Introducción.
En 2018 se celebró el cincuentenario de las revueltas de 1968. Un fenómeno que ha pasado a la historia como una de esas fechas paradigmáticas en las que eventos de extraordinaria importancia confluyen en un mismo tiempo y acaban definiendo una coyuntura. No estamos hablando de un solo acontecimiento –el mayo parisino–, sino de hechos muy diversos que tienen un elemento en común: significaron una rebelión contra los poderes establecidos y contra la legitimación social y cultural de los mismos.
Resumir en una entrada de blog, por extensa que sea, un año tan complejo es tarea casi imposible. Pero trazar las líneas maestras de los acontecimientos y sus repercusiones ya resulta una posibilidad más viable.
En 1968 se produjeron varios intentos revolucionarios, tanto en el mundo capitalista como en el comunista. En el primero la revuelta de los estudiantes parisinos, los movimientos norteamericanos de protesta y la revuelta mexicana mostraron que las demandas de cambios sociales y políticos eran difícilmente contenibles; en el segundo, la Primavera de Praga abrió serias grietas en el férreo bloque del Pacto de Varsovia.
Luis Aragon cede el megáfono a Daniel Coln-Bendit en una manifestación en París. Fuente: https://musicadecomedia.wordpress.com/2015/04/26/mayo-del-68-3-prohibido-prohibir/
En Estados Unidos eclosionaron diversos fenómenos sociales y culturales que marcaron un antes y un después en la historia de la potencia norteamericana: las protestas contra la guerra de Vietnam, el nacimiento de la contracultura y del movimiento hippie, la aparición del Black Power, ... Su conjunción provocó un importante cambio en la sociedad norteamericana que dejó atrás definitivamente el american way of life.
El significado de todos estos fenómenos ha sido interpretado como un desalojo de los viejos moldes políticos, herederos de la postguerra y del contexto de Guerra Fría imperante; como un reconocimiento de las libertades individuales y como un creciente protagonismo de la sociedad civil por encima de las estructuras de representación tradicionales: partidos y sindicatos. La estabilidad de las sociedades surgidas tras la IIª Guerra Mundial comenzaba a romperse. Es verdad que, al finalizar el año, las aspiraciones de cambio no habían logrado sus propósitos, pero las semillas de la transformación ya estaban plantadas.
Pocas veces un deseo de cambio revolucionario surge en el contexto de una etapa de crecimiento económico. La difusión del Estado de Bienestar había mejorado ostensiblemente la vida de las clases trabajadoras y medias. Pero los disturbios denotaban la existencia de un malestar evidente, un mar de fondo que afectaba más a los jóvenes, sobre todo universitarios, y a los intelectuales que a las clases trabajadoras. La ausencia de los trabajadores en las reivindicaciones y protestas impidió que esos movimientos acabaran desembocando en una revolución, pero no pudo evitar la difusión de una efervescencia que modificaría numerosos aspectos ideológicos y sociales en todo el planeta.
La ideología de la revolución.
Estos movimientos no desarrollaron relevantes análisis ideológicos; eran más dados a la acción que a la teorización. Resulta complicado establecer su índole ideológica si queremos ir más allá del calificativo de izquierdas. En su pensamiento confluían ideas de las corrientes más variopintas: anarquismo, trotskismo, maoísmo, … Por ello no pudo generar muchas propuestas ni tampoco un corpus coherente; todo el interés se centró en la acción más que en el diseño posterior de la sociedad deseada, de la que solamente se llegaron a presentar bosquejos.
Tampoco se pretendía llevar a cabo una revolución al modo marxista, con el proletariado a la cabeza de la misma; ahora los protagonistas sería los universitarios, los guerrilleros –de aquí la mitificación del Che Guevara–, los radicales norteamericanos, las mujeres... Ellos serían los nuevos sujetos revolucionarios y no la clase trabajadora, integrada en el sistema gracias al Estado de Bienestar.
Su principal impacto se produjo en el imaginario revolucionario, sobre todo en las sociedades desarrolladas de Occidente. Las acciones estudiantiles en Francia o en Estados Unidos lograron una amplia cobertura de la prensa; su antiautoritarismo y su modo de lucha –trifurcas callejeras, barricadas, sentadas, …– calaron en más sectores sociales.
Estos movimientos de protesta se nutrieron del bagaje de la contracultura, al mismo tiempo que la difundían. En general podemos definir este fenómeno como el conjunto de acciones y representaciones que se dirigen contra la cultura dominante establecida. Las principales manifestaciones de la contracultura se dieron en las propuestas de nuevas formas de vida –movimiento hippie– y en la transformación de las propuestas artísticas tradicionales: música, literatura, arte...
Valoración.
La primera valoración asume su fracaso, porque finalmente no lograron transformar el orden social, político y económico imperante. Dicho esto, también hay que aceptar que su aparición y sus actuaciones se convirtieron en fuente de inspiración para los posteriores movimientos de izquierda. Lograron también cuestionar bastantes valores que contribuían a legitimar el sistema: el autoritarismo, las formas sociales aceptadas, la enseñanza, el papel de la mujer, incluso el mismo sistema parlamentario.
Podemos concluir que fue mayor su importancia cultural y mediática que política. Su principal papel fue el impulso que dio a los cambios intelectuales, a las nuevas formas de pensar. Su resultado llenó la agenda de los temas que enarbolaría el progresismo posterior: feminismo, pacifismo, ecologismo, antiimperialismo, libertad sexual, lucha por las libertades civiles, etc.
No se puede dejar de lado lo que supuso de revalorización de la individualidad, en unos momentos en los que el consumo de masas en el capitalismo y el control estatal en el comunismo tendían inexorablemente a la anulación del individuo en favor de la masa social.
Hay historiadores que piensan que el Mayo del 68 fue más un fenómeno generacional que ideológico o de clase. La causa ya la hemos mencionado: el cambio del sujeto revolucionario, que pasó a la juventud dejando atrás a la clase trabajadora. Por ello, el marxismo ortodoxo no supo comprender lo que ocurría y se mostró suspicaz ante él; fue la Escuela de Frankfurt, y especialmente Herbert Marcuse, la que teorizó y procuró explicar lo que ocurría.
Los principales escenarios.
El movimiento de Mayo del 68 fue un fenómeno que se extendió por múltiples escenarios, a veces muy diferentes unos de otros. En Europa se propagó por más países, aparte de Francia: Alemania, Italia (donde este movimiento de protesta acabó favoreciendo la aparición de grupos terroristas: banda Baader-Meinhof y Brigadas Rojas, respectivamente), incluso en la cerrada España franquista, tuvo repercusiones. También en el bloque comunista; en Praga estalló lo que se conoció como la Primavera de Praga. En el continente americano, Estados Unidos fue otro de los grandes centros de protesta, impulsada, entre otras razones, por la guerra de Vietnam. Pero fue en México donde las protestas tuvieron unas consecuencias más trágicas: la represión de las protestas por parte del Ejército y grupos policiales ocasionó varias decenas de muertos –matanza de Tlatelolco, el 2 de octubre –. En Asia, las protestas llegaron hasta Japón.
A). El mayo parisino.
Desde los inicios de la década de los sesenta, las mejoras económicas y sociales de Francia habían permitido que los hijos de los trabajadores y de las clases medias bajas accediesen a la universidad. Por ello, estas instituciones, concebidas para atender y formar a una élite, estaban masificadas, llegando incluso a ser inoperantes. El afán transformador de los nuevos estudiantes y la crítica a unas instituciones diseñadas para otra época impulsaron a los sindicatos estudiantiles a una lucha política. Las demandas de reforma del sistema educativo se convirtieron en demandas de reformar el sistema político.
En la Universidad de Nanterre, próxima a París, fue donde surgió el movimiento de protesta. El 22 de marzo se convocó una gran manifestación contra la guerra de Vietnam, hecho que fue duramente reprimido por el gobierno. Todos los grupúsculos izquierdistas de la universidad iniciaron una campaña de contestación que culminó el 3 de mayo con la ocupación de La Sorbona; los cabecillas fueron detenidos. La mecha estaba prendida. La violencia se desata por el Barrio Latino: se montan las primeras barricadas, se desadoquinan las calles, se queman coches, crece la represión –32 heridos graves y 350 leves–, … El escándalo provocado por la represión de los estudiantes impulsa a los sindicatos obreros a apoyarles. Se toman fábricas, talleres, se secuestra a los directivos, pero las reivindicaciones se reducen a subidas salariales y reducción de horarios de trabajo; el número de huelguistas se cuenta por millones. En el mundo obrero mandaba el PCF y su sindicato, la CGT, que ven con recelo el movimiento.
Hacia el 20 de mayo, el país está prácticamente paralizado; el 24 aparecen las primeras víctimas mortales –un policía y un manifestante–, las manifestaciones no cesan. De Gaulle toma la iniciativa y convoca un referéndum para el 16 de junio. Mientras, Chirac y Pompidou se entrevistan con líderes sindicales y patronales. El 30 de mayo De Gaulle pronuncia un duro discurso y se asegura el apoyo del ejército; el gaullismo se moviliza y los trabajadores van abandonando la protesta y volviendo al trabajo. El gobierno sube los salarios. El 12 de junio se ilegalizan numerosas organizaciones izquierdistas. Las elecciones de finales de junio las ganan los gaullistas, con 56 diputados más que en las anteriores; el miedo y la incertidumbre favorece a la derecha. La protesta se va diluyendo.
Los estudiantes parisinos no se rebelaron porque se sintiesen oprimidos. El origen hay que buscarlo en el antiautoritarismo, en la búsqueda de la liberación individual, en una forma de pensar muy influenciada por el anarquismo, aunque recibirán el pronto apoyo de los marxistas heterodoxos del momento –trotskistas, maoístas, …–. Su principal teórico fue Guy Debord.
B). Contracultura y derechos civiles en Estados Unidos.
La imagen que aún poseemos de lo que ocurrió en Estados unidos este año es engañosa. Lo primero que nos viene a la mente es el movimiento hippie, sus festivales, su música. Pero 1968 fue un año trágico para el país: Martin Luther King y Bobby Kennedy fueron asesinados, la guerra de Vietnam se recrudecía cada vez más, la violencia social y racial era palpable en las calles a diario.
El movimiento de oposición a la guerra fue ganando fuerza –la imagen del jefe de la policía del Vietnam del Sur asesinando a sangre fría a un detenido dio la vuelta al mundo; se convirtió en un icono de la brutalidad de esa guerra–, las deserciones se dispararon, las protestas también.
El problema racial se agravó notablemente, rompiendo su marco tradicional en los estados del sur y extendiéndose por todo el país. Martin Luther King fue asesinado cuando estaba en Menphis apoyando una huelga de los basureros de la ciudad, todos negros. La respuesta violenta de la población negra no tardó en producirse: revueltas, auge de los Panteras Negras –grupo partidario de la acción violenta para defender los derechos de los negros–.
C). La primavera de Praga.
El 5 de enero de 1968 Alexander Dubcek accede a la secretaría general del Partido Comunista de Checoslovaquia. Poco a poco fue introduciendo cambios políticos y sociales: abolición de la censura, sustitución de Novotnin por un héroe nacional, el general Ludvík Svoboda, anteriormente defenestrado por el estalinismo y también partidario de una política reformista.
Las actuaciones del gobierno pretendían reformar el comunismo, crear lo que se denominó un "socialismo de rostro humano", es decir compaginar socialismo con democracia y libertad. Su objetivo no fue restaurar el capitalismo, ni romper el status quo internacional abandonando el Pacto de Varsovia. No obstante, la preocupación soviética fue aumentando, sobre todo al observar que la sociedad checoslovaca impulsaba una aceleración del proceso reformista. Aparecía el peligro del contagio a los restantes países socialistas europeos.
El 20 de agosto tropas del Pacto de Varsovia invadieron y ocuparon el país. A pesar de que los incidentes fueron escasos, se produjeron varios centenares de muertos y heridos entre los dos bandos. El fracaso de la experiencia checoslovaca produjo un importante exilio –entre 100.000 y 300.000 personas, sobre todo muchos profesionales cualificados y artistas–. El peso de la Guerra Fría redujo las muestras de descontento por la acción invasora a breves condenas internacionales; no se quería un conflicto por algo que ocurría exclusivamente en el interior de la zona de influencia soviética.
D). La matanza de la Plaza de las Tres Culturas (Tlatelolco).
Las manifestaciones de descontento social también aparecieron en México, donde cobraron un cariz revolucionario que fue duramente reprimido por el Partido Revolucionario Institucional, que llevaba varias décadas en el poder.
México se preparaba para el inicio de los Juegos Olímpicos, no para masacres y revueltas sociales. Los estudiantes universitarios, como en París, llevaban tiempo protestando contra el autoritarismo y la corrupción del gobierno. Y este veía, en esas protestas, la mano comunista que cuestionaba su hegemonía política. La intervención policial en el interior de una escuela universitaria el 2 de agosto, soliviantó a estudiantes y profesores por considerarlo un atentado a la autonomía universitaria. Se creó entonces el CNH (Consejo Nacional de Huelga) formado por representantes de numerosas universidades mexicanas. Sus demandas no eran revolucionarias: reforma de algunos artículos del Código Penal, liberación de estudiantes detenidos y disolución de la policía antidisturbios.
El 27 de agosto se produjo una gran marcha hacia la plaza del Zócalo que culminó con la toma de la catedral. El 13 de septiembre se produce otra marcha que reunió a cientos de miles de personas en una protesta silenciosa. Para contener las manifestaciones el gobierno, dirigido por Gustavo Díaz Ordaz, preparó la Operación Galeana, que desembocaría en la matanza del 2 de octubre. El día 1, los estudiantes convocan a un mitin en la plaza de las Tres Culturas para el día siguiente por la tarde.
La multitud –inferior a otras concentraciones: unas 15.000 personas, aunque según algunas fuentes, unos pocos estudiantes iban armados con pistolas– que se congregaba en la plaza vio, de repente, cómo el ejército bloqueaba todos los accesos a la plaza y disparaba contra los asistentes. El asalto militar duró varias horas: la plaza se llenó de decenas de cadáveres y de cientos de heridos.
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Esta entrada se publico originalmente el 12 de enero de 2018.
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