lunes, 23 de diciembre de 2024

Feminismo y sufragismo en España: el derecho de las mujeres a votar.

La demanda del derecho al voto femenino aparece vinculada desde sus orígenes al pensamiento y a la acción de grupos de mujeres que tomaron conciencia de la injusta situación a las que las sometía una estructura social patriarcal que las ninguneaba. La consecución de derechos sociales, legales y económicos fue un largo proceso que llegó a su cima ya bien entrado el siglo XX en las sociedades occidentales. Estas batallas, no obstante, no han logrado aún la victoria final, quedan muchos flancos que atender, pero también es innegable que los progresos han sido muchos.

Manifestación feminista en Gran Bretaña solicitando reformas educativas. Fuente: https://coeducando.wordpress.com/tag/sufragismo/

1. Apuntes sobre los orígenes del movimiento feminista.

El feminismo, entendido como movimiento social y teoría política, promueve la igualdad de los derechos para la mujer. Encuentra su precedente en el pensamiento de la Ilustración del siglo XVIII. La Revolución Francesa de 1789 permitió que las peticiones de las mujeres llegaran a las instituciones políticas revolucionarias; personalidades como Condorcet o Olympe de Gouges escriben sobre ello, esta última en su Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, publicado en 1791 realiza un alegato claro en favor del reconocimiento para las mujeres de los mismos derechos que para los hombres. Un fenómeno marginal, sin duda, circunscrito a los ambientes cultos, pero un primer paso teórico.


La influencia de estos textos no tardó en llegar a Gran Bretaña, pero los primeros movimientos feministas aún tardarían un siglo en cuajar, vinculados al liberalismo o al socialismo político. En todos los lugares, y lo mismo ocurrirá algo después en España, las reclamaciones feministas se dirigían a obtener mejoras educativas y legislativas sobre los derechos económicos y laborales, hablándose poco del derecho al sufragio. En 1866 John Stuart Mill presentó la primera moción en el Parlamento británico en favor del voto femenino, peticiones que se repetirían años después con resultado negativo. A pesar de estos reveses políticos, el sufragismo fue ganando base social y en 1897 se creó la Unión Nacional de Sociedades por el Sufragio de las Mujeres. Así pues, fue en Gran Bretaña y. casi paralelamente, en Estados Unidos, donde con más intensidad surgieron los movimientos feministas y las demandas sufragistas.

Manifestación sufragista en Estados Unidos (1912). Fuente: https://www.contactomagazine.com/articulos/elvotodelamujer1008.htm#.XL7eNZP7RBw

En muchos casos, el feminismo y el sufragismo no constituyeron movimientos autónomos, sino que se vincularon a partidos políticos y sindicatos de todas las ideologías. A finales del siglo XIX y ya en el siglo XX, numerosos países comenzaron a conceder el derecho de voto a las mujeres:

                                                             PAÍS                                                                                               AÑO
                Nueva Zelanda1893
                Australia1902
                Finlandia1906
                Noruega1913
                Dinamarca1915
                Gran Bretaña1917
                Unión Soviética1917
                Estados Unidos1920
                España1931
                Brasil1935
                Uruguay1938
                Francia1946
                Argentina1947
                México1953

2. El feminismo en España hasta la Segunda República.

El feminismo histórico debe contemplarse como un movimiento social plural y diverso que presenta características propias relacionadas con el contexto español de cada momento histórico y con la experiencia de mujeres muy diversas. Hay que comprender también el fenómeno del feminismo histórico como un proceso social de renegociación del contrato social de género y no solamente como un movimiento que persiga el enfrentamiento con el sistema patriarcal. Las demandas feministas fueron débiles, minoritarias  y muy moderadas durante el siglo XIX.

Hasta el Sexenio Democrático (1868-1874), el sufragio censitario que establecían las diversas constituciones liberales garantizaba el monopolio de la política a una minoría que nunca superó el 4 % de la población. Durante la Restauración el sistema se abrió algo más, pero dejó fuera a todas las fuerzas que cuestionaban el sistema político. Los niveles de fraude y corrupción política facilitaron el distanciamiento de muchos sectores sociales de la participación política, como por ejemplo los anarquistas. En este contexto, el feminismo no se planteaba reivindicaciones políticas, por eso mismo no prosperó el surgimiento de un feminismo de signo político liberal, como sí había ocurrido en Gran Bretaña o Estados Unidos. Sin embargo, el feminismo español emprendió otros caminos, actuando en los espacios en los que la presencia femenina era habitual, vinculándose, ya más tarde, en las postrimerías del siglo, a partidos o movimientos políticos de otras ideologías –anarquismo, Lliga Regionalista Catalana– o a personalidades aisladas –Emilia Pardo Bazán.

A principios del siglo XX se pone de relieve la variedad de modalidades del feminismo. Así, por ejemplo, el feminismo catalán se vertebra en torno a un discurso patriótico vinculado a Solidaridad Catalana. Acepta la política como patrimonio masculino y entiende el sufragio como algo propio de los hombres. Subrayan, eso sí, el papel de la mujer en la conformación de una identidad cultural catalana, por ello sus reclamaciones se dirigen a pedir un papel para la mujer en el mundo cultural y educativo. No obstante, a pesar de su carácter conservador, el feminismo catalán promovió los derechos sociales y culturales de las mujeres.

Parecida fue la postura de la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME), creada en 1918,  al adoptar un discurso nacionalista español en el que la mujer desempeña el papel de inculcadora, junto a la escuela, de los principios nacionales para lo que debe contar con todos los medios necesarios. Aunque pretendiese alejarse de los radicalismos políticos y mantenerse en el centro político, su programa tiene un cariz conservador. Poco antes, en 1912, se había creado en Madrid la Agrupación Femenina Socialista, vinculada al PSOE.

El surgimiento de estas asociaciones debe interpretarse como un síntoma de cambio social y de un intento de revisión del sistema patriarcal, que estaba muy enraizado. Y si bien sus demandas políticas y sufragistas tardarán en aparecer, su interés por la educación femenina y las reformas sociales eran una clara manifestación de lo dicho. A partir de los años veinte, el feminismo español incorpora las demandas políticas. El programa de la ANME planteó demandas relevantes: reforma del Código Civil, abolición de la prostitución, derecho a desempeñar profesiones liberales, igualdad salarial, ... La asociación no contó nunca con el apoyo de ningún partido político, hecho que pudo influir en que se convirtiese en partido político en 1934 con el nombre de Acción Política Feminista Independiente, perdurando como tal hasta 1936.

La promoción de la enseñanza femenina fue una de las prioridades de los movimientos feministas. Fuente: http://amberesrevista.com/la-mujer-y-el-voto-en-espana/

A finales de los años veinte y principios de los treinta los cambios políticos que estaban ocurriendo en el país impulsaron un feminismo político de índole liberal que demandaba el sufragismo, basado en el principio de la igualdad de hombre y mujeres. Mujeres como Clara Campoamor, Margarita Nelken o Victoria Kent asumieron este planteamiento. No obstante hay que señalar que incluso en los momentos del debate sufragista en las Cortes, el sufragismo era un movimiento muy reducido en la sociedad española, aunque contara con figuras tan excepcionales como las ya citadas.

Victoria Kent. Fuente: Victoria-Kent-wikimedia-commons


3. El logro del derecho al voto de la mujer en la IIª República.

La IIª República representó una ocasión única para realizar las propuestas democráticas que venían esbozando personalidades y grupos feministas. Importantes voces feministas participaron en la vida política republicana si bien a través de los distintos partidos: María Martínez y Matilde Huici con el PSOE; Elisa Soriano y Clara Campoamor con el Partido Radical Socialista; Carmen de Burgos con Izquierda Republicana, etc.

El primer paso para favorecer la inclusión de la mujer en la política con los mismos derechos que los hombres fue el Decreto del 8 de mayo de 1931 que declaraba elegibles a las mujeres en las próximas elecciones a Cortes constituyentes que se celebrarían el 28 de junio. En ellas fueron elegidas dos diputadas –Clara Campoamor (Partido Radical Socialista) y Victoria Kent (Izquierda Republicana) sobre un total de 465 diputados.

Clara Campoamor fue elegida ponente de la comisión constitucional encargada de elaborar una nueva Constitución y participó activamente en la elaboración de los artículos referidos a los derechos de la mujer. Así, el artículo 34 del proyecto establecía la equiparación de derechos electorales a todos los ciudadanos independientemente de su sexo siempre y cuando fueran mayores de 23 años.

Curiosamente, los diputados de derechas, que seguían viendo el papel de la mujer exclusivamente en el marco familiar, creyeron que el voto femenino pordría ser una oportunidad de variar los resultados electorales, ya que pensaban que las mujeres estaban muy influidas por la Iglesia y que votarían en mayor medida a las formaciones conservadoras. Paradójicamente, los grupos republicanos y de izquierdas pensaban lo mismo del voto femenino. Y si bien es cierto que esos pronósticos parecieron cumplirse en las elecciones de 1933, no lo hicieron en las de 1936 lo que demuestra que los resultados dependían más de las respectivas alianzas entre partidos que del sentido del voto femenino.



La dura batalla dada por Clara Campoamor, incluso contra Victoria Kent, partidaria de aplazar el derecho de voto femenino, logró que se aprobase el artículo referido al voto femenino con 161 votos a favor y 121 en contra. A favor votaron el PSOE –con alguna excepción–, la derecha y pequeños grupos republicanos –catalanes, progresistas… En contra se expresaron Acción Republicana, el Partido Socialista Radical –al que pertenecía Campoamor– y el Partido Radical. De este modo la Constitución del 1931 recogió, por primera vez en España, el derecho al voto femenino. Un logro breve puesto que tras la victoria de las fuerzas franquistas en la Guerra Civil (1936-1939) la mujer pasó de nuevo a un segundo plano social, político y económico, sometida además a los designios totalitarios del nacional-catolicismo.


Bibliografía.

De Vega, E. (1992). La mujer en la historia. Madrid: Anaya.

Domenech, A. (1985). El voto femenino. Cuadernos Historia 16, 163.

Durán, P. (2007). El voto femenino en España. Asamblea de Madrid.

Franco Rubio, G. A. (2004). The origins of Spanish women’s vote. Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, ti.- Contemporánea, t, 16. Recuperado a partir de https://www.ucm.es/data/cont/docs/995-2015-01-09-sufragismo.pdf

Nash, M. (1995). El feminismo. Cuadernos del Mundo Actual, 47.

Nash, M. (2005). El aprendizaje del feminismo histórico en España. Documento de la
Web: http://www. nodo50. org/mujeresred/historia-MaryNash1. html/Yahoo. es
. Recuperado a partir de http://www.xateba.es/images/PDF/Recursos/historiamary.pdf

Publicado inicialmente el 23 de abril de 2019

No hay comentarios:

Publicar un comentario

España en la Segunda Guerra Mundial: la División Azul.

1. El contexto: de la "Operación Barbarroja" al fracaso de Stalingrado Acabada la guerra civil española, el gobierno de Franco se...