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- Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
- Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Las barbaries, abusos y asesinatos masivos cometidos durante la Segunda Guerra Mundial mostraron la necesidad de establecer unas pautas y mecanismos que protegiesen a todas las poblaciones de los maltratos cometidos contra ellas, y no solamente en tiempos de guerra. De esa conciencia, nacida también de los crímenes cometidos por el nazismo y el estalinismo, surgió la iniciativa de establecer una carta de derechos humanos que fuese respetada por todos.
Aunque el texto surge en esta coyuntura, la idea de reconocer derechos a todas las personas es bastante anterior. Los antecedentes históricos se remontan al siglo XVIII. Fue la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano que se publicó el 26 de agosto de 1789, en el contexto del inicio de la Revolución Francesa, el primer texto que recogió explícitamente tales derechos. El documento solamente hacía referencia a los hombres, dejando de lado a las mujeres y a los esclavos; un texto equivalente para las mujeres –la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana– se publicó en 1791.
Entrado el siglo XIX, la difusión y el triunfo del liberalismo propició la aplicación de diversos derechos en las constituciones que articularon la vida política de los nuevos regímenes liberales . Estos documentos recogían, con mayor o menor extensión, los derechos individuales que debían ser respetados en los respectivos territorios nacionales. No obstante, se estaba lejos de la idea de establecer unos derechos con validez universal, aunque la concepción filosófica y jurídica del derecho natural ya mantenía la existencia de unos derechos del hombre inherentes a la naturaleza humana y, por tanto, universales.
Los terribles efectos de las dos guerras mundiales ocurridas en el siglo XX impulsaron la necesidad de establecer algún elemento de protección jurídica a todos los hombres por igual. Esa es la idea que desarrolló la ONU en 1948.
Estos principios se han convertido en símbolos universales de justicia, igualdad y libertad. Su aplicación trasciende culturas, razas y tradiciones, y se vincula con el fomento de regímenes democráticos. Por todo ello su legitimidad y prestigio como referente moral y legal ha ido creciendo.
A pesar de todo lo que hemos afirmado, esta declaración no ha podido evitar guerras de crueldad desmesurada –Siria, Iraq, Yemen, …–, tratos inhumanos a los refugiados, la permanencia de la tortura y los malos tratos como realidades habituales en numerosos países, etc. [Ver mapa]. Queda, por tanto, un largo camino por recorrer pero entre las sombras podemos observar la luz del faro que hemos de seguir para alcanzar el objetivo de su cumplimiento universal.
Bibliografía.
Ball, O. y Gready, P. (2007). Los derechos humanos. Barcelona: Fundación Intermón-Oxfam.
EL País (10/12/2016). El mapa sombrío de los derechos humanos hoy. El País.
Llopis, C. (Coord.) (2001). Los derechos humanos. Educar para una nueva ciudadanía. Madrid: Narcea.
Ministerio de Asuntos Exteriores de España (2016). Derechos humanos en el mundo. Recuperado de: Ministerio de Asuntos Exteriores
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