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Inestabilidad y conflictividad en el Sahel

1. La región del Sahel.

La región biogeográfica del Sahel está situada en el norte del continente africano, en el límite sur del desierto del Sahara. En la zona se mezclan los paisajes semidesérticos con los de la sabana porque es un territorio de transición entre las regiones tropicales del sur y las desérticas del norte.

Formalmente, aparece configurado como una larga franja de territorio -de unos 5.900 km de largo y de entre 300 y 400 km. de ancho- que va desde las costas atlánticas hasta las del Mar Rojo, abarcando, total o parcialmente, varios países: Mauritania, Senegal, Malí, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Chad, Sudán y Eritrea. En la región predomina una orografía principalmente plana.

Región del Sahel. Fuente: https://www.worldatlas.com/regions/sahel-of-africa.html

Las mejores tierras fértiles se concentran en las orillas del río Níger y en torno al lago Chad, pero la región está padeciendo serios problemas medioambientales provocados tanto por la acción humana como por la crisis climática: frecuentes sequías, deforestación, prácticas agrícolas inadecuadas para ese medio bioclimático, etc. Todo ello enmarcado en una lenta expansión del desierto del Sahara hacia el sur. Han surgido algunas iniciativas para detener este proceso, como la Gran Muralla Verde para el Sahara y el Sahel, pero de resultados aún inciertos.

Mapa físico de la región del Sahel. Fuente: https://www.oecd.org/swac/maps/maps-atlasofthesahara-sahel.htm

La región sigue padeciendo el problema de la inseguridad alimentaria. La producción agraria local es insuficiente para alimentar a una población que todavía mantiene un elevado crecimiento vegetativo, el más alto del mundo. Además, la violencia de la región ha generado mucha inseguridad en los intercambios y la producción. Por todo ello, las crisis alimentarias son recurrentes.

Distribución de comida a desplazados en Burkina Faso por parte de Naciones Unidas. Fuente: https://news.un.org/en/story/2023/01/1132332

La dualidad agricultura-pastoreo ha pasado a convertirse, por las sucesivas crisis medioambientales, en un conflicto abierto entre agricultores (generalmente practicada por las tribus del sur, cristianas o animistas) y pastores (tribus del norte de la región, de origen árabe y musulmanes). Un elemento que complica la situación regional al mezclar tribalismo, religión y economía.

La región dispone, por otro lado, de importantes riquezas mineras. Produce oro, uranio, petróleo, fosfatos y carbón. La mayor parte de la producción se dedica a la exportación y deja poco valor agregado en los países africanos. Por ejemplo, el oro producido por Malí -una media de 50 toneladas anuales- es explotado por empresas multinacionales y se exporta a Sudáfrica y Suiza para ser refinado. Níger, por su parte, es el cuarto productor mundial de uranio, pero sus minas están explotadas por multinacionales francesas y chinas.

Localización principales minas y yacimientos petrolíferos en la zona. Fuente: http://catedrapsyd.unizar.es/observatorio-psyd/opina/niger-uranio-y-miseria.html

2. La conflictividad en la región.

La región del Sahel muestra desde hace algunos años una acusada inestabilidad a causa de múltiples razones:

  • Disputas por los escasos recursos hídricos y por las tierras más fértiles, en el contexto de un proceso de desertización al que ya nos hemos referido.
  • Fuerte crecimiento demográfico provocado por unas tasas de fecundidad muy elevadas -entre 4,88 y 5,66 hijos por mujer (2019)- debido a factores culturales, sociales y económicos. Este factor es un elemento de presión para una economía muy depauperada y también contribuye a explicar que la zona sea una de las principales regiones de origen de los flujos migratorios hacia Europa.
  • Expansión del yihadismo. Desde 2015 se ha registrado un incremento de actos terroristas en la región, que se puede explicar por la presencia activa de varios grupos yihadistas. Varios de ellos, con presencia local y que representan a diferentes grupos étnicos, se fusionaron bajo la bandera de Jamaat Nusrat al-Islam wal-Muslimin (JNIM), afiliado a la franquicia de Al Qaeda, además están presentes el Estado Islámico del Gran Sahara (EIGS) y otros grupos como Boko Haram y el grupo separatista tuareg Movimiento Nacional para la liberación de Azawad (MNLA).
  • La debilidad de los Estados, cuando no su condición de Estados fallidos. Esta debilidad se muestra en la sucesión de golpes de Estado que asolan la región. Desde 2020 se han producido ocho golpes militares que han truncado la evolución de la democracia en estos países. Estos Estados, de «creación colonial» y con fronteras artificiales, agrupan a veces a etnias y culturas tradicionalmente rivales, hecho que no contribuye a la estabilidad de los países.
Golpes de Estado en la región. Fuente: https://www.larazon.es/internacional/africa/polvorin-sahel-oleada-golpes-estado-que-asola-cinturon-africa_2023080664cee8c895af7e0001513207.html

El conjunto de estos elementos genera serios problemas de seguridad, fomentados además por la pervivencia del irredentismo étnico nacionalista, el aumento de la criminalidad organizada, que colabora con las redes yihadistas, y la proliferación de armas de guerra. Fruto de la inseguridad provocada por estos factores surge el problema de los refugiados; los numerosos golpes militares y las actuaciones de los grupos yihadistas han generado importantes flujos de refugiados que han buscado en los países vecinos un lugar donde ponerse a salvo -unos 2,1 millones de personas a finales de 2021-. Parte de esos flujos se dirigen hacia Europa a través de la peligrosas rutas del Sahara.

El factor que comenzó a inestabilizar la región fue la caída del régimen libio de Gadafi. El vacío de poder subsiguiente permitió que parte del arsenal libio fuera a parar a manos de los diversos grupos criminales y yihadistas que operaban en la región, lo que aumentó sus posibilidades para encarar cualquier enfrentamiento con los gobiernos locales.

La oleada de conflictos que se han producido en los últimos años se inició en 2012 como consecuencia de una rebelión de los tuaregs en el norte de Malí, aunque los primeros conatos de este irredentismo se remontan a 1990. El mencionado grupo Movimiento Nacional para la liberación de Azawad (MNLA), con ayuda de otros grupos yihadistas, declaró la independencia de la parte norte de Malí tras tomar algunas ciudades importantes (Tumbuctú, Gao, etc.). Como respuesta, el gobierno maliense solicitó ayuda a Francia que, con el acuerdo del Consejo de Seguridad de la ONU, lanzó una operación militar con el objetivo de contener la amenaza islamista. Poco después, la UE estableció otra misión en el país -la Misión de Formación de la Unión Europea en Mali (EUTM Mali)- para entrenar a las fuerzas militares de Malí. En 2014 la operación militar francesa fue reemplazada por otra con la participación de más países -la Operación Barkhane-. Por otro lado, algunos de estos grupos se enfrentan entre ellos por el control de determinadas zonas, acrecentándose la inseguridad.

Distribución de la población tuareg. Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Tuareg#/media/Archivo:Tuareg_map_es.svg

De esta manera confluyen en la región tres fuerzas armadas: la primera es el conjunto de grupos yihadistas que llevan a cabo atentados y ataques tanto a civiles como a militares, especialmente en las zonas rurales; el segundo son los ejércitos de los diversos países del Sahel; y el tercero es la presencia de fuerzas militares extranjeras, principalmente francesas, pero también de otros países como Estados Unidos, Reino Unido, Alemania o España. Más recientemente, desde 2022, han aparecido en escena los mercenarios rusos del grupo Wagner, concretamente en Burkina Faso y Malí.

Así pues, conflictos de uno u otro tipo han afectado a este conjunto de países, creando un estado de inestabilidad permanente que las fuerzas extranjeras tampoco han sabido paliar. Por ello, la presencia francesa, la más relevante y la más prolongada (desde 2014), comenzaba a ser vista como una ocupación neocolonial y ganaba rápidamente una gran impopularidad entre las poblaciones de la región. Pues, además, se interpretaba que Francia ayudaba a mantener en el poder a regímenes despóticos. De hecho, Francia tuvo que retirar sus tropas de Malí y trasladarlas a Níger (2021).

3. Geopolítica de los conflictos en el Sahel.

La mayor parte de la región fue colonizada por Francia y la influencia de la ex-metrópoli, aunque en retroceso, sigue siendo importante. Pero Francia ya no puede, por sí sola, mantener el estatus de «potencia dominante» en la región, por ello ha buscado la colaboración de otros países africanos y de la Unión Europea con la bandera de la lucha contra el terrorismo islamista. De hecho, la Unión Europea aún mantiene misiones de cooperación cívico-militar en Malí y en Níger, aunque su futuro sea incierto. Paralelamente, Naciones Unidas también llevó a cabo una misión militar en Malí que ha concluido oficialmente este verano (la MINUSMA). Estas iniciativas internacionales para contener la expansión yihadista no han logrado sus objetivos.

Por otro lado, ha crecido la presencia de otras potencias con diversos intereses en la región. Estados Unidos mantiene una cierta presencia militar para luchar contra el terrorismo, con bases de drones en Níger. Rusia, a través del grupo Wagner, que ya tiene presencia en Siria, Libia y República Centroafricana, no oculta el deseo de ampliar sus relaciones económicas -venta de armas, explotación de recursos mineros,…- y de recortar la influencia occidental, sobre todo de una Unión Europea centrada en la guerra de Ucrania. Otros actores también se han introducido en la escena: China pretende aumentar su papel en África en general y en el Sahel en particular, procurando obtener ventajas económicas y desbancar la influencia occidental; Turquía, por su parte, pretende aumentar su influencia en la región a través de acuerdos militares y de cooperación económica.

Se puede afirmar, por tanto, que occidente está perdiendo posiciones en esta región y que otras potencias buscan aprovechar la inestabilidad de la zona y el desprestigio de Francia y de la Unión Europea, arrastrada por la potencia gala, para aumentar su presencia en la zona. Sin embargo, para la Unión Europea se trata de una región con una importancia geopolítica enorme. Además de su papel de suministradora de minerales y energía, es un territorio fundamental en las rutas de los diversos tráficos que enlazan África con Europa, especialmente en la del tráfico de personas. Por otro lado, su inestabilización solo puede favorecer la consolidación y expansión tanto del yihadismo islamista como del crimen organizado en una zona muy próxima a Europa, zona que también sufre las consecuencias del enfrentamiento geopolítico entre Argelia y Marruecos.

Rutas de los tráficos ilícitos y zonas de conflicto en el Sahel. Fuente: ResearchGate. https://www.researchgate.net/figure/Smuggling-and-trafficking-routes-situated-around-conflict-zones-in-the-Sahel-region_fig2_330117768

Bibliografía

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