miércoles, 18 de diciembre de 2024

Epidemias e Historia (II)

La Peste Negra del siglo XIV

Inicios y difusión

En las décadas centrales del siglo XIV, la población europea padeció una pandemia de peste que ha sido considerada como la más mortífera de la historia.

El cuadro clínico de la enfermedad se define por síntomas como fiebre elevada, náuseas y agotamiento en una primera fase. Después evoluciona y aparecen bubones –bultos o inflamaciones dolorosas de los ganglios– en las ingles, axilas y cuello. Estos bubones acababan provocando una septicemia que se manifestaba en forma de manchas oscuras en la piel –de ahí el nombre de Peste Negra–. Estos son los síntomas de la peste bubónica, la más extendida, pero también apareció otra variedad que afectaba a los pulmones. En cualquier caso, la mortalidad de la pandemia osciló entre el 40 y el 90 % de los afectados. La peste es una enfermedad endémica de los roedores en general. Su transmisión a los humanos se realiza a través de las pulgas de las ratas.

La pandemia se inició en Asia. Hacia 1338-39 se detectó en las mesetas centroasiáticas. Ese espacio se había unificado bajo el dominio mongol, que también había creado una densa ruta comercial con Europa. Hacia 1346 los ejércitos mongoles habían llegado a Crimea, donde surgió un foco de contagio que se expandió hacia Europa, Asia Menor y África. En 1348 ya se había extendido por Italia, Francia y la Corona de Aragón; al año siguiente lo hizo por las islas británicas. En 1352 ya se había expandido por toda Europa, aunque con diferencias en su incidencia.


Consecuencias.

La consecuencia más evidente fue la crisis demográfica. Al igual que en anteriores episodios epidémicos, las ciudades se vieron mucho más afectadas que los espacios rurales. En cuanto a las edades, resulta difícil, por la ausencia de censos, establecer unos parámetros de afección válidos.

El mismo problema surge con la estimación de la mortalidad. Diversos autores han hablado de unas pérdidas directas de 20 millones de personas para Europa. A ello habría que añadir las víctimas por otras causas desencadenas por la enfermedad –hambre, enfermedades secundarias…– En suma, la población de Europa disminuyó entre un 40 y un 70 %. Los 80 millones de principios del siglo XIV quedaron reducidos a unos 30 millones en 1355.

El descenso poblacional provocó el despoblamiento de las zonas rurales e incluso de pequeñas ciudades. Se abandonaron las tierras de cultivo y la ganadería –que no requería tanta mano de obra– prosperó a costa de la agricultura. Los precios agrarios se dispararon haciendo aparecer el hambre y la desnutrición. Esta falta de trabajadores favoreció a algunos sectores del campesinado, que vieron mejoradas sus condiciones de trabajo, pero fue más frecuente el intento de los señores feudales por fijar al campesinado a la tierra y aumentar su explotación mediante medidas coercitivas. El malestar social en el campo se manifestó en revueltas campesinas –Jacquerie francesa de 1358, Remensa en Cataluña en 1388.

La pérdida de mano de obra, la caída de las rentas agrarias y la paralización del comercio supusieron un serio descenso de los ingresos señoriales y un debilitamiento de la nobleza.

Como en las epidemias anteriores, también se buscaron explicaciones sobre el porqué de la enfermedad. La más inmediata fue la búsqueda de culpables –puesto que la epidemia se interpretaba como un castigo divino. Los señalados fueron aquellos que se consideraban enemigos de la fe cristiana, principalmente los judíos; la ira popular estalló contra ellos en casi toda Europa y los pogromos salpicaron la geografía europea. También los mudéjares –musulmanes que convivían con los cristianos, por ejemplo, en los reinos hispánicos– padecieron discriminaciones y persecuciones.

Pogromos en Europa durante la Peste Negra. Fuente: Carreras, A. [et.al] (1985) La Peste Negra. Cuadernos Historia 16, v. 17.

La sensación de que el mundo conocido se desmoronaba, el miedo ante la cercanía de la muerte y la incertidumbre sobre el futuro impulsaron un cambio en las mentalidades de la época. La respuesta se manifestó a través de dos caminos diferentes:

  • Por una parte, proliferaron los flagelantes –movimiento religioso que buscaba el perdón divino de los pecados mediante la participación en procesiones en las que se autoflagelaban–. Consideraban que se podía obtener la salvación sin ayuda de la Iglesia y cuestionaban la institución.
  • Por otro lado, se extendió un vitalismo que proponía disfrutar de los bienes y de los placeres terrenales, sin preocuparse por la muerte. Ejemplo de esta actitud es la obra Decamerón del italiano Giovanni Boccaccio.

Procesión de flagelantes en Tournai (Francia). Miniatura medieval. Fuente: La Vanguardia.

Conclusiones.

La crisis epidémica trastocó seriamente los fundamentos de las sociedades medievales. Su confluencia con la crisis climática y la frecuencia de las guerras –Guerra de los Cien Años (1337-1453) entre Francia e Inglaterra, guerras civiles en Castilla o Italia…– mostró los problemas de las estructuras feudales. El modelo de monarquía feudal inició su paulatina transformación hacia el modelo de monarquía autoritaria, la nobleza tradicional perdió parte de su poder militar y económico lo que facilitó la preponderancia del rey, y los nuevos grupos burgueses aumentaron su poder económico y su influencia política.

La gripe de 1918.

Inicios y difusión.

La epidemia de gripe de 1918 –o “española”, o influenza– ha sido el episodio pandémico más grave de la época contemporánea. El fenómeno consistió en varias oleadas de contagios que se mantuvieron activas hasta 1920. Su causante fue el virus H1N1 con genes de origen aviar. Todavía hoy no hay consenso sobre su origen, aunque los primeros casos se detectaron en bases militares norteamericanas situadas en el Medio oeste entre marzo y abril de 1918.

Se calcula que unos 500 millones de personas se infectaron y, de ellos, fallecieron unos 50 millones. La tasa de mortalidad se repartió desigualmente entre los grupos de edad: los más afectados fueron los menores de 5 años, los comprendidos entre 20 y 40 años, y los mayores de 65 años.

Las causas por las que fue tan devastadora no están claras. Sin vacunas para protegerse y sin antibióticos para tratar las infecciones asociadas, el control de la enfermedad dependió de medidas sociales –aislamiento, cuarentena, higiene personal, uso de mascarillas, limitación de movimientos y reuniones…–. Como vemos medidas muy similares a las implementadas actualmente en casi todos los países para controlar la actual epidemia de COVID-19.

Consecuencias y conclusión.

La pandemia tuvo diversas consecuencias históricas. En la India, por ejemplo, alentó al nacionalismo hindú al considerar que las abultadas diferencias de mortalidad entre británicos e hindúes –mucho más altas para la población local– se debían a la falta de medidas para protegerlos. La pandemia también afectó a la economía, paralizando las actividades, aumentando el paro y haciendo crecer la pobreza.


La crisis epidémica favoreció la cooperación internacional y así, en 1923, la Liga de Naciones creó la Organización de la Salud, un organismo internacional dirigido por profesionales de la salud que tenía como objetivo la colaboración para controlar las epidemias.

Los Estados promovieron medidas e instituciones dedicadas a la salud pública. En 1920, por ejemplo, Rusia implantó la primera red pública de salud. Y en otros países se asentó la idea de disponer de sistemas generales de salud; no podemos olvidar que en la mayoría de los países la atención médica y sanitaria era un lujo. Algunos historiadores hablan, incluso, de que fue ahora cuando se sembró la semilla de los futuros estados de bienestar en algunos países. En otros lugares, por el contrario, aumentó la desconfianza hacia las instituciones por las dificultades de los Estados a la hora de paliar los problemas ocasionados por la pandemia.

Enfermeras voluntarias de la Cruz Roja norteamericana. Fuente: https://espanol.cdc.gov/flu/pandemic-resources/1918-commemoration/historical-images.htm

Bibliografía

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Carreras, A.; Mitre, E.; Valdeón, J. (1985). La Peste Negra. Cuadernos de Historia 16, 17.

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Publicada originariamente el 19/06/2020

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