No obstante, dos peligros acechaban a las democracias: el primero vendrá ocasionado por los efectos de la Gran Depresión iniciada en 1929. El aumento del paro y de la pobreza, la proletarización de las clases medias y la falta de soluciones eficaces aumentaron el desapego popular hacia los partidos democráticos y las críticas a un régimen político que se apreciaba como incapaz y, por tanto, prescindible.
El segundo peligro se refiere a la radicalización política que conllevaba la dinámica social de los años treinta. En uno de los polos, el comunismo adquiere fuerza, impulsado por el descontento social y la referencia de la revolución bolchevique, que se adopta como modelo exportable, apareciendo como una amenaza (o esperanza) plausible; en el otro polo, surgen movimientos nuevos, que reniegan del conservadurismo tradicional y cuestionan la democracia, diseñando un nuevo modelo político que rápidamente desembocará en dictaduras totalitarias. Estamos hablando de los movimientos fascistas.
De esta manera, la crisis de la democracia se extiende y, en los años treinta, la mayor parte de los estados europeos tenían regímenes autoritarios, bien del nuevo modelo fascista bien de los viejos modelos de dictaduras militares. El enfrentamiento entre democracias y dictaduras se resolverá en la IIª Guerra Mundial. La URSS también participó, coyunturalmente aliada de las democracias, pero eso es ya otra historia.
Mapa1. Fuente: Frías, M. Las democracias parlamentarias en el período de entreguerras
Para ver las causas del ascenso de los fascismos amplia el siguiente mapa conceptual.
Para comprender mejor el ascenso nazi mira el siguiente documental que, aunque no tiene una buena calidad de reproducción, es breve y resume muy bien el proceso. MIra también las otras entradas en el blog sobre el nazismo
Fuente: YouTube
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