Las ideologías del movimiento obrero en el siglo XIX (II). Marxismo y anarquismo.

En la segunda mitad del siglo XIX surgieron, y se difundieron, las dos ideologías que dominaron el movimiento obrero durante más de un siglo. Paralelamente, las organizaciones obreras, sin abandonar algunas de las fórmulas surgidas en la etapa anterior —como los sindicatos o el cooperativismo—, adoptaron nuevas formas organizativas que buscaban configurar un ámbito de actuación mundial para lograr sus objetivos, nos referimos a las sucesivas internacionales obreras.

El marxismo.
El marxismo es la teoría política y socioeconómica que surge a partir de la obra Karl Marx (1818-1883) y de Friedrich Engels (1820-1895). Ambos autores recibieron tres tipos de influencias:
- De los socialistas utópicos, especialmente de Proudhon, Saint Simon y Blanqui.
- De la filosofía clásica alemana, particularmente de los filósofos hegelianos de izquierda.
- De la economía política británica, sobre todo de Adam Smith y de Davis Ricardo.
Además de las fuentes citadas anteriormente, las teorías marxistas también se vieron influidas por las experiencias derivadas de las luchas de los obreros europeos —revuelta de Silesia en 1840, revolución de 1848, etc.—. De esta manera, sus teorías se elaboraron con la finalidad de comprender la realidad social y política de su tiempo y también para ofrecer pautas de actuación que permitiesen lograr su objetivo final: la superación del capitalismo.

Todos sus planteamientos teóricos tienen, pues, un sentido eminentemente práctico que pretende la transformación revolucionaria de la realidad. El marxismo es una herramienta para ser usada en la acción revolucionaria del movimiento obrero.
Elementos fundamentales.
Los elementos fundamentales de la teoría marxista pueden reducirse a cuatro:
- El materialismo histórico. Tanto Marx como Engels fueron influidos por el positivismo imperante entonces. Ello les condujo a aplicar a su obra dichos postulados, pretendiendo elaborar un sistema de análisis de la realidad social basado en el método científico. La tesis fundamental de este método es que la evolución histórica está impulsada por la lucha de clases, a su vez determinada por el desarrollo de las fuerzas productivas —trabajo y medios materiales destinados a producir o distribuir bienes o servicios— y por las relaciones sociales de producción —relaciones que establecen las personas en el proceso de producción de bienes—.
- El materialismo dialéctico. Es el componente filosófico del marxismo. Parte de la filosofía de Hegel —de quien toma el uso de la dialéctica para explicar los cambios históricos— pero de la dualidad Idea o Materia, escoge como principal a la segunda. Las ideas, según Marx, son derivados de las realidades materiales, que siempre son las determinantes. No niega, sin embargo, el papel de las ideas en la transformación histórica.
- Economía política. La mayor parte de su producción teórica sobre este tema se encuentra en su obra El Capital, donde analiza el funcionamiento de la economía capitalista, así como su formación histórica. De este análisis extrae el concepto de “plusvalía” —valor del trabajo del obrero que el capitalista no paga—, que explica la “explotación” de la clase obrera.
- Teoría de la revolución. Su teoría de la revolución se fundamenta en la experiencia de la Comuna de París (1871) —ver al respecto la entrada de este blog https://miradahistorica.net/2023/01/12/la-comuna-de-paris/ —. Establece la necesidad de crear un Estado revolucionario originado por la toma del poder de la clase obrera; esta fase es necesaria para asegurar el proceso revolucionario —mediante una dictadura del proletariado—. El objetivo último de tal Estado es gestar una sociedad comunista —donde no existiría la propiedad ni el Estado—.

Obras.
Marx y Engels escribieron, conjuntamente o por separado, un gran número de obras que contribuyeron a conformar el pensamiento marxista. Sin ánimo de ser exhaustivos, podemos citar algunas de ellas.
Conjuntas: La ideología alemana (1845), La sagrada familia (1845) y el Manifiesto del partido comunista (1848).
Karl Marx: Tesis sobre Feuerbach (1845), La lucha de clases en Francia de 1848 a1850 (1850), El 18 de brumario de Luis Bonaparte (1852), La España revolucionaria (1854), Teorías sobre la plusvalía (1862), El capital (1867-1894).
Friedrich Engels: La condición de la clase obrera en Inglaterra (1845), Las guerras campesinas en Alemania (1850), De la autoridad (1872), El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (1884)

El marxismo fue ganado influencia durante la segunda mitad del siglo XIX hasta convertirse en la ideología dominante en el movimiento obrero, condición que perduraría hasta finales del siglo XX. No obstante, con el tiempo, fueron surgiendo interpretaciones diferenciadas que darían lugar a varias divisiones políticas e ideológicas —socialdemocracia, marxismo-leninismo, trotskismo, maoísmo, etc.—. La diversidad de interpretaciones ha convertido al marxismo en una teoría abierta. Si bien su papel como teoría revolucionaria ha perdido su prestigio, su aportación al análisis histórico y económico sigue perviviendo.
El anarquismo.
Casi paralelamente al marxismo surgió la otra gran ideología del movimiento obrero en la segunda mitad del siglo XIX: el anarquismo. Sus orígenes se encuentran en algunos pensadores del socialismo utópico como Proudhon o Godwin, que anticiparon algunas de sus principales propuestas
Aunque su aportación teórica no ha tenido la envergadura de la del marxismo, su papel ideológico y político ha sido crucial en algunas coyunturas históricas —la Primera Internacional (1864-1876), la Comuna de París (1871), la Revolución Rusa (1917), la Segunda República española y la Guerra Civil (1931-1939), etc.—.

Al igual que el marxismo, el anarquismo surge en el contexto de la primera Revolución Industrial como respuesta a la situación de explotación y desigualdad que padecían los trabajadores.
Principales principios del anarquismo.
La diversidad de autores considerados anarquistas no impide establecer algunos principios básicos de este pensamiento:
- La valoración de la autogestión como forma de organización social, aplicada mediante asambleas o formas de actuación colectivas. De esta manera, se quita poder a las instituciones y se democratiza la acción política, social y económica.
- Enlazado con el aspecto anterior está el rechazo de la autoridad de cualquier poder centralizado e impuesto, ya sea el Estado, el patrón, las iglesias o los partidos políticos.
- Libertad individual. Las personas deben ser autónomas y actuar sin estar sometidas a estructuras de poder que puedan coaccionarlas.
- La anarquía no busca una sociedad caótica, sino un mundo de concordia en el que no exista ningún poder político y en el que los ciudadanos compartan su riqueza.
- Confianza en la educación popular. Se pensaba que la educación propiciaría la transformación pacífica de las sociedades
Encuadrados bajo este epígrafe podemos encontrar a autores como Mijaíl Bakunin (1814-76) —partidario de la eliminación del Estado, de la desaparición de los ejércitos y de la revolución espontánea del campesinado—, Piotr Kropotkin —propone la idea de la ayuda mutua y de la cooperación—, Max Stirner, Errico Malatesta, León Tolstoi (que intentó unir el ideario anarquista con las enseñanzas de Jesucristo, tarea en la que fue acompañado por otros filósofos como Soren Kierkegaard o Ivan Illich) , Eliseo Reclús o Emma Goldman.

Tendencias en el pensamiento anarquista.
Por otro lado, el anarquismo se ha dividido en diversas tendencias a lo largo de la historia, incluyendo el anarquismo individualista, el anarcosindicalismo o el anarcocomunismo. Cada una de estas corrientes tiene sus propias interpretaciones y enfoques sobre la manera de alcanzar una sociedad sin Estado y sin jerarquías.
- El anarquismo individualista. Se basa en una tradición filosófica que valora fundamentalmente la libertad y la autonomía individual. La interacción social de las personas debe efectuarse a través de asociaciones voluntarias que buscan el interés propio.
- El anarcosindicalismo. Resalta el papel de la organización sindical como principal instrumento tanto para la lucha obrera como para la transformación social.
- El anarcocomunismo. Tendencia que propugna la abolición del Estado y de la propiedad privada. Propone la propiedad común de los medios de producción y la gestión horizontal de la sociedad mediante la democracia directa.

Además de las ya citadas, surgieron otras corrientes anarquistas que alcanzaron menor difusión: el anarquismo mutualista basado en Proudhon, el anarquismo colectivista de Bakunin y, más recientemente, el anarcocapitalismo que combina el rechazo al Estado y la aceptación sin trabas de los principios del libre mercado como rectores del funcionamiento de la economía.
Otras características.
El anarquismo encontró sus apoyos más importantes en los países del sur de Europa —España, Italia y, en menor medida, Francia— así como en Rusia, zonas con un mayor peso relativo del campesinado.
Una de las cuestiones en las que aparecen las diferencias ideológicas entre las distintas interpretaciones es la metodología para llevar a cabo la transformación revolucionaria de la sociedad. Las propuestas a este respecto oscilaron desde la vía pacífica, que preveía una evolución social a partir de la educación y la acción sindical, aunque no descartaba el uso de la huelga general, hasta la utilización de la violencia revolucionaria.

El anarquismo desapareció como fuerza relevante del movimiento obrero tras la Iª Guerra Mundial, con la excepción de España donde siguió desempeñando un destacado papel hasta después de la Guerra Civil (1936-39).
La principal diferencia entre el marxismo y el anarquismo es que el primero pretende conquistar las instituciones (el Estado) para, desde ellas —dictadura del proletariado—, construir la nueva sociedad socialista. Una vez consolidada esta, el Estado desaparecería y se instauraría el comunismo. Por su parte, los anarquistas pretenden, desde un primer momento, destruir las instituciones (el Estado) y toda forma de autoridad, hecho que permitiría erigir la nueva sociedad comunista y libertaria.
Bibliografía.
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Piqueras, J. A. (1997) El movimiento obrero. Madrid: Anaya.
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