Lucas Papademos, primer ministro griego impuesto por la UE y el FMI
El protectorado era una figura jurídico-política propia del derecho internacional a través de la cual los Estados colonialistas del siglo XIX ejercían una tutela sobre otros territorios que, sin embargo, mantenían algunos aspectos de su soberanía nacional. La tutela se ejercía sobre la defensa, las relaciones económicas y el orden público.
Pensábamos que este tipo de administraciones ya había pasado a la historia pero la realidad actual nos está demostrando que ello no es así. Algunos Estados, situados en la desarrollada y civilizada Europa están siendo sometidos a unas tutelas que nada tienen que envidiar a las del colonialismo del XIX. Países como Grecia o Italia han visto como sus gobernantes legítimos han sido sustituidos por tecnócratas elegidos por las actuales instancias de poder en la UE: Alemania, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo. Los partidos mayoritarios en los respectivos parlamentos han apoyado estos nombramientos.
La consecuencia es que en estos países se aplican las políticas económicas y sociales que dictan los citados poderes, independientemente de los deseos y necesidades de sus ciudadanos, que han dejado de ser sujetos de soberanía para transformarse en meros súbditos. No significa que hayan desaparecido las formas democráticas -mañana hay elecciones en Grecia- pero el poder de los parlamentos se ha reducido a aspectos tangenciales.
Otros países están siendo vigilados de cerca por las autoridades comunitarias y financieras (España, Irlanda, Portugal), también con la aquiscencia de los partidos gobernantes. Todos estos países centran sus esfuerzos en el objetivo que se les ha impuesto: el pago del déficit en unos plazos determinados. Todo lo demás se supedita a ello: sanidad, educación, infraestructuras, pensiones, etc. No importa en bienestar de la población sino que los bancos y fondos financieros cobren. Es la ficción de la democracia; cuando los pueblos no pueden elegir su destino no existe la libertad.
Una parte de Europa se ha convertido en protectorado de la otra. Han resurgido los viejos instrumentos de dominación colonial convenientemente disimulados pero siempre obedientes al capitalismo financiero que es el verdadero centro de poder.
Ante esta situación no es extraño que los extremos políticos, especialmente los fascismos, cobren nuevo auge como se demuestra en la mayoría de las elecciones que se han celebrado en Europa últimamente. La desafección hacia la democracia es un enorme peligro que se cierne sobre Europa.
Sobre el mismo tema se puede leer el siguiente artículo de Ignacio Ramonet, publicado en Le Monde Diplomatique en español del mes de marzo de este año y titulado "Nuevos protectorados"
Nuevos protectorados
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