El 20 de diciembre de 1989 tropas norteamericanas invadieron Panamá. Por orden del presidente George H. W. Bush, unos 26.000 soldados atacaron y tomaron la ciudad de Panamá y controlaron el país. La llamada “Operación Causa Justa” sigue siendo una herida abierta en la historia panameña, en la que dejó un reguero de muertes aún sin concretar –300, 3.000…
El régimen del general Noriega.
El general Noriega fue ascendiendo en la escala militar panameña desde los años sesenta del pasado siglo y siempre fue un gran colaborador de la CIA norteamericana. No hay que olvidar el papel del país como centro de distribución de armas, equipo militar y capitales destinados a los movimientos contrainsurgentes latinoamericanos, actividad controlada por la agencia norteamericana. Se sabría también, más tarde, que Noriega había sido paralelamente un importante traficante de cocaína, pero aun así fue protegido por el gobierno norteamericano, o al menos por sectores del mismo, dado su destacado papel en las actuaciones de inteligencia contra las guerrillas latinoamericanas.
Nacido en 1934, poco a poco fue ascendiendo en el Ejército de la mano del general Omar Torrijos, que ocupaba el poder desde que en 1968 encabezó un golpe de Estado contra el presidente Arnulfo Arias –primer golpe militar en la historia de Panamá. Desde 1970 Noriega controlaba la inteligencia militar panameña.
Tras la muerte de Torrijos en 1981, su poder fue aumentando al tiempo que jugaba a todas las bandas: mientras era un estrecho aliado de Estados Unidos, mantenía vínculos con Cuba; y al mismo tiempo que prestaba el territorio panameño para las operaciones de la CIA, cobraba jugosas comisiones de los cárteles colombianos al permitir que el país fuese una pieza clave en el traslado de cocaína a los Estados Unidos. En 1983 se hizo con el mando del ejército panameño (denominado desde entonces Fuerzas de Defensa), convirtiéndose también en dictador de hecho, a pesar de la existencia de cierta apariencia democrática.
La historia del desencuentro con la potencia estadounidense comenzó en 1984 cuando Noriega cerró la Escuela de las Américas, donde se formaban los militares latinoamericanos que luego combatirían contra las guerrillas izquierdistas en el continente. Su política represora y antidemocrática tampoco suscitaba simpatías en Washington. Las elecciones presidenciales de mayo de ese mismo año fueron ganadas, a pesar de las protestas por fraude, por Nicolás Barletta, candidato del Partido Revolucionario Democrático (PRD), fundado por Torrijos. Aunque era apoyado por Noriega, pronto dimitió por las presiones del mandatario militar. Le sucedió Eric Arturo Delvalle (1985-1988), del Partido Republicano, un grupo político de derecha; todo ello con el beneplácito del general. Delvalle intentó, un tiempo después, despojar a Noriega del control de las Fuerzas de Defensa, por lo que fue destituido en febrero de 1988 y tuvo que exiliarse en Estados Unidos. Anteriormente, en 1985, el principal opositor a Noriega, Hugo Spadafora, le había acusado de connivencia con el narcotráfico; apareciendo asesinado poco después. Estas actuaciones hicieron que algunos senadores norteamericanos exigieran que se depusiese a Noriega.
En Estados Unidos, las consecuencias del escándalo Irán-Contra provocaron un cambio en la dirección de la CIA, siendo apartados los protectores de Noriega. Inmediatamente, aparecieron las primeras acusaciones contra Noriega de narcotráfico y falta de respeto a los derechos humanos. A partir de ese momento, finales de 1987, Estados Unidos comenzó presionar a Noriega para que abandonase el cargo.
Paralelamente, en Panamá, los años transcurridos entre 1983 y 1989 fueron de una constante situación de crisis política –anulación de elecciones, protestas populares, represión...– y socioeconómica –caída del Índice de Desarrollo Humano, hundimiento del PIB, etc. En esta coyuntura negativa, las elecciones de mayo de 1989, realizadas en el marco de un bloqueo económico norteamericano, iniciarían el proceso que llevó a la invasión estadounidense y a la caída del general.
La invasión
En efecto, las elecciones presidenciales fueron ganadas por el candidato opositor, Guillermo Endara, quien contaba con el beneplácito de George Bush padre. Ante ello, Noriega decidió anular las elecciones, argumentando la “interferencia extranjera”. Se sucedieron manifestaciones, ataques a los opositores e incluso un intento fracasado de golpe de Estado contra el general. La crisis política impulsó la intervención militar norteamericana. Desde octubre hasta diciembre de 1989 fue planificándose la invasión –llamada operación “Causa Justa”. Sus objetivos, según Estados Unidos, eran capturar a Noriega y proteger a ciudadanos e intereses estadounidenses en el país.
El general logró huir y refugiarse en la Nunciatura Apostólica, que fue asediada por las tropas invasoras, aplicando tácticas de guerra psicológica al rodear la sede diplomática con grandes altavoces que emitían música heavy a gran volumen. El 3 de enero de 1990, Noriega se entregó al ejército estadounidense y fue inmediatamente trasladado a Miami. Este hecho ponía fin a la dictadura militar panameña. Finalmente, fue juzgado en Estados Unidos y condenado a 40 años por narcotráfico y blanqueo de dinero.
La invasión, en la que participaron unos 26.000 soldados, fue llevada a cabo por tropas de élite del las Fuerzas Armadas de EE. UU. Por su lado, las Fuerzas de Defensa Panameñas disponían de unos 12.000 hombres. Los primeros bombardeos estadounidenses destruyeron los aeropuertos y las bases militares, anulando la débil capacidad de respuesta de las fuerzas panameñas. El conflicto provocó la muerte de numerosos civiles, pues algunas instalaciones militares se hallaban cerca de viviendas. Particularmente grave fue la destrucción del barrio de El Chorrillo, cercano a la sede la Comandancia Central de las FDP. Las operaciones militares duraron pocos días dada la desigualdad de las fuerzas implicadas.
La guerra se inició sin una declaración formal previa, siendo condenada por la ONU y la Organización de Estados Americanos (OEA). En cuanto a las bajas en el conflicto, todavía hoy no existen cifras precisas en cuanto a los civiles fallecidos. Algunas estimaciones de ONGs calculan que pudieron producirse un total de 3.000 víctimas panameñas entre civiles y militares, aunque solo en El Chorrillo se estima que perecieron entre 300 y 600 civiles. Sin embargo, otras instituciones como la Iglesia Católica o el Instituto de Medicina Legal de Panamá ofrecen cifras más bajas; de unos cientos de muertos y un centenar de heridos. Por parte de Estados Unidos perecieron 23 soldados.
Conclusiones
Estos acontecimientos trasmiten una pregunta inmediata: ¿cómo pasó Noriega de ser un fiel aliado y servidor de Estados Unidos a convertirse en un obstáculo que requirió una invasión militar? No es fácil responder a esta pregunta. Probablemente, el punto de inflexión estuvo en su excesiva vinculación con el narcotráfico colombiano y su asunción de que era realmente un poder autónomo en vez de un subalterno del poder estadounidense. Su error fue chocar con los intereses norteamericanos, creyéndose amparado por la todopoderosa CIA en su papel de pieza clave en la lucha anticomunista. En aquel momento, la zona del canal tenía singular importancia para los intereses estratégicos de Estados Unidos y esta potencia no podía permitirse sostener a un autócrata veleidoso cuyas relaciones con el narcotráfico ya eran evidentes.
La etapa de las dictaduras latinoamericanas parecía terminar. La conclusión de la Guerra Fría alejaba los miedos a posibles intervenciones comunistas en el continente. Mientras transcurrían estos hechos, solamente pervivían en Latinoamérica las dictaduras de Pinochet en Chile y el autoritarismo de Fujimori en Perú. Los dictadores dejaban de ser fundamentales para los intereses estadounidenses. Otros modos de supervisión se imponían. Esta fue la última invasión armada de Estados Unidos en Latinoamérica, aunque ello no ha impedido que el poder estadounidense haya estado detrás de otros derrocamientos presidenciales, siempre indirectamente, eso sí.
La invasión trastocó gravemente la economía panameña, que ya estaba tocada tanto por el bloqueo norteamericano desde 1988 como por la aplicación de las medidas liberalizadoras exigidas por el FMI desde 1986. Así, el paro aumento de un 20% en 1989 a un 33% en su momento más elevado tras la invasión. También el PIB retrocedió. El país tardaría en recuperarse y en superar el trauma de la invasión, dejando un país dividido entre quienes apoyaban la invasión y quienes pensaban que era una agresión al país.
Bibliografía.
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Blasco, Lucía (2019. Invasión de EE.UU. a Panamá en 1989: cómo la "Operación Causa Justa" llevó a la caída de Noriega y la desparición del ejército en el país centroamericano. BBC Mundo. Recuperado el 27 de diciembre de 2019 de: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-50685275
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