaña en 1824— sino también los de reunión, opinión y sufragio universal.

Las primeras asociaciones obreras, surgidas a finales del siglo XVIII, se crearon como forma de autoprotección, fueron las Sociedades de Socorros Mutuos. Estas asociaciones eran muy parecidas a las cofradías de los gremios —se organizaban por oficios— y tenían la finalidad de ayudar a sus asociados en casos de enfermedad, accidente o fallecimiento mediante una prestación que procedía de las aportaciones que periódicamente realizaban sus miembros.

Poco más tarde, el modelo varió y se hizo interprofesional y nacional, extendiéndose por el resto de Europa en la primera mitad del siglo XIX. Las primeras asociaciones de este tipo fueron las Trade Unions —sindicato en Francia, sociedades de oficio en España…—.

A mediados del siglo XIX, el movimiento obrero comenzó a implicarse, además de en defensa de sus condiciones laborales, en el logro de algunos derechos políticos, especialmente el del sufragio, de los que había sido excluido tanto por los recientes regímenes liberales como por el absolutismo. El mejor exponente de esta tendencia fue el cartismo inglés —la Asociación Nacional Cartista (1840)— que realizó una petición en tal sentido, respaldada por millones de firmas, al Parlamento. Sus continuas peticiones obligaron al Estado a regular las condiciones de trabajo. Esta manera de actuar, al ampliar las demandas sociales y abarcar las políticas, anticipó los futuros partidos obreros.

El socialismo utópico.

Los autores que escribieron sobre las condiciones de trabajo de los obreros industriales y que propusieron soluciones diversas a esta situación fueron agrupados bajo el epíteto de socialismo utópico. Esta denominación, que conlleva un cierto grado de menosprecio, fue lanzada por Engels en 1880 ya que los contraponía a sus teorías, que consideraba científicas. No obstante, la historia posterior ha demostrado que tanto el marxismo como el anarquismo comportaron, en sus propuestas revolucionarias, bastantes dosis de utopía. Por esta razón consideramos más apropiado denominarlos socialistas premarxistas. No obstante, y dado lo extendido de su uso, continuaremos con la denominación de socialismo utópico

Esta corriente de pensamiento hace referencia a los autores que, durante la primera mitad del siglo XIX, teorizaron sobre la forma de cambiar la situación de la clase obrera. Sus propuestas surgen de las degradantes condiciones laborales y de vida de los trabajadores. En la mayoría de los casos realizan una crítica al funcionamiento del capitalismo industrial, denunciando sus terribles consecuencias sociales, para después proponer alternativas teóricas a la sociedad capitalista.

La mayoría de los autores están unidos, a pesar de las diferencias de sus propuestas y de sus orígenes sociales, por un impulso ético a favor de los trabajadores y en pro de una sociedad más igualitaria y justa.

La crítica al capitalismo industrial se alimenta de dos fuentes:

  • El pensamiento racionalista proveniente de la Ilustración y de la Revolución Francesa.
  • La constatación de la inhumana situación en la que el industrialismo había sumido a los trabajadores.

Para este análisis hemos optado por agrupar a estos autores según el criterio de su nacionalidad. No se trata de presentar a todos los pensadores que se pueden incluir en esta corriente de pensamiento pues son numerosos, sino señalar a aquellos que han tenido más trascendencia.

  • Franceses.
    • Claude-Henri de Rouvroy, conde de Saint-Simon (1760-1825). Apostaba por un desarrollo racional de la industria basado en la avenencia entre patronos y obreros. Teorizó sobre la idea de aplicar el progreso técnico y científico a las técnicas de producción. Rechazó el liberalismo económico al sostener que el Estado debía planificar y organizar los medios de producción.
    • Charles Fourier (1768-1830). Precursor del cooperativismo. Propuso un modelo social en el que los trabajadores vivirían en pequeñas comunidades agroindustriales (los falansterios). Criticó al Estado y al liberalismo económico.
    • Étienne Cabet (1788-1856). Infuenciado por Owen, desarrolló su pensamiento en torno a la idea de un comunismo pacífico y democrático. Consideró a la educación y a la moral como medios de transformación social. Su propuesta práctica -explicitada en su novela Viaje a Icaria (1842)- se basó en la creación de colonias agrícolas organizadas igualitariamente, propuesta que desarrolló en América.
    • Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865). Critica a la propiedad privada, a la que considera la causa de la miseria de los trabajadores. Piensa que para lograr la igualdad es necesario la eliminación del Estado, pero niega que la lucha de clases sea un instrumento para imponer las tesis obreras. Su pensamiento lo acerca al anarquismo, a autores como Bakunin y Kropotkin y también, en algunos aspectos, a Marx con quien polemizará hasta romper definitivamente.
    • Louis-Auguste Blanqui (1805-1881). Sus teorías fueron un preludio de algunas de las propuestas de Marx. Pensaba que para acabar con el capitalismo era necesario primero llevar a cabo una revolución política que instaurara una dictadura revolucionaria temporal, liderada por una élite obrera. Abogaba por la abolición de la propiedad privada y por establecer una sociedad igualitaria, sin clases sociales. Se mostró partidario del internacionalismo como medio para conseguir la solidaridad de los trabajadores de todo el mundo.
Interior de un falansterio en Guisa (Francia). Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Falansterio#/media/Archivo:Familist%C3%A8re-guise.jpg
  • Ingleses.
    • William Godwin (1756-1836). Precursor del anarquismo. Abogaba por suprimir toda forma de gobierno, pues este siempre sería autoritario. No obstante, rechazaba la violencia como medio político. Su alternativa era una sociedad basada en la cooperación mutua. Defendía la razón como instrumento para guiar a los individuos hacia la verdad y la justicia. Igualmente, valoraba positivamente la libertad individual y criticaba a las estructuras que impedían esa libertad, como el matrimonio o la propiedad privada.  Su propuesta era crear pequeñas comunidades locales donde la propiedad estaría colectivizada.
    • Robert Owen (1771-1858). Su pensamiento y propuestas partían de un análisis moral que pretendía mejorar las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera. Para ello pretendía reducir las jornadas laborales y mejorar los salarios y las condiciones de trabajo. Prestó gran atención a la educación, a la que creía fundamental para el desarrollo social y personal. Criticó al capitalismo y fue un pionero del cooperativismo. Intentó aplicar sus ideas mediante la creación de  “aldeas de cooperación” que recordaban a los falansterios de Fourier; fomentó igualmente las cooperativas de producción y consumo.
  • Alemanes.
    • Wilheim Weitling (1808-1871). Considerado uno de los primeros teóricos del comunismo y del movimiento obrero alemán. Defendía la necesidad de una sociedad sin clases en la que los medios de producción fueran de propiedad colectiva y los bienes se distribuyeran de forma igualitaria. Para llegar a este objetivo creía necesaria la existencia de una organización obrera, al margen de la burguesía, que sería la encargada de liderar una revolución que destruyese el sistema capitalista. Los medios de esta organización serían la acción directa y la clandestinidad.
    • La izquierda hegeliana. Grupo de filósofos que surgió a partir de 1830 desarrollando las ideas de Hegel desde una perspectiva crítica y radical, especialmente en el ámbito político y social. Sus principales ideas fueron:
      • Crítica al cristianismo y promoción de la secularización.
      • Reivindicación de la Ilustración, especialmente sus presupuestos de defensa de la razón y de la libertad.
    • Su importancia fue notable en el desarrollo del pensamiento político del siglo XIX, influyendo en nuevas corrientes de pensamiento, como el marxismo (tanto Marx como Engels formaron parte, durante un tiempo, de esta corriente).
    • Entre los pensadores más destacados podemos citar a Bruno Bauer (1809-1882) , Ludwig Feuerbach (1804-1872) y Max Stirner (1806-1856).

El socialismo utópico español.

En España, a pesar del retraso en el proceso industrializador, también surgieron pensadores cuyas propuestas pueden incluirse dentro del marco teórico del socialismo premarxista. Sus ideas se divulgaron entre sectores intelectuales, pero tuvieron escasa incidencia en el movimiento obrero. Podemos establecer unos rasgos generales de los autores españoles que serían:

  • Profunda influencia del socialismo premarxista francés, especialmente de Proudhon, Cabet y Fourier.
  • Fueron autores que se situaban socialmente dentro de las clases medias, en escaso contacto con el movimiento obrero. No obstante, su papel sí contribuyó a la difusión de las ideas socialistas en el país.
  • Aunque a todos les interesaba la cuestión de la justicia social, también mostraron interés por los avances técnicos y científicos, así como por la lucha política. Todos fueron reformistas, alejados de cualquier veleidad revolucionaria que pretendiese cambiar el sistema socioeconómico.

Entre los autores que se engloban dentro del socialismo utópico español es posible citar, sin ninguna exhaustividad, a los siguientes:

  • Joaquín Abreu (1782-1851). Oficial de la Marina y diputado en las Cortes de Cádiz. Se exilió en Francia donde conoció la obra de Fourier. Sin embargo su ideología es más propia de un liberalismo progresista que hizo del principio de la asociación su principal bandera.
  • Manuel Sagrario de Velay. Promotor de un falanstério cerca de Jerez de la Frontera —el falanstério de Tempul (1841) —.
  • Fernando Garrido (1821-1883). Pensador reformista preocupado por la divulgación de las teorías socialistas por medio de diversos periódicos y revistas —La Atracción (1845), La Organización del Trabajo, en el que difundió las ideas de Saint Simon, …—. También promovió el cooperativismo mediante comunidades autosuficientes.
  • Sixto Cámara (1824-1859). Uno de los principales teóricos del movimiento y articulista en diversos diarios. Algunos de los cuales fundó él mismo. Partidario de un gobierno republicano y del principio de la justicia social, así como de una economía basada en la cooperación y en la planificación. Partipó activamente en la vida política del momento, teniendo que exiliarse a Portugal.
  • Narciso Monturiol (1819-1885). Se tuvo que exiliar a Francia, donde fue influido por Cabet. Tras intentar diversas comunidades en Estados Unidos, regresó a España, consagrándose en el diseño y construcción de un submarino.
  • Ramón de la Sagra (1798-1871). Más liberal progresista que socialista, se preocupó de teorizar sobre la reforma social. Influenciado por el socialismo francés promovió diversas iniciativas sociales: escuelas, fábricas basadas en la justicia social, etc.
  • Álvaro Flores Estrada (1766-1853). Exiliado en Gran Bretaña recibió la influencia del liberalismo de Adam Smith. Redactó un proyecto de constitución basado en los pensadores ilustrados franceses. Su pensamiento se enmarca más en el liberalismo progresista que en el socialismo.
Plano del falansterio de Tempul. Fuente: https://www.lavozdelsur.es/ediciones/jerez/mil-y-una-historias-de-jerez/propuesta-creacion-utopia-en-tempul-jerez-1841_251405_102.html

Aunque el socialismo utópico no logró materializar sus ideas en España, sí influyó en la organización del primer movimiento obrero y en la difusión de algunas ideas propias del socialismo —solidaridad y cooperación—. Tuvo, además, muchas conexiones con el republicanismo. Con la llegada de la Primera Internacional (AIT) en 1864 y el auge del marxismo y el anarquismo, las ideas utópicas perdieron protagonismo.

Bibliografía.

Abendroth, Wolfgang (1970). Historia social del movimiento obrero. Barcelona: Estela.

Aldebarán, Juan (1971). España siglo XIX. El socialismo utópico. Triunfo, 448.

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Cappelletti, Ángel J. (1990). El pensamiento utópico. Siglos XVIII-XIX. Madrid: Tuero      

Fernández, J. M.; González, J.; Ramírez, G. (2022) Historia del mundo contemporáneo. Madrid: Santillana.

Piqueras, J. A. (1997) El movimiento obrero. Madrid: Anaya.

Rubio Hancock, J. (2024). Los luditas defendían su trabajo frente al de las máquinas, ¿qué podemos aprender de ellos? EL PAÍS. Recuperado de: https://elpais.com/ideas/2024-01-09/los-luditas-defendian-su-trabajo-frente-al-de-las-maquinas-que-podemos-aprender-de-ellos.html

Valera Muñoz, L. E.; Fernández Ros, J. M. (1991). Historia del mundo contemporáneo. Valencia: Llebeig.

La Nueve: soldados republicanos españoles en la IIª Guerra Mundial.

Fecha:  29 octubre, 2024 Autor/a:  jmfernandezros Soldados republicanos españoles en el desfile de la liberación de París. Fuente:  https://...